jueves, 12 de agosto de 2010

8 a 1, gana su guerra Calderón

El Diario, 12 de agosto de 2010
Luis Javier Valero Flores
En el colmo de la errática manera de responder a las críticas hacia su “guerra”, Felipe Calderón todos los días ofrece un nuevo episodio de los tumbos que da su gobierno en el combate al narcotráfico.
Presa de los titulares de la prensa, un día propone abrir el debate sobre la legalización del comercio (ojo, es sobre esta materia la discusión, no sobre el consumo) de la mariguana, y al otro dice no oponerse a ese debate pero sí a la legalización de tal aspecto. Luego, sin los dirigentes de los partidos políticos, les reclama haberlo dejado “solo”, se erige en el adalid del combate al crimen, critica la insensibilidad de los partidos para el problema más grave de seguridad pública en la historia nacional y al día siguiente, ya con los dirigentes partidarios presentes, los llama a la creación de un pacto para corregir la estrategia de seguridad pública.
Y casi de inmediato, como si no formara parte del problema, los conmina a “asumir compromisos porque el país no podrá revertir la escalada de violencia si persisten la descoordinación y las acusaciones mutuas por razones electorales”, cuando las campañas electorales recién terminadas fueron un compendio de la abusiva intervención de Calderón en ellos.
¡Cuánto descaro!
Pero no es lo único lamentable de las expresiones de Calderón, emitidas el martes en el curso de los denominados diálogos promovidos por la Presidencia de la República acerca de la inseguridad nacional.
Con la misma frivolidad con la que Vicente Fox deploró la fuga de El Chapo Guzmán y el atentado en contra del gobernador chihuahuense, Patricio Martínez, –nos metieron dos goles, dijo–, Calderón afirmó con la mayor desfachatez del mundo que a pesar de la percepción generalizada la guerra “la vamos ganando” y que en los enfrentamientos el saldo es de “8 a 1”.
Como si alguien le reputara como un error combatir al crimen organizado, llamó a que quien defendiera ese punto de vista lo dijera abiertamente pues él sí la combate. ¡N’ombre si hasta la duda ofende!
Pero lo imperdonable de las expresiones de Calderón son las referidas a las muertes ocurridas en el país y su comparación con un marcador deportivo.
Y el hombre que llama al debate, ante el clamor nacional, adolorido por tanta sangre, nos viene a decir que el aumento de la violencia “no es el indicador más adecuado para valorar si la estrategia avanza o retrocede o de que la guerra o la batalla se gana o se pierde”, pues esto, poca cosa, sólo, es el reflejo del nivel de la disputa de los grupos criminales.
¡Híjole! ¡¿Qué decir?!
A las numerosas expresiones ciudadanas publicadas el miércoles por el Diario, en las que muestran su decepción, ira o asombro, catalogadas por el titular del ejemplar de ese día –Miente Calderón– habría de sumárseles las derivadas de las cifras, tan alegremente expuestas por quien ocupa Los Pinos, acerca de la tasa de homicidios, derivada de las ejecuciones relacionadas con el crimen organizado, y ufanándose de que nos encontramos mejor que Colombia pues allá, dijo, hay 38 homicidios por cada 100 mil habitantes y en “México ese indicador se ubica en 13”.
Pero tal afirmación no tiene sustento alguno. Si se tomaran en cuenta, solamente, las ejecuciones en el año 2009, alrededor de 10 mil en todo el país, querría decir que, tan sólo por este rubro, sin tomar en cuenta el resto de homicidios, la tasa de ejecuciones por cada 100 mil habitantes sería de 9.5.
Pero tales estadísticas no tienen nada que ver con las presentadas el año pasado en Juárez en donde esa tasa se eleva a alrededor de ¡200!
Y si no tienen relación con las cifras de la urbe chihuahuense, menos la tienen con la zozobra, el temor, el terror y el dolor de las decenas de miles de víctimas, directas, indirectas, ajenas o propias que son presas de la enorme incapacidad gubernamental.
¡Ah, es que son “daños colaterales” de la guerra!
Dan ganas de decir lo que dijera Alejandro Martí: ¡Renuncia Calderón!
Quizá fuera lo mejor y dar lugar a un verdadero nuevo pacto nacional.
A lo mejor…

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