martes, 20 de abril de 2010

Campañas en la guerra

Editorial de Aserto No. 81, Abril de 2010
El 17 de abril inician formal, legalmente, las campañas de los candidatos al Gobierno del Estado. Formalmente serán cinco los candidatos (hasta el cierre de Aserto se daba por hecho en el PRD que no habría alianza con el PT y Convergencia), por lo que Rubén Aguilar, por el primero, y Fernando Reyes por el PC serían candidatos, al igual que Luis Adolfo Orozco por el PRD; pero la disputa se centrará en los postulados por el PAN y el PRI, Carlos Borruel y César Duarte, respectivamente, partidos que han polarizado las preferencias electorales de los chihuahuenses a lo largo de ya casi tres décadas.
Se disputan la hegemonía político-electoral en un ambiente de absoluta rispidez criminal, en medio de una severa crisis económica y afrontando una muy importante baja estima ciudadana, en una tendencia abstencionista creciente –en los últimos diez años ha crecido el abstencionismo 18%, según información proporcionada por el presidente del IEE, Fernando Herrera- lo que, dados los índices homicidas, sobre todo en Juárez, hacen temer otra drástica disminución del nivel de participación ciudadana en los comicios del primer domingo de julio próximo.
En dos temas se centrará la atención de candidatos y ciudadanos: La crisis económica y la inseguridad pública.
De la actitud, propuestas y credibilidad alcanzada por los candidatos dependerá en grado sumo sus posibilidades de éxito. No solo, pero contarán determinantemente pues los gobernantes emanados de ambos partidos, uno en el nivel federal y el otro en el estatal y municipal, han sido cuestionados duramente por los magros resultados (o la percepción ciudadana hacia estos dos fenómenos) en estos que son los principales problemas sufridos por los chihuahuenses.
Independientemente de quien emerja ganador de la contienda, sus partidos tendrán –tienen- responsabilidades más allá del resultado y del 4 de julio, pues formarán parte, algunos de sus miembros, de la próxima legislatura y Acción Nacional continuará con el mando presidencial, por lo que sus propuestas en la campaña no tendrán un destino final con la emisión del voto, sino que continuarán sus posturas acerca de estos temas.
Por tales razones están obligados a presentar propuestas, particularmente en lo referente a la seguridad pública, más allá de los enfoques generales hasta ahora presentados, pues los mismos son los hasta ahora expuestos –y llevados a la práctica por los actuales gobernantes-. El fracaso es estrepitoso.
Y tal conclusión los abarca por igual. Chihuahua es hoy el ejemplo del fracaso de la actual clase política, de su régimen de partidos, de su forma de gobernar, de su falta de proyecto nacional para iniciar sólidamente el desarrollo necesitado por los mexicanos –no para competir con el extranjero, como insisten en razonar los gobernantes panistas y muchos del PRI- sino para hacer que la mayoría de la población posea estándares de vida compatibles con los alcances tecnológicos por la humanidad.
En plena era de la cibernética no puede ser posible que existan chihuahuenses sin los más elementales servicios, los públicos, ni con los ingresos económicos, suficientes para adquirir todos los insumos necesarios para el desarrollo de sus potencialidades, y para vivir dignamente.
Lo hemos sostenido reiteradamente, Chihuahua necesita un drástico viraje en la política económica, en la agropecuaria, en lo social y en materia de seguridad pública, ese cambio, más allá del cosmético anunciado por Vicente Fox en el año 2000, es el necesario, independientemente de quien llegue al gobierno.
No hacerlo significará, a no dudarlo, la profundización de la crisis global que nos ahoga, de ahí la responsabilidad de Borruel, de Duarte, de sus partidos y del resto de las agrupaciones políticas existentes en Chihuahua.

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