domingo, 18 de abril de 2010

Arranques

El Diario, 18 de abril de 2010
Luis Javier Valero Flores
Iniciadas las campañas ayer, es inevitable acudir a las primeras encuestas efectuadas acerca de las preferencias electorales por los candidatos al Gobierno del Estado, y compararlas con las inmediatas anteriores, así como los resultados electorales.
No es ocioso reiterar que las actuales se efectuarán en un entorno radicalmente distinto a las elecciones realizadas hace doce y seis años. El abstencionismo presente ya en las del ’98 y creciente en las de 2004, se agravó en las intermedias del 2007, amén de que la curva creciente de las cifras abstencionistas se ha mantenido inalterable, también, en las elecciones federales.
No vaya a haber confusiones, en los comicios federales sube la participación electoral, y en los locales es menor, pero en ambos la curva es hacia la baja. La crisis, en su doble vertiente, la de la seguridad pública y la económica, con toda seguridad influirá decisivamente en los del próximo julio, y seguramente la inseguridad será el principal factor en contra de la participación de la ciudadanía en la jornada electoral, que se aunará a los factores causantes del alejamiento de los electores de las urnas, en el que el más descollante, sin ninguna duda, es la actuación de la clase política.
Por supuesto que hay otras diferencias respecto a elecciones anteriores, lógico que así sea, la sociedad es un cuerpo extremadamente cambiante, así no nos percatemos de ello, y las actuales, a diferencia de las anteriores muestran un hecho, ilustrativo de lo cambiante de las circunstancias políticas. Ahora el candidato priista lo es de cinco partidos y los del PAN y PRD son postulados sólo por sus respectivos partidos, a diferencia del proceso electoral precedente en el que Javier Corral fue postulado por el PAN, el PRD y Convergencia, en tanto que Reyes Baeza fue candidato del PRI, PT y PVEM.
Con lo que, de pasada, como ha sucedido en prácticamente todos los procesos electorales de la última década el PT y el Verde se asumen como verdaderos apéndices del priismo.
En estas condiciones, la difundida percepción de que el candidato del PRI, César Duarte, arrancaba con ventaja, así como la idea de que era quien tenía mayores probabilidades de emerger triunfador en las elecciones, se vino a confirmar con la publicación de los resultados de una encuesta efectuada por la empresa Gabinete de Comunicación Estratégica, y publicados por el grupo Milenio (propiedad, ahora venimos a saber, en un 50%, de Televisa, desde el año 2006), tanto en sus versiones impresas, como en el canal de televisión.
Según tal estudio, el priista César Duarte tiene un 46.5% de las preferencias electorales, contra un 26.2% del panista Carlos Borruel y un 2% del perredista Luis Adolfo Orozco.
Esa ventaja también la tiene el PRI en las preferencias electorales al momento de elegir diputados y presidentes municipales pues cuenta con el 43.8% de ellas, en tanto el PAN alcanza el 22.7 y el PRD 2.3%.
Más de seis años atrás, en septiembre de 2003, en la última encuesta efectuada por Mitofsky sin candidatos designados, el PRI aventajaba pues tenía el 44 por ciento y el PAN 27 por ciento, mientras que el gobierno del priista Patricio Martínez contaba con 77 por ciento de aprobación. (Milenio, 1/II/04). Luego, en febrero, esa misma empresa ubicó a Reyes Baeza muy adelante con un 54.7%, contra el 35.8% del candidato panista Javier Corral. A su vez, una encuesta ordenada por El Diario a la empresa Berumen y Asociados, arrojó resultados similares: 51.6% de los electores daría su voto a la Alianza con la Gente que postula a José Reyes Baeza, y el 26.9% por la Alianza Todos Somos Chihuahua con Javier Corral Jurado como candidato.
Al final, el triunfo fue para Reyes Baeza con el 47% de los votos, por el 34% de Javier Corral, luego de haber arrancado en condiciones semejantes a las de ahora, por lo menos en la diferencia, que en el caso de las elecciones de seis años atrás fue de casi 19 puntos (18.9) y ahora es del 20.3%, ambas, obtenidas por la misma empresa.
Doce años atrás, la primera encuesta confiable, la efectuada por Reforma y Norte, a fines de marzo de 1998, arrojó que el priista Patricio Martínez García ocupaba el primer lugar de las tendencias electorales con un 49% de las preferencias ciudadanas, frente a un 36% del panista Ramón Galindo Noriega, una diferencia de 13 puntos.
A su vez, la primera de las ordenadas por El Diario, realizada por la agencia independiente de sondeos de opinión, MORI de México, y diseñada con la asesoría del periódico The Dallas Morning News, publicada el 26 de abril de 1998, mostró que el candidato priista al gobierno del estado, Patricio Martínez García, encabezaba las preferencias, con un 44 por ciento, contra 35 por ciento del candidato del PAN, Ramón Galindo Noriega, es decir, nueve puntos de ventaja. A su vez, la candidata del PRD, Esther Orozco, obtuvo el 6 por ciento de las preferencias.
Al final, Patricio Martínez obtuvo el 50.3% de los votos, Galindo el 41 y Esther Orozco el 5%. Nueve puntos de diferencia.
Si bien se ha repetido hasta el cansancio que las encuestas solo son herramientas de trabajo para los equipos electorales, y que solamente son una especie de fotografía de un momento determinado en las preferencias electorales, por los resultados arriba mostrados podríamos llegar a la conclusión que tienen, las serias, las más profesionales de ellas, una buena dosis de credibilidad.
Pero hay un aspecto a tomar en cuenta. Si alguno de los candidatos en desventaja logra, no solamente proyectar adecuadamente las cualidades, o el mensaje, o logra imbuir en el electorado, así sea una sola frase, o el adversario comete alguno o varios errores y son bien aprovechados, las encuestas habrán demostrado su utilidad como herramienta de trabajo al mostrar los puntos débiles de sus adversarios y permitir su explotación.
De ahí que no se descubra el agua tibia si aseveramos que la ventaja del candidato priista puede desaparecer si comete errores. Más aún, deberá anotarse que la encuesta de marras aún no podía tomar en cuenta un factor: Aún no iniciaban las campañas y en Chihuahua existe un electorado afín al PAN que sólo se muestra a partir del inicio de las actividades electorales y que puede llevar a disminuir las diferencias ahora mostradas.
Por otro lado hay un aspecto que seguramente ya tomaron en cuenta los estrategas de los candidatos. El del abstencionismo, por lo que el número de indecisos disminuirá y, por tanto, crecerá la importancia del denominado voto “duro”, esto es, aquellos ciudadanos que en las últimas elecciones han votado por el mismo partido y que se encuentra más ligado a esa estructura partidaria.
Si así fuera, entonces la importancia de los equipos gobernantes adquiere una mayor importancia pues en la medida que logren transmitir, (por medios lícitos e ilícitos, éticos o no) que uno de los candidatos es el que mejor le daría continuidad al aspecto positivo (individual o social mejor evaluado por el votante), entonces contarán con un mayor número de votos seguros.
Dicho en términos de los activistas de los partidos, sabedores que no habrá poder humano que logre abatir de manera importante el índice abstencionista: -Vamos por el voto duro, dicen, conscientes que el clima de inseguridad influirá determinantemente en la campaña.
Y lo saben los candidatos. Apenas iniciada la campaña, Duarte y Borruel le dieron la prioridad al tema de seguridad pública. En tanto el priista anunciaba la creación de la Fiscalía General, con la consiguiente fusión de la Procuraduría y la Secretaría de Seguridad Pública, el panista lanzaba una desmesurada promesa, acabar con los secuestros y extorsiones, al tiempo que calificó de perversas y (de) oscuros intereses a las alianzas de su principal adversario, en el mismo tono que los priistas descalificaron a la alianza de panistas y perredistas en Oaxaca e Hidalgo.
Y Duarte no se quedó callado, ni disminuido en el tono al asegurar que quienes no tienen la visión para gobernar, “utilizan la descalificación barata”.
Así será la campaña. Así arrancan.
En tanto, para lograr que los chihuahuenses acudan a sus actos, anuncian que los arranques de sus respectivas campañas estarán engalanados con artistas. En ese sentido es descollante la invitación del panista Carlos Borruel. A plana entera, en los matutinos capitalinos, anunció la presentación de destacados grupos musicales, como si eso fuera lo importante y no el mensaje político y las propuestas de gobierno.
¡N’ombre, vámonos a escuchar a Los Cadetes de Linares y demás artistas, lo demás es puro rollo!
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net
Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com

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