martes, 24 de septiembre de 2013

Indemne el pulpo camionero

Aserto 122, septiembre de 2013 Luis Javier Valero Flores A la luz de la experiencia del Vive Bus en la capital del estado, de sus inconmensurables fallas, de la inmensa voracidad de los concesionarios, de la extrema tolerancia de las autoridades a las fallas, errores, falta de planeación, de las acciones boicoteadoras y de la ausencia de una vocación de prestar un servicio público de calidad por los concesionarios, sólo hay una opción: El transporte urbano de Juárez y Chihuahua debe ser operado por el Gobierno del Estado o éste ceder esa facultad a los municipios. El gobierno del estado debe y puede hacerlo. Es facultad del gobernador otorgar concesiones y puede delegarlas en los municipios, si así lo decide (Constitución de Chihuahua, Art. 93, fracciones 27 y 37). Razones sobran. El nuevo sistema de transporte urbano instalado en la capital del estado es extremadamente complejo y son tantos los intereses, y tantas las personas afectadas, o beneficiadas por su mal o buen funcionamiento, que puede incurrirse en grave irresponsabilidad si se le deja en manos de un grupo de concesionarios y de un gremio que ha demostrado su absoluta falta de compromiso para con la sociedad. Su voracidad es de tal magnitud que en los primeros días del funcionamiento, por su oposición, o por el intento de presionar hacia el alza de las tarifas, puso en crisis el funcionamiento de toda una ciudad. ¿Por qué tanta tolerancia a los concesionarios y choferes? ¿Cuántos los agraviados en la primera semana del Vive Bus? ¿Cuántas las pérdidas? ¿Cuántas las horas-trabajo perdidas? ¿Cuántas las angustias por la llegada tarde, al trabajo, a la escuela, a todas partes? ¿Cuánto el desazón de miles de madres al ver partir hijas -e hijos- en la oscuridad de la madrugada sin que las rutas alimentadoras cumplieran con su obligación de iniciar a las 5.30 horas de la mañana? ¿Cuánto el peligro corrido por jóvenes -de ambos sexos- debido a que las rutas alimentadoras, o “se cortaron” antes de tiempo, o acortaron la ruta por las noches? ¿Cuántos los camiones que no salieron a efectuar sus recorridos? ¿Cuántos los choferes que boicotearon el traslado de los usuarios? Es tal el desorden que el Gobierno del Estado decidió traer poco más de un centenar de unidades y choferes de otras ciudades, aplicar una sanción de más de medio millón de pesos a la empresa proveedora del servicio, la Coordinadora de Transporte Colectivo (CTC), y amenazar a 90 concesionarios con retirarles las concesiones en caso de no presentarse a fin de que dieran a conocer sus motivos para no poner a disposición de los usuarios sus unidades. Pero en estas acciones, y en prácticamente todas, como las de la expedición de las tarjetas, son las autoridades las que han tomado en sus manos todas y cada una de las actividades que les correspondían a la empresa concesionaria. Pero la mayoría de los problemas fueron generados, no solo por el mal diseño de las rutas alimentadoras, sino el permanente boicot de los choferes de las mismas, con la connivencia de no pocos concesionarios que realizaron -aunque al momento de redactar al presente trabajo, aún se seguían presentando tales episodios- mil y un maniobras para exasperar a los usuarios del transporte: Modificaban las rutas, acortaban los recorridos, se salían de las rutas, disminuían notoriamente la velocidad, incorporaban tarde sus unidades, o terminaban antes de tiempo sus recorridos, sin autoridad que vigilara y sancionara, de algún modo, tales hechos. Desde el gobierno se dice que se otorgó capacitación a los más de mil choferes, muchas semanas antes de la inauguración. Si esto es cierto ¿Por qué no se definió, desde entonces, el listado de quienes sí se quedarían en el Vive Bus? ¿Por qué fueron necesarias manifestaciones y acciones represivas para echar andar el proceso de liquidación o refrendo del trabajo en el transporte para los choferes? La respuesta es simple, para esta pregunta y para las demás: Porque desde las alturas del gobierno se protege a un gremio y a una central sindical, es decir, a los concesionarios y a la CTM, y así hay que decirlo, a quienes no les importa la calidad del servicio que otorgan y quienes, estos sí, mantienen como rehén a toda una ciudad, en este caso la capital del estado y que a partir de noviembre -si se mantiene la promesa gubernamental de iniciar el Semi Masivo en esa fecha- es probable que la mayor parte de los problemas, ahora sufridos por los capitalinos, pasen a formar parte de la cotidianidad de los juarenses. Analicemos fríamente la situación, sin maniqueísmos ni prejuicios políticos o ideológicos, porque ya oímos a las voces que claman, cuando se expone la idea de municipalizar o estatizar el transporte urbano, acusando que esa es una idea “socialista”, cuando en la mayor parte de los países desarrollados, del mundo capitalista, hace mucho tiempo que los sistemas de transporte vertebrados en una sola empresa son propiedad estatal, y no por ello se les acusa ideológicamente. Para prueba ahí está un botón, el transporte de El Paso, Texas. Desde antes del Vive Bus, Juárez y Chihuahua padecían un transporte urbano deficiente, malo y caro, con una conducción caprichosa y bajo el chantaje de concesionarios y choferes de que se retirarían del negocio en virtud de las bajas tasas de utilidad. Ahora sabemos, por las quejas de los choferes que están optando por la liquidación, que éstos obtenían ingresos diarios de hasta mil pesos. Si esas utilidades obtenían los operadores, quiere decir que sí era negocio. Ni siquiera el gobierno del panista Francisco Barrio puso un freno a los abusos del “pulpo camionero”, como se le denominaba. Sólo se cambió la ley para establecer que no podrían circular unidades con más de 10 años de antigüedad. Es letra muerta hasta la fecha. Con mil argucias hicieron que las autoridades aceptaran que circularan las viejas unidades. Bastaba con cambiar el frente del camión para que les aceptaran que habían renovado la flota vehicular. Es de tal magnitud la inversión gubernamental realizada, en sus sistemas de transporte, tanto en Juárez como en Chihuahua, en aquella cerca de los 900 millones de pesos a lo largo de 10 años, y en ésta de un poco más de mil 200 millones, a fondo perdido, que la pregunta salta a los ojos ¿Por qué invertimos tanto en un negocio privado? En la ruta troncal No. 1 de Chihuahua se invirtieron mil 200 millones de pesos, aún faltan otras ¿Cuánto nos costarán cada una de ellas? ¿También serán a fondo perdido, en beneficio de la CTC? ¿Por qué? Se dice que no sería un buen negocio para el gobierno la estatización. Hagamos cuentas. El Director de Transporte, Jaime Enríquez, calcula en 150 mil personas las que usan el transporte urbano en Chihuahua, eso significan, por lo menos, dos viajes por cada una, entonces son 300 mil viajes, multiplicados por 16 pesos diarios, (cuando se empiece a cobrar, cosa que al parecer era inminente a principios de septiembre) suman casi 5 millones de pesos ¡Diarios! Si estas cifras son ciertas, señores, estamos hablando de un negocio, sólo en la ciudad de Chihuahua, de un poco más de mil 300 millones de pesos al año, tomando en cuenta, solamente, los ingresos de los días laborales. Si todavía hasta el viernes anterior al inicio del Vive Bus aún se habían firmado los contratos de sustitución de patrón para el total de los choferes del transporte urbano, ni, todavía a esa hora aún no se habían fijado las tarifas, lo ocurrido el lunes siguiente mostró que los autores del proyecto nunca pensaron en la necesidad de efectuar infinidad de mediciones, de viajes de prueba, de medición de tiempos en los trayectos, no solo de la ruta troncal, sino de las alimentadoras, del número de personas que se podrían presentar en el inicio de las actividades. El atiborriamente de los autobuses, los verdaderos cuellos de botella presentados en casi todas las rutas demostró que, ni siquiera, calcularon los cupos de los autobuses en las distintas rutas. ¿Se necesitaban muchos elementos para darse cuenta que el sistema colapsaría en cuanto fuera exigido al máximo de las actuales necesidades de transporte en la ciudad si en pleno domingo ya se había detonado la ocupación del transporte? No fue así y los resultados los ha sufrido casi el total de los capitalinos, eventualidad que deberá poner a trabajar a los responsables del Transporte Semi Masivo en Juárez, pues las complicaciones pueden ser aún mayores por el número de usuarios, superior al de Chihuahua y las distancias incomparablemente por encima de las de ésta. Y a los que dicen que es mejor la iniciativa privada para manejar este servicio, lo realizado por los concesionarios a lo largo de casi medio siglo está a la vista, en cuanta ocasión fueron requeridos para mejorarlo fallaron, después de infinidad de promesas. Si tan solo eso tuviéramos a la mano, bastaría para retirarles la concesión, pero lo realizado en los primeros días del nuevo sistema de transporte raya en la criminalidad, mayor prueba de ineficiencia no tenemos a la mano. Si el gobierno estatal no hubiera salido al paso para cubrir todas y cada una de las ineficiencias, involucrando a cientos de empleados estatales, de distintas dependencias, para solucionar los ingentes problemas generados por la ineficiencia, falta de planeación y de programación del Vive Bus, las cosas habrían sido infinitamente peores. Y es que se empleó a fondo casi toda la estructura estatal para salir al frente de lo que podría ser -y lo es hasta el momento- uno de los peores momentos de la actual administración estatal, aderezado por la torpe actuación de los órganos de seguridad para enfrentar las manifestaciones de los días anteriores. Además, si a la calificación del servicio ofrecido por las dependencias oficiales, ni duda cabe que, comparados, sale mejor librado el gobierno estatal en, por ejemplo, el suministro de agua, mantenimiento y rehabilitación de las carreteras concesionadas (las que se han convertido en fuente de financiamiento), de tal manera que no se puede argüir que el gobierno no tendría la capacidad para operar el sistema de transporte. Todo lo ha hecho el gobierno estatal. Construyó las instalaciones, cambió y acondicionó las vialidades, les consiguió a los concesionarios el financiamiento de las unidades nuevas, gestionó y contrató los servicios de internet, se hizo cargo de la publicidad, asumió los costos de los primeros días de servicio gratuito, les impartió los cursos de capacitación a los choferes, convenció a los concesionarios, organizó la empresa, les facilitó la firma de contratos y liquidaciones, obtuvo la participación de unidades y choferes para sustituir los faltantes de las rutas alimentadoras y aportó, diariamente, más de 100 elementos de tránsito para cuidar el adecuado flujo de la ruta troncal. ¿Cuál es la única tarea que no hace el gobierno estatal? ¡Cobrar! La obra insignia de la actual administración estatal en la ciudad de Chihuahua puede convertirse en uno de sus peores fracasos, porque puede llegar a ser un verdadero modelo, emblemático, de un moderno, ágil y eficaz sistema de transporte urbano. Pero lo que mostró en los dos primeros días es el reverso de lo anterior. Evidenció que la ejecución del proyecto estuvo plagado de notorias incapacidades y de una enorme improvisación. Mostró, además, una peor faceta del gobierno: Su incapacidad para afrontar las manifestaciones ciudadanas, ante las cuales se ha respondido -con apenas tres días de diferencia- con golpes, disparos de salva y de granadas de gases lacrimógenos y detenciones sin tono ni son. Todo ello aderezado de un lenguaje que creímos sepultado en los tiempos de cuando el dinosaurio gobernaba al país. Ante tantos y grandes problemas, la pregunta sigue en el aire ¿Por qué mantenerlo como un negocio privado y no de la ciudad? ¿Por qué respetarle su negocio al pulpo camionero que, como el dinosaurio, cuando despertamos ahí permanecía? asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF facebook.com/ljvalero

No hay comentarios:

Publicar un comentario