martes, 24 de septiembre de 2013

La represión no es el camino

Aserto 122, septiembre de 2013 Editorial Luis Javier Valero Flores Los conflictos generados por la accidentada puesta en marcha del nuevo sistema de transporte, el Vive Bus, llegaron a un extremo, no presentado en la capital chihuahuense desde los lejanos tiempos del gobernador panista Francisco Barrio, la represión hacia los manifestantes -los choferes y los que se oponían a la construcción de la réplica del mausoleo-, en el que el pretexto fue el intento de retiro de las unidades que los choferes del transporte urbano habían colocado en los alrededores del Palacio de Gobierno, en un primer episodio, seguido de otro apenas tres días después, usado para contener las manifestaciones de quienes se oponían a la puesta en marcha del Vive Bus. Tanto la decisión, como el modo en que se realizó el operativo, son altamente cuestionables, no denotaron preocupación por las posibles -y previsibles- consecuencias de enfrentar a un grupo social que de suyo es poco controlable y que en esos momentos, merced al trato recibido, tanto de sus patrones como del gobierno, no tenía elementos para comportarse pacíficamente, en caso de que se les tratara violentamente, como así sucedió. Una infeliz coincidencia, la de que el operativo se desplegó sobre la zona en que recién terminaba la manifestación en contra de la construcción de la réplica del mausoleo de Francisco Villa, hizo que los acontecimientos se tornaran aún más ríspidos, pero ¿A quién se le ocurre lanzar un operativo represor, intentando desalojar a más de medio centenar de camiones, por una zona en la que se sabía podían encontrarse infinidad de proyectiles pétreos? Más aún ¿A quién se le ocurrió enviar agentes de tránsito en contra de una manifestación ¿Acaso han recibido entrenamiento de este tipo -antimotines- ese personal? ¿Por qué no usar, desde el principio, el grupo especializado, porque, suponemos, éste está capacitado para no hacer uso de la violencia? Las imágenes son dantescas. Policías estatales con piedras en las dos manos, policías empistolados haciendo detenciones en medio de una manifestación, policías sin escudos ni caretas, etc. Es decir, no había la intención de “apaciguar” una manifestación, sino de provocar una reacción violenta de los manifestantes ¿Acaso pensaron que con sólo ver una grúa -y eso fue, literalmente, una grúa- los choferes, que era en contra de quienes se lanzó la operación, se retirarían? Y luego, al lanzar una agresiva campaña mediática en contra de los dirigentes de la izquierda y la derecha locales, Jaime García Chávez y Miguel La Torre, respectivamente, sin señalar a quienes en los primeros días del funcionamiento del Vive Bus sí lo boicotearon: Los concesionarios y los choferes de las rutas alimentadoras que pusieron de cabeza a toda la capital chihuahuense. Ahí está el meollo de la actual crisis del transporte urbano en el antiguo San Felipe del Real, los concesionarios vinieron a demostrar fehacientemente que su vocación no es el servicio público sino la ganancia fácil; por su lado, los choferes, con sus pretensiones en la negociación de las liquidaciones certificaron las elevadas tasas de utilidad de un negocio que los concesionarios, durante décadas, adujeron que apenas servía para sobrevivir. No es así. Y el servicio ofrecido a la sociedad chihuahuense es pésimo. Tal responsabilidad no es de los concesionarios, es del gobierno estatal, éste debería asumir su responsabilidad y convertir a la nueva empresa de concesionarios, la Coordinadora de Transporte Colectivo en una empresa del gobierno estatal y ofrecer el servicio que el antiguo pulpo camionero no quiso y no pudo ofrecer.

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