martes, 16 de abril de 2013

“Ya sé quién es usted”

El Diario, 16 de abril de 2013 Luis Javier Valero Flores “Usted no debería estar aquí, ya sé quién es. No se aproveche”. Tales expresiones fueron realizadas ayer por el Fiscal General del Estado, Carlos Manuel Salas, al tiempo que con la mano derecha hacía un círculo para asentar que la persona señalada estaba “aprovechándose” de los maestros timados por la financiera Casa GRIO, que acudieron ayer a la audiencia pública otorgada por el gobernador del Estado, César Duarte, en la ciudad de Jiménez, diseñadas, paradójicamente, para recibir las solicitudes y reclamos de la sociedad. Luego, ya en entrevista con el gobernante, se comentaron las posibilidades de concretar algunas opciones financieras a fin de auxiliarlos. Pero unos momentos antes de ser recibidos por el primer mandatario pasaron el trago amargo de ser prácticamente increpados; no sólo fueron las expresiones del fiscal sino sus gestos corporales y, finalmente, después de recibir la información de alguno de los funcionarios subordinados suyos, señalar a quien le pedía que se solucionara el problema de todos al tiempo, amenazadoramente espetarle -¡Ya sé quién es usted, no se aproveche! El problema estriba en que dichas frases eran desproporcionadas al tono y contenido de lo dicho por la persona que le pedía solución para todos, pues era hasta medroso el tono; sin embargo, la respuesta fue tajante del funcionario que acudía, como todos los convocados por el gobernador Duarte, a recibir las peticiones de la ciudadanía, como debe ser en tiempos electorales, enfundado en camisa roja. No plantee lo que no debe, fue una de las respuestas del fiscal al reclamo. Perdida la concepción de que el funcionario público es un ciudadano mandatado por sus conciudadanos para hacerse cargo de los asuntos públicos, y en el presente caso para procurar justicia, se erigen de pronto en los regañones de los ciudadanos, con el agravante de que se hizo en presencia de los medios de comunicación, con infinidad de teléfonos celulares grabándolo, rodeado de un buen número de funcionarios de los tres poderes, en medio de una audiencia, presuntamente citada para oír los reclamos y peticiones de la sociedad. Así, el encargado de procurar justicia en Chihuahua, por su encargo constitucional, representante del pueblo de Chihuahua, asumió el papel de jefe regañón ante ciudadanos evidente y justamente indignados. Fueron varias las expresiones peyorativas hacia los que hablaban. –Que nadie se aproveche de esta situación. –Que no se pase de listo… La pregunta salta de inmediato ¿Si esa es la conducta en público, cómo habría sido en privado? ¿Y todo por qué? Sólo porque los maestros pedían justicia. El Fiscal contestó que ya había personas bajo proceso, pero los mentores pedían que ya no se les descontara de la nómina pago alguno, pues, decían, si ya existe la certeza de la comisión de un delito, hay detenidos ¿Por qué no detener los cobros de un asunto a todas luces ilegal? ¿Por qué no pedir a un juez que detenga los pagos mientras se investigan los hechos? Afortunadamente, para los maestros, el mandatario anunció que “afinaban” los detalles de un programa de apoyo a los demandantes. Queda en el aire, preocupante por lo demás, la conducta del encargado de la procuración de justicia en la entidad. Todos sabemos del elevado grado de tensión generado por un cargo de esa naturaleza, máxime en la entidad que ocupa, todavía hoy por desgracia, el primer lugar nacional en ejecuciones, pero conductas como las ahora relatadas no le ofrecen a la sociedad la certeza de que ahí se encuentra una persona con la mesura y el control necesarios para afrontar la grave problemática derivada de su cargo. No se plantea que deba renunciar pero sí que tome las medidas pertinentes para afrontar sus tareas con mucha mayor mesura, porque si tal conducta la asume el principal funcionario de seguridad pública, imaginémonos la cadena de pensamientos generados en sus subordinados. Desde hace tiempo venimos planteando la necesidad de que todos los elementos de las agrupaciones policiacas y de seguridad pública (y sus familias) deban ser apoyados psicológicamente y beneficiados con períodos de desintoxicación laboral, a fin de que actúen en las mejores condiciones físicas y sicológicas en el desempeño de su trabajo, el episodio relatado pudiera ser ejemplo de ello.

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