domingo, 21 de abril de 2013

Contrapesos

Aserto No. 117, 20 de abril de 2013. Editorial. Abril es el mes en el cual habrán de desarrollarse las precampañas de los partidos políticos, a cuyo término se iniciarán las campañas electorales, las más cortas en la historia de la entidad, merced a los recientes cambios en la legislación electoral. Se darán en un entorno novedoso y de alto riesgo para el desarrollo de las instituciones y cultura democráticas, la hegemonía del partido gobernante en Chihuahua es tal que se pueden prever unas elecciones de muy escasa competitividad, producto, sí, del activismo gubernamental, pero también de la profunda crisis de los partidos políticos existentes en Chihuahua. Crisis que, quizás, no comparta el PRI pero cuyas prácticas sí lo pueden llevar a afrontar condiciones desventajosas en el futuro inmediato, sobre todo en los procesos electorales del 2015 pues en el curso de la actual campaña electoral el rompimiento de las formas políticas, incluso las propias de este partido. El PAN sufre ahora las consecuencias de su forma de ejercer el poder; todos los defectos políticos que criticó a su principal adversario los adquirió prontamente y aquella preocupación de sus fundadores, la de ganar el gobierno sin perder el partido, se hicieron realidad. El clímax de tal degradación política lo constituyó, en Chihuahua, las elecciones internas del 2012 para elegir a los integrantes de las fórmulas de candidatos al senado de la república. La confrontación adquirió ribetes de verdadera lucha campal por una razón: No buscaban ser los candidatos sino el candidato de la primera fórmula, es decir, la que, perdiendo, ganaba. Tal episodio era el secundario al de 2010, en el que se demostró ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la comisión de un fraude, igual que en las elecciones federales del 2012. Además, el electorado de todo el país le cobró al panismo su forma de gobernar, en particular su forma de afrontar la crisis de seguridad pública, la curva de preferencias electorales permanentemente fue a la baja. Si a tales fenómenos se suman los más recientes hechos ocurridos a su interior, lo lógico será esperar una baja en las preferencias electorales. A su vez, lo que ocurre con la izquierda -si a los partidos registrados, catalogados como pertenecientes a esa corriente política, se les puede ubicar en tal segmento de las ideologías políticas- es, quizá, una de sus peores crisis; paradójicamente, pues apenas el año anterior obtuvo la más alta votación de toda su historia, aunque es bueno decirlo, se dió alrededor de su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Perdida la identidad política, PRD, PT y Movimiento Ciudadano compiten entre ellos para encontrar cual es el más cercano al PRI, pues este partido el que tiene el poder y es el que distribuye las posiciones políticas, que es, finalmente, el único objetivo de tales agrupaciones políticas, conclusión a la que hemos llegado no sin tristeza pues la conformación, historia y tradición de la izquierda le ha costado infinitos dolores a los chihuahuenses, además de haber contribuido como muy pocas fuerzas al desarrollo democrático de la entidad. Así, nos asomamos a una etapa, no necesariamente buena, en la que el poder establecido no contará -no cuenta- con los contrapesos necesarios.

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