domingo, 21 de abril de 2013

Vodevil y dedazos

Aserto No. 117, 20 de Abril de 2013 Luis Javier Valero Flores El inicio de la actual campaña electoral es, sin duda, uno de los más escandalosos en Chihuahua y el más representativo de la profundidad de la crisis de los partidos locales. Todos atraviesan por situaciones difíciles, así el partido gobernante aparentemente se encuentre en uno de sus mejores momentos. El gobernador César Duarte llega a la mitad del sexenio en el apogeo del poder, ejercido, además, al más puro estilo del priismo de antes de la derrota presidencial del año 2000, al influjo del cual prácticamente todos los partidos tomaron sus decisiones para la participación en el actual proceso electoral. Cuatro acontecimientos ocurridos en las últimas semanas de marzo ocupan la atención de los chihuahuenses. Es así porque revela los modos del ejercicio del poder, en lo que puede ser el tono característico del PRI de regreso al poder en el país, pero que convierte en letra inútil toda la legislación electoral en materia de precampañas, por lo menos para el partido gobernante en Chihuahua. En primer lugar, el sorpresivo anuncio, primero, realizado por el entonces panista, Miguel Jurado, de que se proponía la concreción de una alianza PRI-PAN a la alcaldía de Parral; en segundo lugar la manera en que el gobernador César Duarte se encargó de anunciar quienes serían los precandidatos únicos a las alcaldías de Juárez, Chihuahua, Cuauhtémoc y Delicias. Luego, la renuncia de Antonio López a la búsqueda de la candidatura por la alcaldía de Chihuahua por su partido, el PAN y, finalmente, el anuncio de que la dirigencia estatal del PRD buscaba afanosamente la alianza con el PRI, en una negociación que llevaría a que su legislador local, Héctor Barraza, fuera postulado como candidato a Síndico y que Pavel Aguilar y Hortensia Aragón obtuviesen sendas posiciones, ya fuera en el cabildo de la capital y/o en el Congreso del Estado, al modo en que el PT ha obtenido posiciones legislativas, derivadas de sus alianzas con los priistas. Sin embargo, la postura del Comité Nacional perredista es contraria a la alianza con el PRI, por lo que, probablemente, no se concrete. A su vez, el PT y el partido del Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) pactarían la conformación de una alianza parcial con el PRI, amén de que todavía hasta la primera semana de abril se hablaba de la posibilidad de una alianza de estos partidos, el PRD y el PRI en la alcaldía de Parral, con Jurado a la cabeza. De este modo, y salvo lo que determine el partido Nueva Alianza (Panal), se podría pensar en que, en algunas posiciones -quizá pocas- se conforme una alianza de los partidos formalmente de izquierda, que el PRI se alíe, por lo menos, con el Verde Ecologista y el PAN participe sin aliado alguno. Pero el último de los episodios del “affaire” de Miguel Jurado -el de su renuncia al PAN- nos ofrece a pasto un mayor conocimiento de las intimidades del poder, tanto de quienes lo ejercen, como de quienes lo buscan, y revela cuán aceleradamente se acercan los dos partidos que han gobernado Chihuahua a lo largo de las últimas tres décadas. Ahora sabemos -según las versiones ofrecidas al escribiente- que el mismísimo gobernador César Duarte buscó que se concretara la alianza con el PAN en la alcaldía de Parral. Además, y seguramente como trasfondo de tal empeño, se asegura que Jurado encabezaba todas la encuestas -algunas versiones hablan que con una ventaja de hasta 20 puntos-, lo que, se dice, lo volvía inalcanzable en la elección constitucional, razón que llevó a varios priistas parralenses a proponerle (en versión de Jurado) que se postulara por el PRI a la alcaldía. El ex diputado local propuso a su dirigencia estatal y a César Duarte (su amigo) concretar la alianza. Sorprende la intención de Jurado de empeñar todo su capital político en pos de una imposible alianza con el PRI, a sabiendas de que mantenía una considerable ventaja en las preferencias ciudadanas a tres meses de las elecciones, en un proceso que, por su escasa duración, los candidatos más conocidos por la ciudadanía, tienen una ventaja muy difícil de desaparecer en las cinco semanas de duración de las campañas electorales. Pero en la concepción de los priistas, y de Miguel Jurado, las fronteras entre PRI y PAN han desaparecido, o son mínimas, lo que vendría a ratificar, tanto la creciente percepción y calificación ciudadana de que todos los partidos son “iguales”, y la de una parte de la izquierda mexicana que ha tenido como eje central de su discurso el que el PRI y el PAN son la misma cosa, concepto que más recurrentemente escuchamos del líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador. ¿Y entonces para qué renunciar a la candidatura y a su partido? Duele decirlo, pero tales decisiones llevan a pensar, y sobre todo a especular, acerca de las verdaderas razones para tomar tal resolución que, además, gravitará sobre el desempeño, y especialmente en la percepción de los votantes del proceso electoral que ha arrancado con tan intempestivos hechos. El PAN chihuahuense se encuentra, quizá, en el peor de los momentos de su historia y en cambio el PRI está aprovechando el momento, incubando y procesando la eterna veta de esperanza de una buena parte de la población, además del ejercicio del poder -lo que bien saben los panistas- reditúa muchos votos, baste recordar la inusual votación alcanzada por el PAN en prácticamente todos los municipios serranos de alta y muy alta marginación en las elecciones del 2010, que le generó triunfos municipales en más de una veintena de ellos, además de que en la elección de gobernador fueron algunos de ellos en los que César Duarte perdió en el recuento municipal. La renuncia a la precandidatura por el PAN a la alcaldía de Chihuahua del ex diputado local, Antonio López, vino a agravar la crisis de credibilidad de este partido, y probablemente le resolvió el problema al gran elector del PRI -por lo menos en la capital- pues ahora las consecuencias de tan lamentables sucesos del panismo hacen más previsible el triunfo de los priistas en las elecciones del primer domingo de julio próximo. Y es que las acusaciones de Antonio López son más enfáticas que las lanzadas por Jurado apenas unos días atrás. No se trata de la denuncia pública al rechazo de una alianza con el PRI, algo que la mayor parte de los militantes blanquiazules tomaron a bien de sus dirigentes, pues una alianza de este tipo es lo más lejano a cualquier militante de mediana antigüedad en su partido. No, lo denunciado por López es la prueba que faltaba para demostrar la sima en la que se encuentra este partido, el más antiguo del país. “Se suponía que iba a liderar un proyecto con todas las corrientes, pero vi que no se ponían de acuerdo en lo que siempre pelean: posiciones en el cabildo y en el mismo equipo de campaña”. “Yo no quiero ganar una interna, quiero ganar la constitucional para trabajar por Chihuahua, pero por ejemplo Guillermo Villalobos (ex diputado local y ex secretario del cabildo que presidió Carlos Borruel) me pedía ser mi suplente y dos regidurías, a lo que me opuse porque yo necesito gente que conozca y que en verdad ayude a mejorar la calidad de vida de los chihuahuenses”. Sin embargo, frente a tan escandalosos hechos, destaca la forma en que el mandatario chihuahuense efectuó los “destapes”, recuperando todo el sentido que tal acepción tenía antes del 2000. No obstante, en todos los casos, eran las estructuras y dirigentes de los partidos quienes hacían los anuncios correspondientes a la sociedad y no el gobernante en turno, para guardar las formas, incluso lo decían -El “partido” ha resuelto…- . En ningún caso el gobernante hacía los anuncios, cuidaban las formas y dejaban que fuera “el partido” quien aparentara hacer su trabajo. Tales formas del pasado quedaron hechas trizas con la manera en que el Gobernador de Chihuahua, César Duarte, decidió, no solo designar a quienes serán los abanderados de su partido en la contienda a las alcaldías (seguramente que contó con el aval del equipo de Peña Nieto, sin que éste dejara de lado que dejarlo hacer significaba, de muchos modos, preparar al escenario para influir determinantemente en la designación de su sucesor), sino anunciar personalmente a la sociedad, a su partido y a los aspirantes quienes eran los triunfadores. ¿Qué costaba que lo hiciera el dirigente formal del PRI, Leonel de la Rosa? Pueden ser muchos los méritos de los ungidos ahora -y lo son en muchos de ellos- pero por lo menos en los casos de Juárez, Chihuahua y Parral esa es una característica que nadie debió despreciar, son hombres muy cercanos a Duarte, de tal modo que desde ahora Serrano y Garfio se subieron a la pista de los presuntos sucesores de Duarte Primero, el gobernador, ante la pregunta de los reporteros por saber si alguien de su gabinete había solicitado licencia, dijo que no, pero que sabía de la intención del Dip. Enrique Serrano de hacerlo. Se me va la mano derecha del Congreso, dijo, pero la tendré en Juárez, en una más que evidente intromisión en el proceso electoral. Luego, decidieron festejar tal designación en un desayuno, que para el gobernador terminó a las 2 de la tarde, es decir, en horas hábiles, al igual que el total de los funcionarios públicos, estatales y municipales, que lo acompañaban. Pero en la fiesta, Duarte le pidió, solamente a Javier Garfio, Jorge Ramírez y Ricardo Orviz que cantaran, aprovechando el mariachi ¡Vaya manera de decirles a todos quienes serían los candidatos de Chihuahua, Cuauhtémoc y Delicias! Luego, en tanto la fiesta se desarrollaba, la administración estatal enviaba un comunicado citando a los medios a una conferencia de prensa a celebrar en el hangar de Gobierno del Estado. Todo mundo ya sabía para qué. Efectivamente ¡Otra vez el gobernador hacía el “destape”! Ahí dio a conocer que el Ingeniero Garfio le había solicitado licencia en el gabinete para buscar el registro como precandidato de su partido a la alcaldía de Chihuahua. Probablemente la forma de anunciar las designaciones se convierta en uno de los elementos centrales de la campaña del PAN. La primera evidencia de tal estrategia la presentó el presidente estatal, Mario Vázquez, al momento de afrontar la renuncia de Antonio López a la aspiración de ser candidato, cuando dejó caer, contundentes, los señalamientos de la participación del gobernador Duarte en la campaña, con el ánimo de atenuar las críticas a su desempeño y a la gravísima crisis de su partido, como causas de las renuncias de Emilio Flores y Antonio López a la búsqueda de la candidatura y a la renuncia de Miguel Jurado al partido. Aún faltaba la aportación del perredismo local a la picaresca nacional. El dirigente estatal de este partido, Jesús Manuel Márquez, fue quien mejor retrató  las motivaciones y los mejores argumentos usados por su dirigencia para sustentar la pretensión de buscar una alianza con el PRI, aprobada hasta en dos ocasiones por el Consejo Estatal y rechazada por Jesús Zambrano, líder nacional. Márquez declaró: “Pero si siempre hemos dicho que PRI y PAN son lo mismo, y ya nos aliamos en otros estados con el PAN, por qué no hacerlo aquí con el PRI, no veo tanto problema”. La resolución del Consejo Estatal perredista es histórica para las fuerzas que se autocalifican de izquierda, nunca, en toda su historia, salvo el PT (cuyo desempeño local difícilmente se podría catalogar como tal) se había presentado tal fenómeno. La coalición incluiría candidatos comunes con PT, PVEM y PT en varios municipios y distritos, respaldarían al candidato del PRI a la alcaldía de Chihuahua, Javier Garfio, y a cambio Héctor Barraza, ex líder estatal y ex diputado local y federal, sería postulado a la sindicatura, además de postular de manera conjunta al ex panista Miguel Jurado Contreras a la alcaldía de Parral y en el distrito 1 postularían al perredista Javier Mendoza, presidente municipal de Casas Grandes. Las “nuevas formas de hacer política dejando a un lado las diferencias partidistas”, concepto del gobernador César Duarte, encontraba así una muy vívida aplicación. Se sabía de la posible alianza del PT y del Partido Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) con el PRI, pero que el “combo” incluyera al PRD esa sí que es una verdadera sorpresa, aunque ya analizada fríamente no lo es tanto dadas las filias políticas de quienes dirigen hoy al PRD localmente. Una buena parte de la izquierda mexicana, a la que perteneció desde su juventud Jesús Ortega, con mucho el hombre con más poder en el PRD, no ha tenido más referente que el poder político ejercido por el PRI. Pero Ortega es un hombre sagaz, inteligente y preparado, en cambio, muchos de sus seguidores abrevan solamente de las "oportunidades" que depara la cercanía, muy estrecha, con los hombres del poder, de ahí que en lugar de considerar la firma del Pacto como un acto entre fuerzas políticas distintas, convergentes en algún momento y en algunos temas, de inmediato ya se consideraron como parte de la "familia" en el poder, sin parar mientes que son, al fin y al cabo, fuerzas distintas y que lo propuesto por los priistas es el mecanismo ideado por ellos para permanecer en el poder durante largos años. Que algunas cosas le sirvan a la gente, al país, ni duda cabe, de lo contrario no podrían los priistas alcanzar un cierto consenso social, pero de ahí a perder la brújula política y la identidad ideológica hay un mundo de diferencia. Bueno, pues eso sucedió, con las excepciones debidas. Además, a pesar de lo que muchos pensaron, que a la salida de AMLO del PRD terminarían las querellas en este partido, al contrario, se han agudizado y ahora han aflorado hasta las diferencias entre los equipos de Marcelo Ebrard y Miguel Mancera, entre Los Chuchos y René Bejarano, entre los seguidores del Pacto y sus impugnadores, entre los que privilegian la relación con el PAN y los que la desean, la ansían, con el PRI. Pero el problema mayor es el desdibujamiento político e ideológico. Ante éste, las expresiones de López Obrador, en el sentido de que Morena es la única oposición a la actual administración federal, adquiere un enorme sentido. Así, las elecciones de medio año podrían presentarse en condiciones inéditas en el curso de los últimos 30 años, de ese tamaño es la crisis política de los partidos políticos en Chihuahua. Sí, porque el PAN atraviesa por la que puede ser su peor época; la izquierda con registro electoral, dividida y ansiosa por aliarse al PRI, Morena, ausente del proceso y el PRI en el apogeo del poder, por ahora. asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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