domingo, 24 de marzo de 2013

Ni en sus mejores tiempos

El Diario, 24 de marzo de 2013 Luis Javier Valero Flores Con abundantes las anécdotas acerca del modo en que el gobernante le hizo saber a su sucesor acerca de tan decisiva determinación. Cuenta Gonzalo N. Santos que el presidente Adolfo Ruiz Cortines le señaló un mapa nacional a Adolfo López Mateos al tiempo que le pedía –Cuídemelo. José López Portillo relata en sus memorias que en un discreto coloquio así se lo hizo saber a su mejor discípulo, Miguel de la Madrid. En cambio, Luis Echeverría, después de una reunión con su mejor amigo de toda la vida, López Portillo, le dijo que en el Comité Nacional (del PRI) lo esperaban los dirigentes del partido y de los sectores para hacerle saber que lo habían designado “para encabezar los esfuerzos nacionales”. Carlos Salinas, ante el asesinato de Luis Donaldo Colosio, convocó a los gobernadores y dirigentes del PRI. Ya reunidos, Manlio Fabio Beltrones le anunció a los presentes (luego de haber conversado minutos antes con el presidente) que tenía un video que exhibir. A continuación, introdujo un videocassette al aparato reproductor y de inmediato apareció la imagen del candidato asesinado, en el momento en el que anunciaba que Ernesto Zedillo, contra todos los pronósticos, sería su coordinador de campaña con las siguientes palabras: El Licenciado Ernesto Zedillo es el hombre más cercano a mí. No hay nada que hacer, dijo Salinas, les agradezco, señores, haberme participado de tal decisión, los felicito, seguramente en el partido ya los estarán esperando. Pero en todos los casos, eran las estructuras y dirigentes de los partidos quienes hacían los anuncios correspondientes a la sociedad. El escribiente no recuerda, en ningún caso, que el gobernante hiciera los anuncios, cuidaban las formas (suena hasta grosero recordarle a los priistas que fue uno de los suyos, Jesús Reyes Heroles, reputado como elevado ideólogo del priismo, quien acuñara la frase de que en “política, la forma es fondo”) y dejaban que fuera “el partido” quien aparentara hacer su trabajo. Tales formas del pasado quedaron hechas trizas a lo largo de la semana con la manera en que el Gobernador de Chihuahua, César Duarte, decidió, no solo designar a quienes serán los abanderados de su partido en la contienda a las alcaldías (seguramente que contó con el aval del equipo de Peña Nieto, sin que éste dejara de lado que dejarlo hacer significaba, de muchos modos, preparar al escenario para influir determinantemente en la designación de su sucesor), sino anunciar personalmente a la sociedad, a su partido y a los aspirantes quienes eran los triunfadores. Y si en el modo de designar a los candidatos se rompieron infinidad de esquemas y de formas republicanas, lo que se ha efectuado en el nombramiento del candidato a la alcaldía de Parral es una verdadera agresión a los priistas de esta ciudad y del estado. ¿Es tan malo el trabajo del actual presidente municipal, César Dajlala Amaya? ¿La sociedad parralense cataloga tan malo el desempeño del gobernador que se vieron obligados a nombrar a un renombrado panista, como Miguel Jurado, a la candidatura, después de uno de los escándalos más resonantes de los últimos años? ¿O sólo cuenta el hecho de ser amigo del gobernante? Pueden ser muchos los méritos de los ungidos ahora –y lo son en muchos de ellos– pero por lo menos en los casos de Juárez, Chihuahua y Parral esa es una característica que nadie debió despreciar, son hombres muy cercanos a Duarte, de tal modo que desde ahora Serrano y Garfio se subieron a la pista de los presuntos sucesores del parralense. No es lo único que hace levantar las cejas de preocupación. La forma en que se dio a conocer a los candidatos es una de las más inéditas que se tenga memoria. ¿Qué costaba que lo hiciera el dirigente formal del PRI, Leonel de la Rosa? Primero, el gobernador, ante la pregunta de los reporteros por saber si alguien de su gabinete había solicitado licencia, dijo que no, pero que sabía de la intención del Dip. Enrique Serrano de hacerlo. Se me va la mano derecha del Congreso, dijo, pero la tendré en Juárez, en una más que evidente intromisión en el proceso electoral. Luego, enfiestados, decidieron festejar tal designación en un desayuno, que para el gobernador terminó a las 2 de la tarde, es decir, en horas hábiles, al igual que el total de los funcionarios públicos, estatales y municipales, que lo acompañaban. No hay problema ¿Quién se va a fijar en tales minucias legales? Pero en la fiesta, Duarte le pidió, solamente a Javier Garfio, Jorge Ramírez y Ricardo Orviz que cantaran, aprovechando el mariachi ¡Vaya manera de decirles a todos quienes serían los candidatos! Luego, en tanto la fiesta se desarrollaba, la administración estatal enviaba un comunicado citando a los medios a una conferencia de prensa a celebrar en el hangar de Gobierno del Estado. Todo mundo ya sabía para qué. Efectivamente ¡Otra vez el gobernador hacía el “destape”! Ahí dio a conocer que el Ingeniero Garfio le había solicitado licencia en el gabinete para buscar el registro como precandidato de su partido a la alcaldía de Chihuahua. Así, probablemente sin mayor debate, el mandatario chihuahuense le dio la razón al panismo, y quizá el mejor de los argumentos para la campaña, pues los actos comentados arriba no encuentran soporte en sus declaraciones, cuando negó los señalamientos de los blanquiazules de su intromisión en el proceso electoral: “Yo respetaré a los partidos y espero que sea recíproco… A todos los partidos (les pido), que actúen en un afán de construir en vez de destruir, en proponer y no pensar que es una lucha campal cuerpo a cuerpo hasta destrozar al adversario (y) después repartirse el botín. La sociedad no quiere pleitos, no quiere dificultades y menos que el financiamiento público sirva para desprestigiar a otros”. (Nota de Jaime Armendáriz, El Diario de Chihuahua, 23/III/13). Probablemente la forma de anunciar las designaciones se convierta en uno de los elementos centrales de la campaña del PAN. La primera evidencia de tal estrategia la presentó el presidente estatal, Mario Vázquez, al momento de afrontar la renuncia de Antonio López a la aspiración de ser candidato, cuando dejó caer, contundentes, los señalamientos de la participación del gobernador Duarte en la campaña, con el ánimo de atenuar las críticas a su desempeño y a la gravísima crisis de su partido, como causas de las renuncias de Emilio Flores y Antonio López a la búsqueda de la candidatura y a la renuncia de Miguel Jurado al partido. Ahí se presentaba nítida la intención de la dirigencia panista por atenuar los golpes recibidos y tratar de endilgárselos al gobierno estatal, con el ánimo de no ver disminuidas sus simpatías electorales. No necesitaron demasiados argumentos, ahora los tienen a pasto. En cambio, la maquinaria priista sigue viento en popa. Al anuncio de Miguel Jurado de ser probablemente el candidato de unidad del ¡PT! con el PRI, el PRD resolvió buscar la alianza con ¡El PRI! y los demás partidos, pero de ninguna manera con el PAN. Se concreta de esta manera la vieja aspiración de César Duarte de ir en alianza con la mayoría de los partidos. Tal pretensión la tuvo en 2010, la alcanzó 3 años después en la cúspide de su poder. Y luego dicen que no hay crisis de los partidos.

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