jueves, 14 de marzo de 2013

Alianza en la “capital del mundo”

El Diario, 14 de marzo de 2013 Luis Javier Valero Flores Pues ahora resulta que el espíritu de “unidad”, prevaleciente en el PRI, llegó hasta las filas del blanquiazul parralense, por ahora, y no sabemos si a una buena parte del panismo chihuahuense, debido a que el originario de allá, Miguel Jurado, aspirante a a la alcaldía, le dio por anunciar que podría darse una alianza entre el PRI y el PAN ¡En Parral! Todo a consecuencia de una visita del panista al gobernador César Duarte, y de la extraña decisión del gobernante de salir al pasillo del Palacio de Gobierno, a fin de que la prensa pudiese tomar una foto de ambos, junto a otro panista de abolengo, Federico Terrazas. En lugar de que saliesen distintos actores políticos a desmentir –así fuese matizadamente– tan desmesurada información, nada. Nadie salió a desmentirla. Por el contrario, creció la especie. Interrogado sobre esa posibilidad, el dirigente estatal priista, Leonel de la Rosa, afirmó que evaluar una alianza con el PAN se sopesa del mismo modo que con otros partidos, el PT, el Verde, el Panal, etc. Y esas sí que son sorpresas, que los dirigentes priistas evalúen en público una alianza de esas características, es decir, que el PAN es como cualquiera de los otros partidos, y que ya abordado el asunto de esa manera –lo que en un primer momento podría haberse evaluado como una jugarreta, o una “vagancia” de Jurado o de Duarte– adquirió tintes de veracidad, aunque el escribiente sigue pensando que es solamente una jugada escenográfica. Sin embargo, más allá del desenlace de tal episodio, sí nos sirve para reflexionar acerca de los rumbos políticos e ideológicos de ambos partidos, que por desgracia parecieran compartir casi todo –o todos– que no es otra cosa que el deslavamiento ideológico, en donde, para quienes aspiran a un puesto de elección popular, da lo mismo uno u otro partido, y de ninguna manera, ni la ideología, ni el programa propuesto para gobernar, y lo que priva, en todo caso, es la amistad entre los políticos, sin importar su partido político. Así, de bote pronto se aprecia una de las consecuencias de los recientes cambios estatutarios del PRI, en los que se atenúan grandemente las contenciones a quienes provengan de otros partidos, o a los priistas que hubiesen buscado candidaturas y militancia en otras agrupaciones políticas, así como la abrogación de los múltiples requisitos necesarios para acceder a las candidaturas a gobernador y presidente de la república y la posibilidad de postular a candidatos ajenos al PRI. Y si esa es la tendencia en el PRI, en el PAN, aparentemente, las cosas están peor pues las visiones acerca del modo en el que el blanquiazul debiese relacionarse con el gobierno de Peña Nieto se están polarizando a partir de la firma del Pacto por México. Así, la postura de Miguel Jurado pareciera inscribirse –y no podía ser de otro modo– en la asumida por el dirigente nacional, Gustavo Madero (a quien lo unen estrechas relaciones políticas), a tal grado que para los panistas de esta postura pareciera no haber fronteras entre ambos partidos y, como lo dijera el ex dirigente nacional, Germán Martínez, tienen “envidia de la buena” con las acciones realizadas por el gobierno de Peña Nieto. En tanto eso sucede, lo que ocurre en el PRI va en el sentido de descalificar en los hechos lo que ha construido la sociedad mexicana –y que han aprobado, también, sus legisladores– en materia de legislación electoral, tendiente a reforzar la cultura democrática de la sociedad, algo a lo que están obligados constitucionalmente, pues si en la práctica han abrogado las elecciones internas para designar a sus candidatos, ¿qué caso tiene haber aprobado las precampañas y un conjunto de reglas que para nada nos sirven, si los partidos, y no solamente el PRI, resolvieron no celebrar elecciones debido a que “se desgastan” por los conflictos generados por la competencia interna y ahora todo lo resuelve –hasta formalmente– el gran elector a cada nivel? Y luego se llega a niveles de verdadera exageración, como el de entregarle al gobernador del Estado los expedientes de los aspirantes a las alcaldías, en un acto imposible de explicar –¿Para qué, para que él los evalúe?– como el realizado el domingo anterior por el PRI en sus instalaciones y la presencia de los aspirantes a las alcaldías, sólo para resaltar que la unidad es indispensable. ¿Para qué, si no tienen riesgo alguno, dadas las posturas de panistas como Jurado que mejor buscan la alianza? ¡Válgame Dios! (Ora que está de moda, pues ya ven que hay Papa nuevo).

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