jueves, 7 de marzo de 2013

Intolerable

El Diario, 7 de marzo 2013 Luis Javier Valero Flores El salvaje atentado sufrido por nuestra casa editora, y el lanzado, casi de manera simultánea, al canal 44 del antiguo Paso del Norte, forman parte de la serie de agresiones que los criminales han efectuado en contra de la libertad de expresión de los chihuahuenses –y de los mexicanos por extensión– en momentos en los que la curva a la baja de los homicidios cometidos en Juárez se había mantenido e, incluso, descendido aún más; y cuando la sociedad juarense atisbaba, por fin, el término de la ola violenta que durante los últimos años se había cebado en esta ciudad. A diferencia de lo ocurrido en las urbes fronterizas de Tamaulipas, Coahuila y Baja California; y aun de la capital sonorense, Hermosillo; en las ciudades chihuahuenses no se había presentado una escalada en contra de los medios de comunicación. Sí tuvimos, aquí hemos presentado puntualmente los casos, y expresado nuestra más honda indignación ante los asesinatos de distintos compañeros nuestros, de los cuales ni uno solo se ha esclarecido, no obstante los múltiples discursos emitidos por las autoridades de todos los niveles para prometer el “pronto” esclarecimiento de los hechos y la aplicación de la justicia. Ante la peor ola homicida de la existencia de Juárez, la decisión de quienes dirigen y hacen posible la aparición continua de El Diario fue la de mantener informada a la sociedad (no solo la juarense, sino a la del mundo entero mediante la versión digital, interesada en informarse de lo ocurrido aquí) hasta el límite de las capacidades y obstáculos interpuestos por criminales y autoridades. El costo fue enorme, las pérdidas de Armando Rodríguez Carreón y Luis Carlos Santiago Orozco, son un baldón que pende sobre las autoridades pues la falta del esclarecimiento de sus asesinatos es un agravio a toda la sociedad. Y no es porque unas vidas valgan más que otras, pero el papel jugado por los periodistas en la sociedad los hace infinitamente más vulnerables a todas las agresiones, cualesquiera que sea el origen de ellas, y al mismo tiempo más valiosos pues son el vínculo de la sociedad con la cambiante realidad que deberemos reflejar quienes nos dedicamos a este oficio. De ahí que sostener que una agresión a los medios de comunicación es una agresión al total de la sociedad no sea una exageración; amedrentar, o intentarlo, a los medios de comunicación tiene un solo objetivo, (en la absoluta mayoría de los casos) impedir que continúen con su labor de informar a la sociedad, de las atrocidades cometidas por los criminales, de sus nexos con las autoridades coludidas y del alcance de los largos tentáculos de la corrupción que ha posibilitado la negra noche abatida sobre nosotros. Muchos podrán ser los discursos y promesas efectuadas, uno solo es el parámetro de la decisión de los gobernantes: Resultados. Nada puede ser superior, para impedir la continuación de la prevalencia de la corrupción y la impunidad, que el ataque frontal de la autoridad a tan lacerantes fenómenos. Alcanzar resultados concretos –y creíbles– en las investigaciones de los asesinatos de los periodistas en Chihuahua y el de los atentados a El Diario y Canal 44, son eje vertebral de tales aspiraciones, pues sólo de ese modo se podría pensar en que la creciente percepción ciudadana, de mejoría en la seguridad pública, es la realidad misma. No estamos, ni con mucho en Juárez, en las condiciones previas al baño de sangre y violencia desatado a partir de la primavera del 2008, todo apuntaba a que se instalaba una tendencia decreciente, la que puede detenerse ahora, pues la decisión de quienes resolvieron lanzar tan arteros ataques, demuestra que lo hicieron a sabiendas de las reacciones que sobrevendrían. No serían pocas ni endebles, se lanzaron contra el medio impreso de mayor circulación en la ciudad (y en el estado), integrante de la cadena periodística más importante de la entidad, y contra uno de los canales televisivos locales de mayor impacto en la frontera. El mensaje es claro, pretenden impedir el ejercicio de la más cara de los libertades de los mexicanos, el de la expresión. Sin ella, ninguno del resto de las libertades y derechos de los ciudadanos podría ejercerse; el único camino a seguir, para exigir su respeto, es ejerciéndola. Eso hacemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario