domingo, 10 de marzo de 2013

Destapes al modo de ahora

El Diario, 10 de marzo de 2013 Luis Javier Valero Flores Menudas sorpresas se han llevado quienes pensaron que el arribo del grupo de toluqueños al gobierno implicaría una renovación de las formas y métodos del priismo vuelto gobierno. El fin de semana anterior, en una –hasta para los más escépticos– sorpresiva resolución (a pesar de procesarse a lo largo de la semana previa), la Asamblea Nacional del PRI aprobó nombrar –quizá por primera ocasión a lo largo de toda su historia, incluidos los episodios del Partido Nacional Revolucionario, de Plutarco Elías Calles y del Partido de la Revolución Mexicana, del gobierno de Lázaro Cárdenas– al presidente de la República como parte de un órgano de dirigencia partidaria, en este caso para que encabece la Comisión Política Permanente. De esta manera, el partido que parecía asimilaría los errores cometidos en el pasado que lo llevaron a la oposición, desde la cual criticó el enorme protagonismo partidario de Felipe Calderón; apenas transcurridos tres meses de la gestión de Peña Nieto, lo ungió como el dirigente formal de ese partido, pues además de llamarlo eufemísticamente, “primer priista de la nación” –fórmula que se repite en todas las entidades con el mismo esquema gubernamental– ahora ya no habrá trabas para que tome las decisiones que crea convenientes para su partido, de acuerdo a sus deseos y orientaciones. Así, de un plumazo, y sólo porque esas eran las pretensiones del nuevo gobernante, los priistas se han practicado el Harakiri. Ambas resoluciones atentan contra el más elemental sentido de vida partidaria y el PRI, como antes, como siempre, puede pasar a convertirse en la Secretaría Electoral del gobernante en turno, quien puede nombrar a su antojo a quien decida, a cualquier puesto de elección popular. Las repercusiones se apreciarán, casi de inmediato, en las 14 entidades que celebrarán procesos electorales. En aquellas en las que el PRI no tiene el gobierno estatal, el asunto es más sencillo, ahí el equipo de Peña Nieto resolverá, aunque no todo será tan fácil. Pero en las entidades como en Chihuahua, las cosas cambian. Se dice que el día de hoy podría resolver, si no todas, sí la mayoría y quizá los más importantes municipios del estado, en una reunión de algunos de los aspirantes con el Gobernador César Duarte, el dirigente estatal, Leonel de la Rosa y el delegado del CEN priista, el sonorense Julián Luzanilla. El dilema consiste en si será el mandatario estatal quien decidirá las candidaturas (por supuesto, aceptamos que después de sopesar distintas opiniones y haber conversado personalmente con los aspirantes), como ocurría, casi en todos los casos, a lo largo de los últimos 12 años de presidentes panistas; o si, por el contrario, será el presidente quien defina a los candidatos. Lo lógico sería una resolución que acercara las dos formas de encarar el futuro, y no sólo el inmediato, sino el de mediano plazo, el de la definición de la candidatura al Gobierno de Chihuahua, asunto en el que, obviamente, ambos mantienen un entendible interés. Pero ya son priistas de las épocas recientes, las de la plena competencia electoral y saben que no pueden –no deben– enviar candidatos que pueden ser derrotados más fácilmente, ante un electorado con un elevado porcentaje que no se identifica plenamente con algún partido. De ahí que hayan corrido “alegremente” los resultados de una encuesta de las preferencias sobre los aspirantes a la alcaldía de Chihuahua por el PRI –que, “cruzadas” todas las fuentes, tuvieron una sorprendente coincidencia, lo que la hace más creíble al escribiente– en la que, supuestamente, el presidente de la Junta Municipal de Agua de Chihuahua, Maurilio Ochoa, encabezaba la lista, seguido de cerca por el diputado local, Alejandro Domínguez; a menos de 20 puntos atrás, el también diputado local, Ricardo Boone; seguidos, sorpresivamente en los últimos lugares, los funcionarios estatales, ambos del círculo más cercano del gobernador, Javier Garfio y Marcelo González Tachiquín. ¿Qué tan creíbles son los resultados de esta encuesta? Es imposible saberlo, lo sorprendente es la extremada coincidencia de distintos actores políticos en esas apreciaciones. En las que existe otro punto coincidente en que, aceptando los números, reconocen que quien tiene más votos de rechazo es el ex diputado federal Maurilio Ochoa, aunque otros dicen que tales votos se generan en el círculo cercano del ballezano. ¿Qué papel jugaría en la definición de la capital el presidente Peña Nieto? Se antoja que menor, debido a los escasos puntos de contacto de los aspirantes capitalinos con el actual mandatario y su grupo; probablemente se podría limitar a aprobar o vetar la sugerencia de Duarte, derivado de sus propias encuestas realizadas al margen del grupo gobernante en Chihuahua. No es fácil la decisión. Si bien el actual presidente municipal, Marco Adán Quezada, y el gobernador Duarte ganaron por una diferencia mayor a los 50 mil votos y Peña Nieto por menos, los candidatos a senadores perdieron en el municipio de Chihuahua, además de que los candidatos a diputados ganaron apretadamente, con todo y la confusión derivada de que muchos electores creyeron que también había alianza en las candidaturas federales. Entonces, no pueden arriesgarse a postular un candidato que les genere votos de rechazo y sí, por el contrario, uno que los posea en grado mínimo, pero con un buen grado de conocimiento en la sociedad. Si así se razonaran las cosas y fueran ciertas las encuestas, el PRI debería optar entre Domínguez y Boone. Si no, Ochoa podría anochecerse hoy como el aspirante a la alcaldía. O cualquiera de los más cercanos al gobernador, si éste calcula que los riesgos electorales son menores y se pueden superar. Y si el presidente dice que sí. Y cualquiera que sea la decisión, en automático, de ganar la elección municipal, el candidato se convierte en una de las opciones para el 2016. Eso es lo que está en el aire. Pero no dependerá solo de ellos, lo que definan con relación a Juárez tendrá su propio peso. Todos hablan, en la capital, que ya hay una definición por el líder de los diputados priistas, Enrique Serrano, quien cuenta en su haber, dicen, haber sido el hombre más cercano a Duarte en los momentos en los que se antojaba lejos, siquiera, la posibilidad de aparecer como aspirante a la gubernatura. Algo de eso debe haber si tomamos en cuenta que es el suplente del líder petrolero, Carlos Romero Deschamps. Se dice, también, que los acontecimientos de las últimas semanas, en materia de seguridad pública, hicieron que el Fiscal General, Carlos Manuel Salas, ya no figurara como opción, y no, por ineficacia, dicen, sino por lo contrario; y por supuesto que Fernando Uriarte se quedó fuera de la contienda hace tiempo. Del mismo modo, también que el secretario de Educación, Jorge Quintana, ha quedado fuera pues sostienen que no es, ya, el líder del grupo de la UACJ. Bien, si esto es cierto, entonces quedaría pendiente si es el gobernador quien decide por su cuenta, sugiere o consulta o si, en un sorpresivo giro, el grupo gobernante decide apostarle al grupo del alcalde juarense, Héctor “Teto” Murguía, y optan por Héctor Arcelús, el secretario del Ayuntamiento. Pero en ningún caso, como en el de Chihuahua, se mencionan encuestas realizadas. Lo que sí está claro es que el grupo del popular “Teto” no está dispuesto a enfrentarse a César Duarte, han acrecentado los puntos de relación, porque, además ¿quién buscaría la gubernatura, peleado con el gobernador?

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