martes, 28 de agosto de 2012

Crisis de los mercados… del huevo

El Diario, 28 de agosto de 2012 Luis Javier Valero Flores Lo que nos faltaba, que se escaseara el huevo. Tema alimentario tan importante es la ocasión ideal para reflexionar acerca de las políticas económicas –y también las domésticas, las más cercanas a las querencias populares– hoy tan cacareadas por quienes ya se van de la conducción de la administración federal, la que tuvieron en sus manos por dos sexenios consecutivos. Dicen –y dijeron a lo largo de ese tiempo– que, como nunca, las variables macroeconómicas se mantuvieron estables, que la conducción económica de los gobiernos panistas (a cargo de funcionarios priistas, pues a esa militancia pertenecen Francisco Gil, Agustín Carstens y Guillermo Ortiz, éste último en una buena parte del doble sexenio, director general del Banco de México, luego sucedido por Carstens) le había dado al país una estabilidad transexenal jamás conocida. En este periodo, las reservas internacionales crecieron a niveles nunca alcanzados. ¿Y para qué queremos tan grandes reservas de dinero, preguntamos millones, si el país está, literalmente, cayéndose de hambre? ¡Ah, po’s pa’ que no nos afecten las crisis de afuera! Cada que había un embate económico “externo”, ahí se ponían en juego las reservas para evitar que el peso se devaluara frente al dólar. Miles de millones de dólares para preservar tal paridad. Bueno, pues ahora estamos frente a una emergencia económica de magnitudes mayores: el huevo escasea y su precio está por los cielos; el frijol, lo mismo, y a este ritmo –ya lo anunció ayer, en un acto de la CNC, César Duarte– también el maíz correrá la misma suerte. ¿Por qué, para estabilizar el precio y abasto del huevo, no pone en juego sus reservas internacionales el Banco de México? Si el dinero es, también, una mercancía, semejante al huevo –incluso por su costo– ¿Por qué no, el gobierno de México, preocupado por la salud, ya no financiera, sino física, de sus gobernados, “salga” (así dicen los expertos financieros que todos los días, a todas horas, en todos los noticieros, nos atosigan con estos términos) a los mercados a comprar huevos con las reservas internacionales, a fin de que se estabilice el precio del huevo, del mismo modo que lo hace con la paridad del peso frente al dólar? Y es que las previsiones son verdaderamente canijas. El empresario Maurilio Ochoa, el homónimo del casi ex diputado federal, pero que por casualidad es su papá, declaró que el abasto del huevo se podía normalizar con la compra al extranjero, pero que el precio se mantendría (del mismo modo que le hacen con los combustibles, cada que subía el precio del petróleo en el extranjero nos anunciaban un sustancial aumento en el precio de los energéticos y cuando bajó el precio del crudo, el de las gasolinas en México, no), incluso después de terminada la emergencia. Así lo dijo: “La importación de huevos permitirá abatir el faltante en el mercado, pero no por ello bajará significativamente el precio, ya que oscilará entre 36 a 37 pesos el kilogramo, señaló ayer el productor Maurilio Ochoa Molina”. (Nota de Manuel Quezada Barrón, El Diario, 25/VIII/12). ¿A quién creerle? Porque, miren, el Secretario de Sagarpa, Francisco Mayorga, afirmó que “obviamente al ir aumentando la oferta (del huevo), la presión sobre el precio tendrá que bajar”. Triste realidad la nuestra, derivada de una política económica contraria a la satisfacción de los requerimientos de la mayoría de la población. Tenemos inmensas fortunas, guardadas para mantener la “estabilidad” de los mercados, pero no aquellos en los que compra la inmensa mayoría de la población, y no podemos usarlas para hacerle frente a una situación de verdadera emergencia nacional, en cambio, nos ufanamos de contar con próceres en el campo de la vida empresarial que, por el monto de las fortunas alcanzadas, se convierten, por obra y gracia de la élite gobernante, en émulos a seguir. Pero las fórmulas son bastante sencillas: hagamos que los gobernantes garanticen precios absolutamente subsidiados para el maíz en la producción industrial de la harina de maíz; o que mantengan cautivos a los usuarios de la telefonía, con tarifas totalmente controladas; o que otorguen tanta permisividad laboral como para que se pueda contratar mano de obra, tan barata, que se les pague, a miles de jornaleros, salarios ¡por día! a fin de que no se creen derechos laborales de ninguna especie. Po’s así, cualquiera. En tanto, que se frieguen los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario