martes, 22 de mayo de 2012

Elección twittera

El Diario, 22 de mayo de 2012 Luis Javier Valero Flores Escondida permanentemente, existe una cifra que todas las empresas encuestadoras se cuidan de no tomar en cuenta al momento de dar a conocer las encuestas sobre preferencias electorales. Esa es la cifra de votantes que no irán a votar el próximo 1 de julio. Es una enorme cantidad de personas. Si hacemos caso a los porcentajes presentados en las elecciones previas, es probable que el índice de participación sea de alrededor del 60 por ciento del padrón de electores. En números cerrados estamos hablando de 80 millones por lo cual se pueden presentar a las urnas 48 millones de mexicanos. Por lo tanto, cada punto en las encuestas representa alrededor de 480 mil votos. Pues bien, ninguna empresa, hasta ahora, al dar a conocer sus encuestas, informa acerca del peso que tendría el número de personas abstencionistas, ni, por supuesto, saben o informan acerca del número de electores que decidieron ir a votar. No, simplemente, al momento de preguntar si van a votar, les creen a todos. El problema es que sí hay mecanismos que les permitirían afirmar con cierto grado de certeza acerca del índice de abstencionismo. Tantas vueltas explicativas tienen una razón. El fin de semana, al realizarse dos manifestaciones, la del sábado para rechazar al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, y la del domingo para expresar su apoyo al candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, sirvieron para tener a la mano una evidencia palpable del crecimiento de un fenómeno no visto previamente: el impacto de las redes sociales en las campañas electorales. El fenómeno cobra mayor importancia, porque, primero, en su inmensa mayoría quienes lo protagonizan han manifestado su simpatía por López Obrador; segundo, porque son jóvenes y, tercero, porque pertenecen –la inmensa mayoría– a las capas medias altas y medias-medias de la población. Para ubicarlo aún más, recuérdese que el segmento poblacional con el más alto índice de abstencionismo es el de los jóvenes, especialmente el de las capas medias y altas. Sopesarlo debidamente es de una importancia capital para el resultado de las elecciones –a 39 días de ellas– pues seguramente estamos ante el despertar masivo de toda una generación que, sin haber conocido personalmente la forma de gobernar del PRI, se manifiesta en contra de ella y que al tener al alcance de sus manos una mejor herramienta de comunicación –la internet–, mejor, porque puede interactuar, casi sin límites, está rechazando abruptamente al monopolio televisivo y su burdo manejo de la información. Precisamente porque el equipo del candidato priísta desconocía el impacto de las redes sociales –porque nunca las tuvieron en cuenta– cometieron el segundo de los errores más importantes en la campaña –el primero, ya lo saben, fue el de los libros en Guadalajara– al llevar a Peña Nieto a un acto en la Ibero sin la preparación adecuada, es decir, que podría ser cuestionado seria e informadamente ¿Acaso no sabían de las estrechas ligas de esa universidad –o de muchos de sus integrantes de entonces, alumnos y maestros– con los habitantes de Atenco? Y el tercero, el de manipular la información del acto en la Ibero. Con su respuesta –en un spot verdaderamente lamentable– se convirtieron en los principales organizadores de los actos del fin de semana y con ello lograron que el efecto del post-debate se diluyera para dar pie a tres hechos que hoy por hoy son el centro de las pláticas y comentarios en todos lados: el crecimiento de los comentarios antipeñistas en las redes sociales; la caída de Josefina y el vertiginoso ascenso de López Obrador. Para quienes creen que el resultado de la elección presidencial ya está decidido, deben ojear el resultado del periódico Reforma acerca de las preferencias electorales para jefe de gobierno. Beatriz Paredes perdió en un mes 9 puntos, y Peña Nieto, 8. Es de tal magnitud lo acontecido que hasta el dirigente estatal del PRI, Leonel de la Rosa, ya habla de la “tácita” alianza de la “izquierda y la derecha” y admite que el impacto de las redes sociales puede ser importante en los resultados electorales. Otros pueden desestimar la importancia de ello y podrán decir que se trata de segmentos muy pequeños de la población pues sólo acceden a esas redes quienes pertenecen a los sectores más favorecidos económicamente, pero a tales opiniones hay que confrontarlas con la “primavera árabe” ¿A poco creerán que los índices económicos allá son muy distintos a los de acá? De ninguna manera. Aún nos falta ver cuán extendidas son las redes sociales y sus impactos, su crecimiento es geométrico. Al tiempo.

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