domingo, 25 de marzo de 2012

Vísceras

El Diario, 25 de marzo de 2012
Luis Javier Valero Flores
A la espera de que la visita de Benedicto XVI rinda frutos más visibles acerca de los propósitos, más allá de los estrictamente pastorales, y de los cuales el nuncio apostólico Christophe Pierre habría adelantado algunas vertientes dos semanas atrás en declaraciones ofrecidas a la revista Proceso, las hiperreacciones al interior del PAN chihuahuense se llevaron las palmas.

La designación de Javier Corral polarizó, como hacía mucho tiempo no se daba, los ánimos al interior del PAN, y mostró el enorme grado de disolución interna, lo enfrentado de sus principales liderazgos y el grave deterioro de su cohesión interna.

Llegan en muy mala situación a la campaña electoral; podrán, después de estos días, hablar de la unidad interna. No la podrán reconstruir a lo largo de la campaña. Las consecuencias las empiezan a sufrir. Según “Los reporteros”, (El Diario, 24/III/12) la candidata Josefina Vázquez Mota ha resuelto posponer su visita a Chihuahua, en lugar de iniciar campaña aquí, como lo había anunciado semanas atrás.

Pero esa es sólo una de las consecuencias, los tres principales actores del PAN de hoy en Chihuahua se han dedicado unos a otros epítetos imposibles de olvidar, y sus seguidores los amplifican en las redes sociales y en las pláticas privadas. No hay manera de concebirlos juntos pidiendo el voto para su partido y todos los candidatos.

El daño está hecho y los efectos seguramente llegarán hasta el siguiente proceso electoral… que se inicia casi terminando el actual. El panismo chihuahuense está sumido en una profunda crisis, y todo por la disputa por los espacios políticos, en este caso por la senaduría, que tienen casi asegurada merced a colocarse como la segunda fuerza política de la entidad, sin que tengan, por el momento, alguien que les haga sombra.

No se puede asegurar tal permanencia en el futuro inmediato.

Inicialmente muchos pensamos que Javier Corral tendría las menores posibilidades para ser el candidato designado, sin embargo, pasamos por alto varios hechos. Además de que contó con el respaldo de Luis H. Alvarez y Teresa Ortuño (quien hacía rato se había alejado de Carlos Borruel) seguramente contó el mismo factor que lo llevó a la presidencia de la muy importante Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados, a la que no se llega sin la aprobación del presidente de la república y, por otro lado, el indudable apoyo brindado por Corral a Josefina Vázquez Mota cuando ésta era la coordinadora de los diputados federales; cada que se requería defender en la tribuna, ya fuera a Felipe Calderón, o al gobierno de éste, Corral aparecía con mucha frecuencia, tanta, que la diputación del PRI lo atacó virulentamente en repetidas ocasiones.

De ahí que no sea descabellado que tales factores contaron a la hora de su designación. Y ahí ardió Troya.

La reacción de sus adversarios fue de película.

Ambos, Carlos Borruel y Cruz Pérez Cuéllar le apuestan a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) revoque la decisión del Comité de Elecciones (CE) y declare válida la elección, porque la designación es una decisión claramente apegada a la norma estatutaria y esa no tienen muchas posibilidades de abrogarla.

Sin embargo, se antoja difícil de que suceda tal eventualidad, son extraordinariamente contundentes las pruebas de las irregularidades.

Sin embargo, la resolución sí deja algunos huecos que pudieran ser utilizados en sus alegatos por Borruel y Pérez Cuéllar, como bien lo señala alguno de ellos, pues ésta dice que, “si bien no fue posible determinar cuántos centros de votación fueron afectados, existe la presunción de que la totalidad fueron afectados y que en todos se recibieron votos inducidos para apoyar a un precandidato y se realizaron prácticas que son consideradas ilegales por el partido, como el acarreo y coacción del voto... por lo cual esta Sala considera que se ejerció presión sobre los votantes lo cual, por el número de casos documentados perfectamente, causan determinancia para el resultado de la elección...”.

Pero lo asombroso fue la reacción de los protagonistas y militantes. Hasta compañeros columnistas normalmente bien orientados –por supuesto, a ojos del escribiente– como nuestro amigo Javier Cuéllar, escribieron cosas como estas: “Una cosa es verdad, Javier Corral Jurado ha omitido realizar trabajo de campo en la mayoría de las campañas al interior del Partido Acción Nacional y esa inactividad le ha acarreado un desconocimiento, una falta de cercanía para con los miembros de su partido lo cual no es muy recomendable para cualquier político que presuma anda en campaña, por el contrario Cruz Pérez Cuéllar y Carlos Borruel se han volcado siempre sobre el electorado con visitas personales y contacto semimasivo directo”. (El Diario, “Una dictadura electoral”, 23/III/12).

Pero si se confrontan estas frases con el resultado de las elecciones, nos encontraremos que alrededor de 12 mil chihuahuenses votaron por Javier Corral, y de ellos, argumenta éste, la mayoría son los miembros del PAN pues, dice, obtuvo el 42% de los votos emitidos en las sedes de los comités municipales, lugares en los que sólo podían votar los miembros del partido.

Pero tres años atrás ocurrió cosa semejante. En 2009, Corral obtuvo el segundo lugar de la votación para ocupar la posición de privilegio en las listas plurinominales y al demostrar la comisión de ilegalidades electorales en varios lugares, especialmente en Batopilas, anularon esa casilla y con ello llegó al primer lugar de la votación emitida por los miembros del PAN.

Ahora bien, si convenimos que el Comité Nacional de Elecciones del PAN tiene la razón al anular las elecciones de Chihuahua, querrá decir que una buena cantidad de los votos obtenidos por Borruel y Pérez no son lícitos, y ese es el meollo del problemón por el que pasa el blanquiazul.

Y ahí es en donde les falta la mesura, en lugar de reaccionar para hacer el recuento de daños y evitar que se les declare una catástrofe, la mayoría de sus principales integrantes se han lanzado todo contra todos.

Quien fue el primero en sorprender fue el dirigente estatal, Mario Vázquez Robles, quien, casi de inmediato al conocerse la designación de Corral puso los focos en rojo, “no abona a la unidad”, dijo de ella, quizá en el afán de describirla –esperemos que de buena fe– pero cuya emisión sembró de justificadas especulaciones que se trataba de una descalificación a quien ya era, por virtud de la decisión del órgano dirigente nacional, su candidato.

Pero si la declaración del dirigente estatal podía dar lugar a especulaciones que en realidad estaba apoyando a Pérez Cuéllar, las del dirigente parlamentario local, Héctor Ortiz, no dejaron dudas.

Ortiz, hombre muy cercano a Pérez Cuéllar, declaró, ante la decisión del Comité Nacional que “yo insisto en la posición de Madero, para que lo recuerden como gran presidente del PAN, debe de pensar en retirarse lo más pronto posible de la dirigencia nacional”.

A su vez, Borruel dijo que su alegato ante el TEPJF demostrará “la demagogia, la falta de ética, de moral y de lealtad de Javier Corral”. Y lo acusó de “falta de hombría de Javier” pues, dice, firmaron juntos un comunicado denunciando las irregularidades de Cruz y luego pidió la anulación de todo el proceso y lo acusó a él, también, de la comisión de irregularidades.

No fueron las únicas expresiones tronantes de Borruel. Dijo que “no por acusaciones de un merolico, demagogo, desesperado por ambiciones del poder como Javier Corral, voy a permitir que se manche mi trayectoria”.

Lo dicho, se les extravió la mesura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario