martes, 27 de marzo de 2012

Regresos

El Diario, 27 de marzo de 2012
Luis Javier Valero Flores
Como si se les convocase, al mismo tiempo que se recrudecen los asesinatos de mujeres, se empiezan a repetir algunas de las conductas y hechos de cuando las muertas de Juárez era uno de los temas más candentes del Chihuahua de hace poco más de una década.

De manera sorpresiva, el gobernador chihuahuense, César Duarte, agregó a sus innumerables giras de trabajo, una más, ésta a la capital norteamericana para efectuar distintas reuniones de trabajo con variados funcionarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en la que realizó algunos pronunciamientos, merecedores de la crítica de algunas organizaciones derechohumanistas, una de las cuales, al parecer, fue la que desató los más desusados comentarios del gobernante, en lo que va de la actual gestión, en contra de algunas organizaciones sociales, las que lo han acusado de no “atender el problema del feminicidio” y a cuales las tildó de ser organizaciones y personas que “lucran con atacar al gobierno de Chihuahua”. (Nota de Alejandro Salmón, El Diario/Corresponsal, 24/03/12).

Tal señalamiento lo repitió: “Es claro y lo dije con todas sus letras en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: hay organizaciones que lucran de esa condición, viven de eso” y las invitó a “tomar una postura de construir para resolver los problemas, no para vivir de ellos”.

Y es que las organizaciones derechohumanistas (el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos, el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, el Grupo de Articulación Justicia en Juárez [conformado por 14 organizaciones], el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, y la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos) advirtieron que nuestra entidad ocupa el primer lugar ¡mundial en la tasa de asesinatos de mujeres por cada 100 mil habitantes de este género, al señalar que en Chihuahua ocurren un promedio de 34.73 asesinatos por cada 100 mil mujeres.

Duarte las criticó por no haber ido a la CIDH a sustentar esas cifras y, como en los últimos cuatro lustros hicieron sus antecesores, afirmó que se trata de una campaña de “desprestigio por parte de organizaciones civiles que lucran con los problemas en la entidad”.

Lo anterior luego de que según un informe de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los derechos para todas y todos”, conformada por más de 70 organizaciones civiles, indicara que Chihuahua ocupa el primer lugar en feminicidios en el mundo y, al contrario de lo afirmado por el gobernador chihuahuense, deploró que el organismo multinacional no hubiese abierto sus puertas para “controvertir” la información proporcionada por César Duarte, en particular, el señalamiento de que en la entidad se hubiese erradicado la tortura, cosa que de abrir los periódicos impresos, casi en cualquier día, se puede apreciar que frecuentemente algunos de los detenidos conservan señales de los procesos de interrogación a que han sido sometidos y en no pocos casos –sobre todo los detenidos por las fuerzas federales– han sido liberados por los jueces debido a que en una buena parte de ellos no se cuenta, en su contra, más que la declaración obtenida en esos interrogatorios, y en muchísimos casos, en recintos distintos a los oficiales.

Pero si hubiese un punto controvertido en los señalamientos de las organizaciones ese no es el de la tasa de asesinatos de mujeres, basta con dividir el número presentado el año anterior, o el de 2010 –595– entre el número de cientos de miles de mujeres en el estado de Chihuahua (alrededor de 18) para obtener una cifra muy parecida a la presentada por las organizaciones, según éstas “15 veces más alta que la tasa de homicidios de mujeres a nivel mundial, que es de 2.6 asesinatos por cada 100,000 mujeres”.

Pero más allá de las cifras y de las frases lanzadas por las organizaciones y las del gobernante contra aquéllas, hay un hecho incontrovertible, tenemos una cifra sin precedentes de asesinatos de mujeres.

Contra ello deberán buscarse la mayor parte de los acuerdos posibles entre los principales protagonistas, si regresamos a los esquemas del pasado, en los que la autoridad señalaba a las organizaciones y éstas –las más críticas y las más capacitadas para efectuar sus tareas de señalamiento y de auxilio a las víctimas y familiares de las víctimas– se enfrascan en la defensa de sus informes y en la crítica acerba a los gobernantes, mal nos irá.

Como mal les va a las víctimas del feminicidio en Chihuahua.

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