domingo, 9 de mayo de 2010

Debates

El Diario, 9 de mayo de 2010
Luis Javier Valero Flores
No tan solo es inadmisible la agresión a nuestros compañeros Mario Bañuelos y Luz del Carmen Sosa, reporteros de El Diario-Juárez, sino la respuesta del vocero de la OCCh, Enrique Torres, cuando informó que la Secretaría de la Defensa Nacional está a la espera de la presentación de la denuncia ¿Acaso los periodistas están bajo el fuero militar?
De ninguna manera, este caso debe conocerlo la autoridad civil –la PGR– e informar del avance de las indagatorias a la sociedad. No están agrediendo a cualquier ciudadano, sino a dos que están encargados de informarle a la sociedad. Al agredirlos a ellos nos ofenden a todos ¿Es muy difícil de entender, y más importante, de acatar?

Deberemos adelantarnos a los candidatos. Antes que se disputen quien planteó antes que los otros la idea de efectuar un debate en Juárez (y aquí debemos acreditárselo a Luis Orozco, del PRD) importa precisar qué sería lo más conveniente a la sociedad chihuahuense (claro, desde la óptica del escribidor) a propósito del o los debates a realizarse entre los candidatos.
Lo más importante será, antes de dilucidar quién tiene la patente de la oportunidad, el formato del debate que por ley está obligado a celebrar el Instituto Estatal Electoral (IEE) para cada uno de los cargos de elección popular en disputa, y no sólo la gubernatura.
Plasmada desde la reforma electoral del ’97, la obligatoriedad de la celebración del debate, a partir de una modificación del año anterior, para los candidatos también se convirtió en obligatorio acudir al debate.
Con la reforma de la década de los 90’s, nuestra entidad se puso en la punta del espíritu reformador en materia electoral que cruzaba por todo el país.
Así lo establece ahora la ley electoral:
“Art. 85…
5.- El Consejo General y las Asambleas Municipales deberán organizar por lo menos la celebración de un debate entre los candidatos, o sus representantes, relativo a la plataforma de los partidos. En su desarrollo, se garantizará la equidad y seguridad entre los participantes así como el respeto a la dignidad personal. Es obligación de los candidatos debatir públicamente con sus contrincantes.”
Sin embargo, el espíritu reformador no dio para que las autoridades electorales, hasta ahora, se atrevieran a la celebración de un debate con el formato de eso, de un auténtico debate; por tal motivo, no hemos tenido la oportunidad para comparar de mejor manera la capacidad, conocimiento y experiencia de los candidatos sobre los mismos temas. A cambio, hemos asistido a actos en los que casi se convierten en una mera exposición de diferentes temas abordados por los candidatos debido a que hasta los temas son sorteados entre ellos y se ha dado el caso, frecuentemente, que cada candidato aborde un tema y los demás candidatos, otros, sin que se dé la confrontación de ideas, propuestas y planes entre ellos.
Tal esquema se ha roto ocasionalmente cuando uno de los candidatos lanza algunos comentarios contra su oponente, generalmente al que consideran va adelante en las preferencias electorales, pero nunca es una crítica general y detallada, por lo menos en los puntos de discrepancia, hacia alguna de las propuestas o posturas de su rival electoral.
Así, los candidatos suelen presentarse al debate organizado por el IEE con discursos totalmente preparados, con textos y citas adecuados para cada uno de los temas. Sólo falta que alguno de ellos suelte la clásica frase de –pues no venía preparado– y a continuación saque un extenso discurso preparado para la ocasión.
Ese formato ya no sirve –si en alguna época fue útil–. La sociedad ha cambiado profundamente y las comunicaciones actuales han permitido saber, por lo menos, de los formatos de los debates sostenidos por los aspirantes a la presidencia de la república en Francia y Estados Unidos, sólo por citar los casos más emblemáticos de los últimos años. Frente a ellos, un debate con el viejo formato de presentar sus propuestas sin que en nada aborden las de sus adversarios y sólo se atrevan a lanzar, en la mayoría de los casos, tímidas críticas a sus rivales político-electorales, o peor aún, sólo lancen una puya sin que la crítica alcance dimensiones para ser tomada en cuenta y que se responde con otra puya.
Y ejemplos los tenemos a la mano. Veamos el caso de los nombres de los autobuses de los candidatos. Carlos Borruel, del PAN, a dos días de iniciada la precampaña ya tenía autobús, al que denominó “El Intumbable”. De inmediato, cuando César Duarte, del PRI, obtuvo el suyo, le llamó “El tumbaburros”.
En su momento tales hechos motivaron el regocijo de los equipos de ambos ¿Y eso qué tiene que ver con la aguda problemática de nuestros días?
Esa es una muestra de los asuntos triviales de la actual campaña electoral, pero temas como el de la tenencia y la seguridad pública sí reflejan las diferencias de enfoques, programas y concepciones de quienes aspiran a la gubernatura.
Pues bien, esos son temas que debieran abordar suficientemente en el debate y nos dijeran de dónde piensan obtener los recursos que sustituyan a los obtenidos por el cobro de la tenencia vehicular; si será a expensas del aumento de otros impuestos, si se obtendrán del recorte en el presupuesto gubernamental y en ese caso informarnos en qué áreas piensan restringir las partidas.
Más aún, no basta con la promesa de los candidatos al gobierno del estado ¿Y qué tal si su partido no gana la mayoría en el Congreso? ¡Ah, po’s se contentará con proponérselo a los diputados y ya!
No, en tal polémica no hemos escuchado a los dirigentes partidarios –porque los candidatos a diputados aún no inician campañas– comprometer a todos sus candidatos en tal sentido, independientemente de la polémica desatada por los actuales que, más papistas que sus compañeros candidatos, ya se soltaron el pelo y presentaron sendas iniciativas para derogarla, los del PRI plantean que en 2012 y los del PAN en 2011.
Pero ninguno expuso de dónde se obtendrían los recursos para sustituir ese cobro.
¿Podríamos estar en desacuerdo en derogarlo? Por supuesto que no, lo que se exige es responsabilidad en las propuestas porque de las desmesuradas promesas estamos hastiados. Sólo recordemos el asunto de los energéticos, para no criticar solamente a los panistas (¿Se acuerdan del crecimiento económico del 7%, de los 15 minutos para “apaciguar” a los del EZLN, del metro en Chihuahua, de la derogación de la tenencia, etc. por parte de los panistas en distintos momentos?), todos los candidatos a la presidencia en 2006 se comprometieron a que bajarían los precios de los combustibles y la electricidad.
Bien, llegó el del PAN (y ya sabemos cómo llegó) y en la Cámara de Diputados eran más de las dos terceras partes los legisladores precedentes del PRI y el PAN ¿Porqué no impusieron esa abrumadora mayoría para enmendarle la plana, todos estos años, a la Secretaría de Hacienda y detener los abusivos aumentos a la gasolina, el diesel, la electricidad y demás?
¡Ah, es que eran tiempos de campaña! Ahora debemos soportar el quinto aumento del año a las gasolinas.
Bueno, pues en un auténtico debate tales asuntos son los que saldrían a flote de manera natural y de ese modo nos podríamos dar cuenta de las verdaderas capacidades de quienes aspiran al máximo cargo público en Chihuahua y, además, podríamos escuchar, al momento de debatir, el modo en que se comprometerían al cumplimiento de sus promesas, sin que debieran recurrir a los servicios de los notarios públicos para dar fe de sus promesas.
Más aún, y es un asunto fundamental para el desarrollo de la cultura democrática, el que los debates se celebren en horas que puedan captar la atención de un mayor número de ciudadanos ¿Cuántos de ellos estarían dispuestos a escuchar o ver un debate a las 8 de la mañana?
La respuesta es obvia. En tiempos del esplendor de los medios electrónicos es ineludible la más amplia difusión del debate de los candidatos a gobernador y alcaldes, difundido en el caso de los primeros por una red estatal que llegue a todos los rincones del estado y en los segundos en la mayor parte de las estaciones de radio con cobertura municipal.
En tal ejercicio no puede escatimarse nada, menos si en la actual liza participa como candidato quien encabeza la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), delegación Chihuahua (Ricardo Boone, abanderado del PRI para el distrito 16 de la ciudad de Chihuahua).
¿Y cuántos debates? Po’s tantos como haga falta ¿Por qué no hacer dos por lo menos, uno en Juárez y otro en la capital? De ese modo se abarcaría, hipotéticamente, a casi las dos terceras partes del electorado de la entidad.
¿Qué hace falta para ello? Disposición y el abandono de ciertas inercias, la principal de ellas, que el candidato catalogado como el de la ventaja en las preferencias electorales acepte entrar en tal práctica democrática.
Efectuar un ejercicio con tales características podría convertirse en un jalón en la construcción de la cultura democrática que necesitamos los chihuahuenses.
Ojalá así se entendiera.

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