domingo, 23 de mayo de 2010

Artemio

El Diario, 23 de mayo de 2010
Luis Javier Valero Flores
Pocos hombres llegan a representar tan nítidamente a una época, a un partido, a un movimiento social, a un momento político. Artemio Iglesias fue de esos. Su sorpresiva desaparición en la noche del miércoles, integrado de nuevo a las actividades políticas (ahora en la modalidad que tanto le gusta a los dirigentes nacionales del priismo aplicar a quienes han ejercido papeles de elevado protagonismo, es decir, la de delegados del comité nacional o estatal) como delegado de la dirigencia estatal en Nuevo Casas Grandes, consternó a toda la clase política local.
Por supuesto que también a la panista, no necesariamente para condolerse hondamente, como sí lo hizo un destacado protagonista de la izquierda chihuahuense, Jaime García Chávez, quien en un artículo de su autoría le hizo un “reconocimiento al adversario”. El priismo le dedicó un minuto de aplausos, en un acto de campaña de Emilio Gamboa Patrón en la búsqueda de la dirigencia nacional de la CNOP.
Muy probablemente por indicaciones suyas, la familia pidió que no se le hiciera reconocimiento alguno y sí ser sepultado en su muy querido Rubio, el pueblo que a pesar de la terquedad oficial en denominarlo Álvaro Obregón, sigue llamándose como lo dice la gente, al igual que San Andrés y Santa Isabel.
Artemio por méritos propios ocupa un lugar central en el priismo de fines del siglo XX; quizá a él se deba, como a nadie lo que es un mérito colectivo, que el PRI chihuahuense se convirtiera en un verdadero partido y ya no solamente la secretaría de asuntos electorales del gobernador en turno, todo ello frente al gigantesco reto de asumirse como un partido de oposición, pero en un papel jamás imaginado por los priístas de entonces.
Más aún, su conducción evitó que el PRI local sufriera los desgarres y rupturas que contribuyeron en gran medida al nacimiento y consolidación del PRD en el resto del país. Chihuahua se coció aparte, no hubo tales desprendimientos y la izquierda chihuahuense debió actuar sola en la construcción de su partido. La oposición electoral se refugió, en aquellos años, alrededor del PAN –y se perpetuó hasta llevar a que por lo menos tres generaciones sólo conocieran de priístas y panistas como opciones de poder político–.
Por supuesto que no toda fue obra suya, el panismo, bajo la conducción de Francisco Barrio, cometió errores a pasto, tantos que lo llevaron a perder las elecciones federales de 1994 y 1997 y las locales de 1995 y 1998. En todos los casos abrumadoramente. Ahí estuvo la mano de Artemio Iglesias que debió sortear no pocas críticas de sus compañeros y sus adversarios internos, pero que no desembocaron en fracturas mayores que le impidieran al PRI chihuahuense arrostrar con suficiencia los cuatro procesos electorales mencionados.
Además, y no es aspecto a despreciarse, Artemio terminó sus días sin la riqueza que rodea a muchos de la clase política, con problemas en su propiedad a la que él mismo denominaba como “Manga de Clavos”, en abierta y clarísima referencia a la hacienda del mismo nombre en la que Antonio López de Santana se refugiaba a esperar a ser llamado a ocupar la presidencia de la república, quien sabe cuántas veces.
Y tenía razón, dirigente estatal del PRI en las controvertidas elecciones del ’86 y su “verano caliente”, fue acusado de ser uno de los principales artífices de lo que el panismo ha calificado como fraude electoral, buscó con denuedo ser el abanderado de su partido en las del 92. En enero de ese año solicitó licencia a la senaduría, aunque la ley no lo exigía, para estar en condiciones de ser postulado al gobierno estatal.
La decisión presidencial no lo favoreció y se distanció de Fernando Baeza. Derrotado el PRI (por lo menos oficialmente pues siempre se ha sostenido en los medios priístas y en algunos no tanto que el resultado no favoreció a Barrio pero la decisión presidencial de Carlos Salinas, sí) a los pocos días se le llamó para que se hiciera cargo, otra vez, de la dirigencia estatal de su partido.
Dueño de una extraordinaria inteligencia y una picardía política superior, fue entonces cuando acuñó (y quizá no fuera de su autoría para el caso es lo mismo) una de sus más famosas frases: “Me preparé para ser, no ser y dejar de ser”.
Y ahí se concentraba la mayor parte de sus afanes. No escondió que siempre aspiró a ser gobernador de Chihuahua pero siempre supo que sus aspiraciones personales debían pasar por todos los procesos designatorios de su partido, y en el PRI, entonces, pasaban por las decisiones personales del Presidente de la República y no por elecciones democráticas. Siempre acató tal forma de actuación política, y no sólo su designación como dirigente estatal en 1993, después de la derrota del ’92, enfrentó innumerables críticas y hasta amenazas de ruptura. Era lógico, el PRI local estaba herido de muerte.
Eran momentos difíciles para el PRI y su registro como único aspirante a la presidencia del PRI motivó inconformidades de por lo menos dos destacados priístas de entonces, Enrique Aguilar Pérez y de Víctor Mendoza Saucedo.
Paciente, incluso hasta en sentido contrario al de Salinas de Gortari, llamó a todos los grupos a mantenerse unidos para enfrentar al PAN, cuyo gobernador recibía los elogiosos gritos del presidente: “Bravo, Pancho, bravo”.
Y es, probablemente, el discurso de toma de posesión como dirigente estatal lo que retrató el rumbo seguido por el PRI como partido de oposición, en esa difícil postura que se mantiene entre ser fuerza de oposición sin abandonar su inveterado institucionalismo, que en muchas ocasiones es absolutamente inexplicable para la mayoría de los mexicanos.
En tal ocasión así lo dijo: “Creo que a todos consta que, quienes anduvimos atentos buscando participar como presidente del partido, las fuerzas, las corrientes que afloraron, las voluntades que ahí estuvieron, tuvimos una gran madurez, hemos asumido la posición de oposición madura”.
Y ese fue el eje central de su discurso, que lo combinó con serias, severas críticas al gobierno de Francisco Barrio, seremos una “oposición madura”.
Más. Recordando el modo como se comportó el PAN antes de llegar al gobierno, Artemio dijo que “seremos oposición como la pedimos cuando estábamos en el gobierno, razonada y razonable, que no exige al poder público que haga más de lo que pueda pero que tampoco consiente que haga menos de lo que deba”.
Y llamó a todos los beneficiarios de los tiempos de bonanza de su partido –quienes ocuparon un cargo de elección popular, en la administración pública o en la dirigencia del partido– a colaborar, porque “es hora de que todos le demos al partido, y más obligados estamos los que mucho hemos recibido del PRI”. (Nota de Alejandro Salmón, El Diario, 22/02/93).
Los resultados fueron apabullantes, en las elecciones federales del ‘94 el PRI ganó las 10 diputaciones, la presidencia y las dos senadurías, prácticamente al dos a uno. Un año después, el PRI obtuvo 15 de las 18 diputaciones locales de mayoría y 55 de los 67 municipios y recuperó las ciudades importantes que estaban en poder del PAN, como Camargo, Parral, Cuauhtémoc, Jiménez, Madera, Nuevo Casas Grandes, Casas Grandes, además de Saucillo. El PAN, a su vez, ganó diez ayuntamientos y tres diputaciones de mayoría, y sólo retuvo Ciudad Juárez como municipio importante.
Vendría el año ’98 en el que el PRI, por primera vez en su historia llamó a elegir a su candidato a gobernador a través de la votación de, prácticamente, todos los ciudadanos que decidieran votar sin ser miembros del partido. Artemio supo temprano, en diciembre del ’97, que la preferencia presidencial no estaba con él, de todos modos decidió apostarle a ese ejercicio democrático que le abrió las puertas del triunfo a su partido y a Patricio Martínez y va de regreso a Manga de Clavo.
Seguirían tiempos difíciles para él, la acusación de haber malversado fondos en la Productora Nacional de Semillas, la marginación y el soterrado enfrentamiento con Martínez y el discreto regreso posterior, ya con Reyes Baeza y su participación como delegado del CEN del PRI en varias entidades, la última en Baja California Sur, antes de Nuevo Casas Grandes.
Tienen razón los priístas en añorar al llamado “Filósofo de Rubio”.
ASERTO TV.- Abusando de nuestros lectores (y de la hospitalidad de El Diario y de Don Osvaldo Rodríguez) les anuncio que a partir del martes 25 de mayo, todos los martes de 6 a 7 de la tarde, por canal 10 de cable en la ciudad de Chihuahua, se transmitirá el programa “Aserto-Tv, donde la noticia se convierte en reflexión y opinión”, bajo la conducción de Georgina Torres y el escribiente.
Con tal motivo, mañana lunes, a las 7.30 pm en el Congreso del Estado, celebraremos un acto de lanzamiento del programa, con la presentación de los periodistas Alejandro Salmón y Osbaldo Salvador Ang, ahí los esperamos.

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