viernes, 19 de marzo de 2010

La seguridad, ¿cuándo?

El Diario, 18 de marzo de 2010 
Luis Javier Valero Flores 
No es que echemos las campanas a vuelo al elogiar que, aunque pocas y tardadas, se lleven al cabo, o se anuncien la puesta en vigor de un conjunto de medidas emergentes por parte del gobierno federal; o que el pesimismo haga presa de nosotros.

Luego de escuchar a los funcionarios federales encargados de la seguridad pública en el país decir que las cifras delictivas van a la baja en el antiguo Paso del Norte, a contrapelo de la realidad y de lo acaecido en el resto de la entidad, y de que el principal funcionario responsable de la procuración de justicia –y no sólo eso, es, también, el principal responsable del combate al crimen organizado– solo atinara a repetir lo expresado por el Secretario de Seguridad Pública Federal, en la reunión del martes y las dos previas, sólo nos queda encomendarnos a la Magnífica, como diría mi abuela que, pobre, nunca se imaginó que se le ganaría al PRI y veríamos el desbarajuste actual, inmerso el país en la peor crisis de seguridad pública, quizá, de la historia.

La tercera reunión de Felipe Calderón “con la sociedad civil” juarense, como dicen las notas periodísticas, se convirtió, como la anterior, en la repetición cansina de los actos determinados por la inercia burocrática del gobierno federal. Es de alabarse –porque los contrastes son más notorios– que los funcionarios federales se sienten largas horas a escuchar y, por momentos, debatir así sea discretamente, con algunos ciudadanos representantes de organizaciones de la sociedad civil juarense.

También es de agradecerse –porque son tareas postergadas largas décadas– que anuncien la puesta en práctica de programas y obras, y el anuncio de otras; pero no nos desubiquemos, la mayor parte de lo anunciado el martes son, apenas, las acciones gubernamentales que funcionarios públicos con otra sensibilidad debieron haber puesto en funcionamiento largos años atrás y no hasta ahora que la crisis de seguridad pública detonó las otras crisis, la económica, la social, la anímica y las que se les antoje a los lectores anunciar, vamos, hasta la del actual régimen de partidos políticos.

¿Era necesaria la masacre de Villas de Salvárcar para dar origen a un programa de regularización de los carros “chuecos”? ¿O que sucediera tal tragedia para que nos anunciaran la próxima construcción de un hospital siquiátrico, o para beneficiar a 25 mil familias, ya sea con becas o pensiones alimenticias?

¿Se necesitaba que Chihuahua fuera el escenario para el asesinato de más de cinco mil personas a lo largo de dos años, para que Juárez recibiera la atención preferente del gobierno federal?

Como bien se ha señalado, de nada sirven las distintas medidas, obras y programas anunciados si antes no se soluciona el problema que atrajo hasta acá la atención de Felipe Calderón, y menos aún servirán si se repiten, para colmo, las actitudes gubernamentales de siempre.

Lo primero es lo primero. Los juarenses esperaban –y seguramente el resto de los chihuahuenses– que las medidas adoptadas por las autoridades policiales, judiciales y militares pusieran un cerco a la crisis de seguridad pública. No hay tal.

Ahora debemos lamentar, justamente en las horas previas a la llegada de Calderón de dos hechos escalofriantes –que lo son por la trascendencia de las víctimas, no porque sean entes superiores, y porque al sucederles a ellos ilustra la gravedad de la situación y la nula capacidad gubernamental para afrontarla–: los asesinatos de dos funcionarios del gobierno norteamericano y del cónyuge de otra empleada del mismo gobierno; así como el secuestro del hijo de Pablo Cuarón (a quien le enviamos por este conducto un fuerte abrazo) el ex precandidato del PAN al Gobierno del Estado ¡El partido en el gobierno!

Y si hubiera una expresión que ilustrara en dónde se encuentra el principal de los problemas de la inseguridad, la impunidad, son las palabras de María del Carmen Morales, madre de Juan Antonio Chávez Morales, estudiante de medicina de la UACJ, asesinado en diciembre del año pasado: “Yo me la he pasado investigando, tocando puertas a los vecinos donde mataron a mi hijo y me informan que las autoridades nunca han ido a preguntarles si vieron algo, si escucharon algo, a mi hijo lo mataron y exijo resultados”.
Asi?como?

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