martes, 2 de marzo de 2010

Desde dos distintas pistas

El Diario, 2 de marzo de 2010
Luis Javier Valero Flores
Fin de semana de febril actividad política con resultados medianamente previsibles vivimos los chihuahuenses. No obstante el creciente rechazo de la mayoría de los ciudadanos a la política y a los partidos políticos, de todos modos lo que efectúen atrae la atención de casi todos los ciudadanos (independientemente de su decisión de votar o no) y ya sea por el rechazo a ellos, o por su afinidad, lo que hagan priistas y panistas, ocupa el centro de esa atención pues se trata de los agrupamientos políticos que por ya casi tres décadas ocupan las principales posiciones del poder político en Chihuahua.
En tanto el PRI celebraba una festiva toma de protesta de su candidato a gobernador –César Duarte- el PAN efectuaba una elección abierta con una mayor participación, en el número de votantes, que seis años atrás, pero disminuida en el porcentaje del total del electorado de la entidad y con la presencia (por lo menos hasta el cierre de esta nota) de muy escasos indicios de irregularidades.
Lo relevante de la jornada dominical del PAN estriba en tres aspectos: La primera, el previsible triunfo de Borruel; la cuantía de los votos obtenidos por Pablo Cuarón (Más de 25 mil) frente a los 36 mil de Carlos Borruel, a pesar de haber sido una precandidatura prácticamente desconocida hacia fuera las filas del blanquiazul, lo que habla, por tanto, de la fuerza de la oposición interna hacia el ahora cuasi candidato panista (habrá que esperar el dictamen oficial del órgano interno electoral) y, por otro lado, la negativa de Pablo Cuarón a reconocer la victoria de Borruel, en espera, dijo, de analizar los resultados “atípicos” presentados en algunos municipios.
Pero tal actitud, de comprobarse la comisión de irregularidades, deberá luchar a contracorriente pues las dirigencias nacional y estatal, y la comisión electoral estatal del PAN ya reconocieron la ventaja incuestionable de Borruel y en la práctica ya lo reconocieron como su candidato.
Le quedan, pues, largas horas de tensa espera al panismo en tanto Pablo Cuarón y su equipo resuelve el camino a seguir. Puede ser el de la confrontación –en el rescate de los principios del PAN y la limpieza de su vida interna, (como lo han expresado varios de los cuaronistas, Javier Corral, Francisco Barrio y Miguel Jurado entre ellos) o la negociación, sin arriar las banderas principistas enarboladas, a fin de presentar un frente unido en la campaña electoral.
En tal ambiente, corre la percepción de que Cuarón podría ser una buena carta en la disputa por la alcaldía juarense y estaría en la mesa de las discusiones la distribución de otras posiciones, entre ellas las diputaciones plurinominales (que propuso Borruel desaparecerlas) y las candidaturas a las alcaldías. Pero ante tales posibles escenarios, Cuarón manifestó repetidamente que no buscaría otras posiciones. Esperemos.
En tanto, César Duarte culminó su precampaña de manera apoteósica, rodeado del fervor priista que se dio vuelo en un gimnasio Manuel Bernardo Aguirre lleno hasta los topes y con todos –o casi todos- los activistas y dirigentes ahí reunidos. Bueno, hasta el precandidato perdedor del 2004, Víctor Anchondo, asistió al catártico acto priista -¿Regresaría al PRI?- Así como el total de los precandidatos perdedores del actual proceso.
Dos temas ocuparon el lugar central de las preocupaciones en el discurso de Duarte, ambas estrechamente ligadas: La crisis de seguridad pública y Juárez.
Si hubiera que darle un carácter ordinal a las ovaciones priistas, -fuera de las lógicas otorgadas a su ahora candidato- la principal se la llevaría Reyes Baeza, a quien el priismo le otorgaría, por esa vía, un cálido reconocimiento; y la que fuera motivada por los priistas juarenses, secundada por todo el auditorio, con un estridente “¡Juárez, Juárez!” en plena aceptación de la importancia que el priismo le otorga a la mayor de las urbes chihuahuenses.
Pero ahora el priismo deberá afrontar otro riesgo, que puede constituirse en el principal de sus problemas: La definición de la candidatura a la alcaldía juarense, pues en las otras puede salir más o menos airoso.
Y ese sí que es un problema mayor.
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