jueves, 25 de marzo de 2010

Agotamiento y sumisión

El Diario, 25 de marzo de 2010
Luis Javier Valero Flores
La cita es contundente, la realidad, terrible. Tim Weiner, reportero de The New York Times y ganador del premio Pulitzer, escribió Legado de cenizas, la historia de la CIA. En esa obra se dice: “En 1970, la influencia de la CIA se dejaba sentir en todos los países del hemisferio occidental… En México, el presidente (Gustavo Díaz Ordaz) trataba exclusivamente con el jefe de base de la agencia (la CIA), no con el embajador, y el día de Año Nuevo recibía un resumen personal en su casa enviado por el director de la central de inteligencia”. Capítulo 25, El Gobierno estadunidense quiere una solución militar, pp 321.
Páginas atrás (231) refiere otra cita demoledora para la impoluta imagen patriótica de los mandatarios priistas: “… con la inestimable ayuda de la policía secreta mexicana, la base de la Ciudad de México había puesto escuchas en las embajadas soviética y cubana… México tenía la mayor y más activa operación de escuchas telefónicas de todo el mundo –diría Whitten (John, responsable de las operaciones encubiertas de la CIA en México y Centroamérica)- J. Edgar Hoover solía enrojecer cada vez que pensaba en la base de México”.
El recordar tan lamentables citas lo causó la información vertida a partir de la visita de los más altos funcionarios norteamericanos, relacionados con la seguridad pública (ya no sabemos si de ellos o de nosotros, tal vez de ambos países) y las conclusiones que parecen haberse tomado. Ahí estriba el meollo del presente comentario.
¿Necesitábamos de la presencia de los funcionarios norteamericanos en México para que el gobierno federal llegase a la conclusión que la estrategia aplicada en el combate al narcotráfico era equivocada y que ahora se cambiará el enfoque de la misma para tener como “eje el fortalecimiento de las instituciones civiles del orden público y reconstruir comunidades afectadas por la pobreza y el crimen”, como asienta en su nota Martha Figueroa (El Diario, 23/III/10)?
¿Era necesaria la ejecución de tres norteamericanos, dos de ellos funcionarios del gobierno estadounidense para que Juárez, y Chihuahua toda, recibieran, ahora, la atención de los más poderosos gobernantes del orbe, ante los cuales, de manera increíble, los gobernantes mexicanos asumen el papel de subordinados?
¡Cuán cómodo era para el gobierno norteamericano destinar recursos económicos, “capacitar” policías y esperar que todos los filtros para evitar la llegada de drogas y, además, que los muertos los pusieran los mexicanos!
Más aún, sin arriesgar absolutamente nada, se han beneficiado (justo es decirlo que la mayoría de los norteamericanos no, sino las más prósperas empresas) de los efectos del Tratado de Libre Comercio, que 16 años después ha mostrado impíamente sus desastrosas consecuencias y han erigido cuántas barreras se les han ocurrido para tratar de evitar que a su territorio lleguen las víctimas de la inequitativa relación sostenida por nuestro país con ellos.
Sólo ahora se dan cuenta que el esquema utilizado por Felipe Calderón para combatir al narcotráfico está agotado, y “acordaron ampliar la Iniciativa Mérida para convertirla de un apoyo militar y policiaco, en una estrategia social. Según funcionarios estadounidenses, el proyecto sería implementado primero en Juárez”. (Ibídem).
En el discurso podríamos encontrar razones para la esperanza, ambos gobiernos acordaron poner el énfasis en cuatro ejes: “la desarticulación de las organizaciones delictivas que actúan en los dos países; apoyo mutuo para fortalecer las instituciones de seguridad de ambos países; desarrollo de una frontera segura y competitiva para el siglo XXI; y el fortalecimiento de la cohesión social en comunidades de los dos países”.
Pero el problema del tráfico de drogas va más allá, o se cambian los términos de la relación y Estados Unidos se asume como el país con mayor desarrollo y pone en funcionamiento una política comercial, semejante a la aplicada por la comunidad europea a favor de España, Portugal y Grecia, que catapulte el desarrollo de México, o seguirán padeciendo los efectos, no sólo del trasiego de drogas, sino del agudo atraso económico de nuestro país…
Y los panistas deberán, fundamentalmente, cambiar los términos de la relación sostenida por sus antecesores en el gobierno, demostrando, con ello, que efectivamente nos trajeron el “cambio”.
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net
Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com

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