domingo, 1 de noviembre de 2009

No tienen vergüenza

El Diario, 1o de noviembre 2009
Luis Javier Valero Flores
En sus primeros ochenta años a Lucila Flores, que es mi madre, sí señores… y, además, autora del título de este trabajo, pa’ que vean donde se encuentra la autoría intelectual
Chicanadas, cinismo, ira, impotencia y, por si fuera poco, más ira a causa de la pretensión de los senadores priistas por hacernos creer que ellos no aprobaron, finalmente, el paquete fiscal que elevó el IVA y mantuvo incólumes los privilegios fiscales a los señorones de México.
Como si fuera una vil jugarreta, aplicada a párvulos, los senadores priistas resolvieron, abstenerse como grupo parlamentario en la votación del paquete fiscal (en especial, el del aumento al IVA) y dejar, por tanto, en mayoría a los senadores del PAN, coludidos con los del Verde, y de esa manera superar a los senadores de PRD, PC y PT.
Son de antología los priistas, sí, pues los senadores panistas, a pesar de los pataleos de última hora, realizados no porque no quisieran aprobar el paquetazo sino porque no querían quedarse solos en su aprobación y pretendían que el “costo político”, la frase más usada por la clase política mexicana en estos días, también fuera asumido por los priistas.
Al final surtió efectos la negociación. Para no cargar con tan indeseable mercancía –los costos políticos- el PRI ¡Oh, maravilla de ingenio político! Resolvió que la mayoría de sus senadores abandonaran el salón de sesiones al momento de votar y dejar solamente a diez de ellos para que, en el caso de la rebelión de algunos senadores panistas, el bloque aprobador del paquetazo lo sacara adelante. Como se aseguró la votación disciplinadita de la absoluta mayoría de los panistas (como antes, en el viejo régimen priista), entonces los priistas presentes en el salón votaron por la abstención, es decir, ni a favor, ni en contra, sino todo lo contrario.
Dan pena ajena. Si no fueran tan dañinos darían lastima.
¿A quién creen engañar? Está tan fácil de desmenuzar tal conducta ¿A qué país pretenden engañar? ¡Ah, cómo nos desprecian! ¡Ah como insultan a la inteligencia de un pueblo siempre presto a volver a creer en sus políticos cada campaña!
¡Cuánto escándalo, cuánto desgarrarse las vestiduras en los días previos de que no aprobarían el paquetazo! ¿Así pretenden ir a elecciones en doce entidades el año próximo, diez de ellas a gobernador? ¿Creen que la gente no les increpará, no les reclamará sus incumplidas promesas de actuar siempre a favor de los intereses de la mayoría?
¿Creerán los senadores Manlio Fabio Beltrones, Francisco Labastida, Fernando Baeza, María de los Angeles Moreno y demás que la gente se tragará el cuento de que ellos no aprobaron tan irracionales medidas?
¿Acaso los legisladores federales priistas chihuahuenses no recordaron los continuos reclamos de la ciudadanía, en la pasada campaña electoral, casi en cada ocasión que se encontraban al ex alcalde panista de la capital, Juan Blanco, en los que le increpaban -¿Y los cinco millones?
Ni duda tengan, dirigentes y candidatos priistas, en la campaña electoral, y antes en la precampaña, con la cuesta de enero encima, con la inflación de inicios de año, con la abrupta disminución de empleos y el aumento de los impuestos –cobro de predial mediante- los reclamos de la ciudadanía serán cosa de todos los días, serán perseguidos constantemente por ellos, sin necesidad de que fuerza alguna los organice; serán manifestaciones naturales a la extremada insensibilidad mostrada en las posturas ahora enjuiciadas.
53 senadores se manifestaron a favor del incremento y 28 (incluyendo a la senadora panista Lázara Nelly González) lo hicieron en contra, en tanto que ocho se abstuvieron. Previamente, hasta una comida les ofreció Felipe Calderón a los senadores de su partido para “convencerlos” de votar la que era, finalmente, su propuesta. Tanto Calderón como funcionarios de la Secretaría de Hacienda, les hablaron de la “debacle financiera” que se daría en el país si no se aprobaba el aumento del IVA.
La presión llegó, incluso, a que Calderón les hablase personalmente a los senadores panistas reacios al paquetazo.
Sin embargo, una cosa no concuerda (entre otras muchas), el jueves, en un acto en el que inusitadamente Calderón regañó a los empresarios –por pagar solamente el 1.7 % de sus utilidades- afirmó que el hoyo fiscal para el próximo año sería, no de los 300 mil millones de pesos (mmdp) como habían afirmado los días anteriores, sino de casi 400 mmdp y por el paquetazo sólo alcanzarán a recaudar poco más de 100 mmdp ¿Entonces?
Sin duda todas las manifestaciones de los senadores, del PRI y del PAN van directitas a los anales de la picaresca mexicana.
La preocupación fundamental de los senadores de ambos grupos políticos (por supuesto también de sus respectivas dirigencias y fundamentalmente de los suspirantes para el 2012) era el costo político derivado de la aprobación. Quien mejor lo reflejó fue, coincidentemente, un senador chihuahuense, el juarense Ramón Galindo, si el PRI no vota, -dijo- “nosotros tampoco, aunque no haya IVA”.
Fue en ese lapso, de cuando advirtieron, una parte de los senadores blanquiazules, que no aprobarían el paquetazo cuando patalearon, regañaron a Madero, a Carstens (a éste porque hizo aparecer al gobierno federal como el autor intelectual de los aumentos fiscales), no porque pensaran en las dificultades que le provocarían a la mayoría de la población, sino porque se negaban a asumir el “costo político”, por eso declaraban, enfáticos, que si el PRI no votaba a favor del paquetazo, tampoco ellos.
¡Cuánto amor a la patria! Ninguna preocupación por el país, solamente la derivada de los costos políticos, el no cargar con la crítica popular por tales medidas, contrarias a todas las efectuadas por el resto de los países desarrolladas, en particular a las adoptadas por el gobierno norteamericano, las mismas que le han permitido a los estadounidenses tener un incremento del 3.5% del PIB en el último trimestre, aplicando una política anticíclica en la que lo predominante fueron la disminución de impuestos a los trabajadores, empleados, pequeñas y medianas empresas; disminución de las tasas de intereses bancarios, a las de tarjetas de crédito, financiamientos a los grandes grupos corporativos y bancarios con una mayoritaria vigilancia gubernamental sobre todos ellos.
Sobre los senadores panistas se ejercieron todas las presiones del mundo, incluida una comida con Felipe Calderón (para que no quede duda acerca de la paternidad de las medidas aprobadas), a pesar de las desesperadas frases de algunos senadores del blanquiazul, finalmente desdeñadas, como la de Ricardo García Cervantes: “No debemos equivocarnos, nuestra lealtad es con el pueblo”.
Algunos priístas anunciaron que votarían en contra, como el sinaloense Mario López Valdez, a quien el Congreso de su estado le pidió no aprobara ningún gravamen que implique menoscabo de la economía de familias desprotegida. ¿Y ahora qué van a decirle a sus representados?
En ese mar de desconciertos e incongruencias, hasta Calderón, (a quien Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, los ex funcionarios del gabinete de Vicente Fox, le intensos afanes obsesivos por legitimarse ante la constante deslegitimación de sus opositores por la “supuesta” derrota en 2006) se lanzó en una increíble campaña denostadora de los empresarios, a quienes acusó de pagar sólo el 1.7 por ciento de impuestos. “No se les piden sacrificios extremos ni que aporten más que un dentista o un empleado” les dijo a los tiburones de la empresa privada. Luego, ridículamente, se desdijo ante las múltiples quejas y desmentidos de todos los organismos empresariales y los más destacados integrantes de tal gremio, el más beneficiado en lo que para ellos México es un verdadero paraíso fiscal.
“Está bien que los empresarios tengan actividades filantrópicas, patrocinen eventos deportivos y culturales y nos regalen equipos médicos, pero también que paguen aunque sea una parte de los impuestos… Lo que me parece inaceptable es que haya grandes corporativos que le exigen al gobierno que recorte su gasto, y el gobierno lo recorta; que le exigen al gobierno que ponga impuestos sobre alimentos y medicinas de la gente más pobre, pero a la hora de ver sus cifras, en promedio pagan 1.7 por ciento durante varios años. Esto ya no puede ser”, les diría, en un remedo de las semejantes expresiones usadas por Andrés Manuel López Obrador a lo largo de ya casi cuatro años, en un discurso que hizo recordar el pronunciado ante los 300 Líderes más influyentes de México, en septiembre de 2007, cuando les reprochó que habían construido fortunas sobre la sangre y dolor de los mexicanos. Y rechazó las acusaciones del PRI, acerca del aumento de los mandos medios y superiores en la administración pública federal.
Y funciona tan bien el aparato gubernamental que al día siguiente, el Secretario de Hacienda le enmendó la plana a Calderón, al enfatizar que los empresarios pagan sus impuestos de acuerdo con el marco legal y que, incluso, la recaudación fiscal obtenida de ese gremio representa el 35% del total.
Al momento de redactar la presente colaboración editorial aún restaba por aprobarse el resto del paquetazo. Podrán aprobar lo que sea pero el daño ya está hecho, y no sólo a la endeble economía popular, también a los escasos niveles de credibilidad ciudadana sobre la clase política, los partidos y los gobernantes.
Por lo menos, ahora sí, le hicieron caso a la propuesta de exentar del pago de ISR a las personas físicas que ganen hasta seis salarios mínimos, equivalente a 10 mil 298.35 pesos mensuales, en lugar de los cuatro mini-salarios aprobado por la Cámara de Diputados y a la propuesta de Francisco Labastida para que en el régimen de consolidación fiscal las empresas paguen sus impuestos diferidos en cinco años.
Sólo nos falta, ahora, el espectáculo de verlos, a todos, tratar de justificar las medidas, de endosárselas a los de enfrente, tratando de adjudicarles “el costo político” a sus oponentes y, por supuesto, intentando sacar la mejor tajada de los recursos presupuestarios aprobados.
No se necesita tanta ciencia para concluir que la recaudación será menor a la esperada por nuestros “genios” fiscales y a que la emergencia económica se acentuará, salvo ¡Bendita dependencia de la economía norteamericana! que nuestros vecinos poco a poco empiecen a dejar atrás la profunda crisis económica, pero los costos que deberán pagar los mexicanos serán altísimos ¿Y eso qué importancia tiene para la cúpula dominante?
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net
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