martes, 26 de febrero de 2013

Asoma el ‘nuevo’ PRI

El Diario, 26 de febrero de 2013 Luis Javier Valero Flores No podía ser más ilustrativa la figura empleada por el dirigente nacional del PRI, César Camacho, para retratar el modo en que la nueva dirigencia partidista –y, a su vez, nuevo bloque gobernante, sin fisuras, casi todos mexiquenses– cuando aseveró que las reformas aprobadas en las mesas de trabajo del pasado fin de semana, rumbo a la Asamblea Nacional, “eliminaban la camisa de fuerza” sostenida por su partido para dar cauce a las reformas “reformas fiscal, energética y de telecomunicaciones”. “La reforma hacendaria integral y la energética están prácticamente aprobadas”, indicó en rueda de prensa en la que informó sobre los resultados de las mesas de predictamen. “(Con las modificaciones) se abre la posibilidad de dejar a las fracciones priistas del Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo con márgenes de maniobra más amplios, para que no se conviertan los documentos básicos en camisa de fuerza, sino que sean instrumentos que den paso a políticas públicas que den buenos resultados”. (Nota de Mariel Ibarra, Reforma, 24/II/13). El párrafo eliminado de los estatutos del PRI decía que “el PRI defenderá la economía popular y no aceptará el IVA en alimentos y medicinas”. Ahora dicen los priistas que tal modificación ¡de ninguna manera! ¡¿cómo creen?! abre la posibilidad de que tal reforma se apruebe en el Congreso de la Unión. Y como todas las controversias parlamentarias los priistas se las toman muy a pecho, prepárense los opositores a recibir, otra vez, la ya histórica “roqueseñal”, consistente, para todos aquellos que no se enteraron de ella, en la típica señal (semejante en todos los idiomas y culturas, por lo menos del mundo occidental) copular del macho y que tan efusivamente realizara el priista Humberto Roque, a la sazón líder de la mayoría priista en la Cámara de Diputados, cuando se aprobó elevar el IVA de 10 a 15 por ciento generalizado, con la excepción –¡pero por supuesto! – de las medicinas y alimentos. Ya encarrerados, decidieron aprobar la propuesta de apoyar la apertura a la inversión privada de algunas ramas del sector energético, incluyendo refinación y petroquímica, “sin perder la rectoría del Estado”. (Ibídem). ¡N’ombre, traían vuelo! No solamente aprobaron lo anterior, en las mesas de predictamen de la Asamblea Nacional también quitaron el requisito de haber ocupado un cargo de elección popular para los aspirantes a la Presidencia y gubernaturas, instalado en los tiempos que se quería impedir el arribo de los “tecnócratas” a los principales puestos del gobierno, sin que hubiesen transitado por lo menos en un proceso de elección popular o haber desempeñado un cargo de dirigencia partidaria. Hoy todo eso es historia; acudimos, casi sin darnos cuenta, al nacimiento de un nuevo partido, no necesariamente heredero de los viejos Partido Nacional Revolucionario, el partido de los caciques de la Revolución Mexicana que decidieron otorgarse una estructura política que dirimiera los diferendos políticos; y mucho menos del Partido de la Revolución Mexicana, el partido de Lázaro Cárdenas, es decir, el partido de la reforma agraria, de las huelgas victoriosas y de la expropiación petrolera. Esos partidos serán sustituidos por exactamente su contrario; en este camino, paradójicamente, se asemeja cada día, y cada vez más a su opositor, el que naciera para oponerse a la ruta y logros del gobierno y partido del general Cárdenas, el PAN. Opuestos a la desaparición de los privilegios fiscales de las empresas y hombres más poderosos presentes en México, lo que significaría la desaparición del régimen de consolidación fiscal –que le podría generar a las arcas federales más de 300 mil millones de pesos al año, por lo menos– optaron por aumentar los gravámenes de los integrantes de las capas sociales inferiores en el orden económico, en un inaudito e injustificable acto de desmesura e irresponsabilidad social. Ya los oímos en las primeras horas –a los priistas– desechar con estudiadas poses de padres de la patria que lo aprobado en sus actos partidarios de fin de semana, ¡De ninguna manera! significa aprobar la elevación del IVA. No, todo lo contrario ¿cómo creen ustedes? Tenía razón el poeta, cuando despertamos, el dinosaurio aún seguía ahí.

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