martes, 21 de febrero de 2012

Los acarreados

El Diario, 21 de febrero de 2012
Luis Javier Valero Flores
Los peores designios para la elección de los candidatos a senador por el PAN se concretaron en la elección del domingo anterior. La feria de acusaciones entre los tres precandidatos –la nueva camada de dirigentes estatales, relativamente jóvenes, que han sustituido a la generación de Francisco Barrio, Guillermo Luján, Enrique Terrazas, Luis Herrera, etcétera– es de tal envergadura que amenaza en convertirse en la tumba de las aspiraciones de los integrantes de este partido de remontar la hegemonía ejercida, en el ámbito local, por el PRI en las últimas tres elecciones –dos locales y una federal–.

Más aún, es una crisis que puede convertirse en, quizá, la más importante de las últimas tres décadas en tierras chihuahuenses.

Los señalamientos son durísimos y muestran la peor cara del partido convertido en gobierno, que hoy le da la razón al electorado chihuahuense que rechaza, o repudia, a todos los partidos políticos pues unos y otros, en esa visión, son representativos de los peores defectos en la lucha por el poder político.

Las acusaciones cruzadas entre sí por los precandidatos, por sí solas, en el antiguo método panista de resolver sus conflictos, podrían ser los argumentos necesarios para expulsarlos de sus filas. Conclusión tan simple es la inevitable, pero el problema es de mayor profundidad, afecta al total de la clase política mexicana, incapaz de arrostrar sus contiendas internas y de alguna manera en las externas, dentro del marco de la legalidad democrática, razón por la que frecuentemente la sociedad es testigo de espectáculos como el que ahora protagonizan los más destacados de la dirigencia panista estatal chihuahuense.

Sí, porque ninguno de los tres aspirantes, Carlos Borruel, Javier Corral y Cruz Pérez Cuéllar pueden calificarse, a pesar de sus edades, de improvisados en la militancia partidista. Y ahí estriba lo doloroso para los blanquiazules.

Salvo Borruel, Corral y Pérez han sido dirigentes estatales y legisladores federales y locales. De ellos, sólo Corral no ha ganado una elección constitucional de mayoría relativa, pero en conjunto atesoran largas décadas de servicio público; son, por tanto, altamente representativos de quienes militan en el PAN.

El problema es que, con toda seguridad, los métodos usados en esta elección no son los aceptados por la mayoría de quienes militan de buena fe en el panismo; pero en la lucha por el poder tales minorías poco a poco van siendo superadas en todos los partidos. Para nuestra desgracia, porque tal desplazamiento ha dado lugar a la brutal lucha por el poder, sin que en ello vaya la menor apuesta por la vigencia de los postulados doctrinarios. Y mal hacen en achacarles a sus adversarios externos los defectos de que ahora se acusan. El problema está adentro.

Y los contrastes adquieren mayor contundencia. En tanto la dirigencia panista se enfrascaba en la lucha por la candidatura de la primera fórmula al senado, el primer priísta del estado, el gobernador César Duarte, reunía a los alcaldes de los municipios más importantes y a los candidatos al Congreso de la Unión, en una demostración de unidad que ya la quisiera para sus mejores días o el antiguo PRI, el de cuando era fuerza, no hegemónica, sino única, tal y como lo evidencia el discurso de la “coordinadora de asesores” del sindicato de trabajadores del Gobierno del Estado, Xóchitl Reyes Castro, quien le declaró la lealtad de ese sindicato al primer mandatario chihuahuense ¿Por qué ella y no la dirigente formal de la agrupación?

Perdón por la digresión, pero de repente nos asaltó la preocupación por la más frecuente aparición de los fantasmas de Fidel Velázquez, Francisco Juárez (de los telefonistas), de Joaquín Gamboa Pascoe, de Elba Esther Gordillo, de Romero Deschamps, etc.

Pero ya de regreso a nuestro tema, el problema para el panismo es que la elección de sus candidatos a senadores todavía no termina, aún falta lo peor y quizá pudiera cambiar el resultado de algo que se ha perdido ante el cúmulo de acusaciones: Que tal intensidad en la disputa es generada por el hecho de que los panistas saben que no están en condiciones de disputarle al PRI la victoria en Chihuahua, razón por la que se cortan las cabelleras por ocupar la candidatura de la primera fórmula, pues quien la ocupe –porque seguramente el PAN obtendrá el segundo lugar de las votaciones– se convertirá, casi en automático, en senador de nuestra maltrecha república.

Y para su desgracia, ese es el mensaje que enviaron con sus agrias disputas.

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