jueves, 6 de marzo de 2014

Las tentaciones del pasado

El Diario, 6 de marzo de 2014
Luis Javier Valero Flores
¿Por qué será que en el tema de los asesinatos de mujeres es cuando más desbarran los gobernantes?
¿Qué prisa hay en mostrar, de manera falsa, que, ante un feminicidio, están a punto de esclarecerlo, o que muy prontamente lo harán?
No sólo los asesinatos de mujeres nos retrotraen al pasado, también, y más, las declaraciones de los funcionarios gubernamentales, incapaces de asimilar la magnitud de una tragedia como esa.
En plena competencia electoral por la gubernatura, dos actores políticos de los más destacados de los últimos 20 años, vigentes aún hoy, declaraban a propósito de los feminicidios de Juárez. Ramón Galindo, candidato del PAN, entonces gobernante en Chihuahua, se quejaba de la “gran difusión” de los homicidios -“Lamento las muertes de esas mujeres, pero ¿Por qué solo ésas? En el mismo período (el del gobierno de Francisco Barrio) también han ejecutado a más de 400 hombres”. (“Las muertas de Juárez”, LJVF, La Jornada, 14/VI/98).
A su vez, “el candidato del Revolucionario Institucional, Patricio Martínez, no se quedó atrás al referirse a las víctimas: -No venían precisamente de misa”. (Ibídem).
Ante el hallazgo del cuerpo de Esperanza Manuela Chaparro Sáenz en la capital chihuahuense, (coincidentemente, muy cerca de donde fue encontrado, en julio del 2003, el cuerpo de Neyra Cervantes, crimen hasta hoy sin esclarecerse) desaparecida cuatro semanas atrás, el Fiscal General del Estado, Jorge Enrique González Nicolás, en el mismo afán de sus antecesores, y con el ánimo de atemperar las críticas a hechos tan dolorosos, declaró que “… No quisiera yo adelantarme, lo que quiero decir es que había un estado aparentemente de ánimo complicado para esta señorita y esto la haya hecho tomar decisiones, no necesariamente de quitarse la vida, pero a lo mejor de irse con alguien, hacer cosas riesgosas, en breve publicaremos la carta”. (Editorial de El Diario de Chihuahua, 5/III/14).
Además, como si faltara algo a declaraciones tan desafortunadas, afirmó que le realizarían un “examen psicológico post mortem”, como si de esos hechos se pudiera colegir una línea de investigación sustentada en una conducta errática de la joven.
Otra vez la postura de achacarle a las víctimas alguna parte de la responsabilidad por su asesinato.
El colmo. Al día siguiente del hallazgo, fuentes extraoficiales confirmaron que ¡La joven tenía atadas las manos! (Nota del Staff, El Diario de Chihuahua, 4/III/14), algo que a simple vista llevaría a la conclusión que de ninguna manera, por su “estado de ánimo complicado” podía llevarla hasta lugar tan intrincado y maniatada, en lugar de abrevar en las terríficas coincidencias de este caso (que, por supuesto, no podría ser la única línea de investigación) con los ocurridos una década atrás.
Más. Los padres de Esperanza informaron que a su hija le gustaba escribir versículos de La Biblia y que de ninguna manera estaba deprimida.
Esperanza Chaparro Sáenz desapareció al salir de su trabajo en una mercería cercana a Palacio de Gobierno y “las investigaciones policiales señalan que la joven fue vista por última vez muy cerca de la Presidencia Municipal” (Ibídem), amén de que se rumora el hallazgo de una credencial del Vive Bus muy cerca del cadáver.
Bueno, pues de esa zona del centro de la capital del estado desaparecieron varias jóvenes entre los años 2001 a 2005, cuyos asesinatos no han sido esclarecidos.
Y como ocurre siempre, cuando se necesita realizar una investigación, luego de un crimen como este, resulta que, según Norma Ledezma, dirigente de la agrupación “Justicia para nuestras hijas”, las cámaras de vigilancia del Vive Bus están “desinstaladas”, debido a que “el dueño no ha pagado lo que debe pagar para activarlas”!!!
Y a plantear, otra vez, las enormes diferencias existentes entre los asesinatos de hombres y mujeres, a propósito del Día Internacional de la Mujer.
Generalmente, cuando ocurre un homicidio es porque existe un antecedente en la conducta de la víctima, una riña, una rencilla, el involucramiento en alguna actividad delictiva, pero casi nunca sólo por el hecho de ser hombre.
No sucede así en el caso de las mujeres. Cuando una de ellas es asesinada, generalmente es por ese solo hecho, el de ser mujer, y en el caso del asesinato es la parte final de un proceso vejatorio, en el que se trata de usar y abusar de la mujer.
Por eso no se pueden catalogar de igual manera. Ciertamente, son hechos lamentables, dolorosos, inaceptables; ambos, derivados del tremendo salvajismo de nuestra sociedad, pero en el que la discriminación hacia las mujeres es aún peor pues permea a todas las clases y capas de la sociedad y está presente en infinidad de los más pequeños detalles de nuestra conducta diaria.
No, la razón de los feminicidios no se encuentra en la conducta de las mujeres sino en el primitivismo de nuestra sociedad que lleva a conceptualizar que son simples objetos a merced de los deseos de los hombres, merced a su inferioridad.
Nada de eso se puede aceptar de quienes tienen la elevada responsabilidad de procurar justicia.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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