domingo, 5 de enero de 2014

¿Qué pasó en Juárez?

El Diario, 5 de enero de 2014

Luis Javier Valero Floress


Disidente, proviene de disidir: “Separarse de la común doctrina,

creencia o conducta”: 
Real Academia Española de la Lengua.

Al contrario de lo que sucede en el país en materia de homicidios, en nuestra entidad se ha instalado una sostenida tendencia a la baja, a la que el mundo oficial, de manera recurrente, sin más explicaciones, achaca a la estrategia aplicada a partir de la nueva administración estatal.

No tenemos a la mano argumentos para sostener una u otra cosa. A esa nueva realidad deben haber concurrido –como es lógico– un número muy grande de factores, muchos de los cuales los conoceremos al paso del tiempo y después de la realización de las necesarias investigaciones; pero una cosa es cierta, el hecho de que Juárez haya terminado el año 2013 “como el que menos homicidios se presentaron en los últimos 6 años. Cerró con 485”, es de los eventos más destacados, quizá el más sobresaliente de la urbe fronteriza más importante del país. (Nota del Staff, El Diario de Juárez, 1/I/14).

Esa cantidad de homicidios arroja una tasa de 37.3 por cada 100 mil habitantes (PCCMH), –que es el modo en que se mide internacionalmente este fenómeno– lo que representó una disminución del 35% respecto al año inmediato anterior, en el que se presentaron 751 asesinatos y una tasa de 57.7 PCCMH.

A pesar de ello, la cifra de 2013 es 52% más alta “en comparación con el 2007, año en que se registraron 320 homicidios en Ciudad Juárez (24.6 PCCMH, resultante de que ese año la población se ubicaba, aproximadamente, en poco más de 1 millón 300 mil habitantes. Cálculos de LJVF), cifra que aumentó en el 2008, ya que mil 623 personas fueron asesinadas (Tasa de 123 PCCMH. También, cálculo de LJVF)”. (Ibídem).

En 2009 los homicidios fueron 2 mil 657, lo que llevó la tasa a 204 PCCMH, números que crecieron al año siguiente, 2010, al subir a 3 mil 115 (Tasa de 239 PCCMH).

Para no enredarnos, las cifras son así, en tasas PCCMH:

2007, 024.6

2008, 123

2009, 204

2010, 239

2013, 037.3

Sin embargo, de las nuevas estadísticas apareció una incluso más preocupante pues “personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) dio a conocer que solamente un 30 por ciento de los asesinatos están relacionados con actividades del crimen organizado…”. (Ibídem).

Más allá de los conflictos del crimen organizado, existe un grado de violencia en la sociedad chihuahuense más difícil de erradicar, porque forma parte del patrón cultural, como lo evidencia el hecho de que en el estado 7 de cada 10 mujeres sufren violencia en Chihuahua, tal y como lo arrojó la “Investigación sobre Detonantes de Violencia en el Estado de Chihuahua”. (Comunicado de prensa, Gobierno del Estado, 27 de Diciembre de 2013).

Es de tal magnitud el descenso (por supuesto, y bien que lo sabemos, más impactante el ascenso de las cifras de la muerte y la violencia) que al terminar el año 2013, la diabetes se ubicó como la primera causa de muerte, al desbancar a los homicidios que durante cinco años habían ocupado ese lugar “en el estado y en Ciudad Juárez, pero en 2013 se ubica en el tercer lugar, según el recuento hasta octubre pasado”. (Nota de Patricia Mayorga, El Diario de Juárez, 28/XII/13).

Sin embargo, en algunas localidades de la Sierra –y no son pocas– aún se mantiene en primer lugar la eliminación de las personas como causa más frecuente de muerte.

¿A qué se debió, entonces, tan abrupta disminución? ¿Que a la llegada de la nueva administración federal ya no se impulsó-apoyó o se permitió la hegemonización de uno de los cárteles de la droga?

No es tan descabellada tal suposición. En los peores días de la violencia en Juárez, uno de los más altos funcionarios de Seguridad Pública Federal intentó convencer a un destacado derechohumanista de las “bondades” de la estrategia federal, que consistía en golpear a una de las bandas criminales, la más débil, decían ellos, para que una vez disminuida, la otra adquiriera la hegemonía y luego “acabarla”.

Una por una, decían, pero en tanto la guerra seguía con su “apoyo” encubierto y las detenciones de los integrantes del Cártel de Juárez llegaron a contabilizarse, sobre las del Cártel de Sinaloa, en proporciones de hasta 10 a 1.

¿Se acabó esa estrategia y las aguas retornaron a sus cauces? O por el contrario, ¿la detención de cientos de presuntos integrantes de las bandas criminales detuvo la ola violenta? ¿O fue el desgaste de sus fuerzas? ¿O el negocio principal, el del tráfico de drogas empezaba a sufrir las consecuencias de un quinquenio de guerra sin cuartel y los llevó a los pactos de antes de la guerra?

Y es que los homicidios han ido a la baja, pero el resto de delitos –con altibajos– aunque bajaron, mantienen cifras preocupantemente altas, las que reflejan que son otros los factores que deberán atenderse, es decir, los que tanto se pregonaron, aquellos que deberían atender a la reestructuración, o más bien, a la elaboración de una nueva estructuración social porque la que se añora es la fuente de lo que hoy padecemos.

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