sábado, 25 de enero de 2014

Oscuro panorama

Editorial Aserto No. 126, enero 2014

Para el año 2013, la administración de Enrique Peña Nieto había pronosticado que el crecimiento económico del país alcanzaría el 3.5%. Con dificultades, al término del año, habrá alcanzado poco menos del 1%.
Con esa cifra, y lo incierto de los resultados, tanto de las reformas efectuadas, como de las expectativas a partir de la reforma fiscal, amén de lo incierto de la economía mundial, a pesar de la ligera recuperación de la norteamericana, el año que inicia no se aprecia como uno de buenos augurios para la enorme mayoría de la población.
Contra el optimismo gubernamental, desplegado en una poca menos que ofensiva campaña publicitaria, los efectos positivos -si los hubiera- de la reforma energética habrán de apreciarse en los próximos años y las grandes inversiones que pregonan llegarán, no lo harán en el curso del próximo año y no se aprecia medida alguna que le permita a la economía mexicana crecer al ritmo necesario.
A pesar de todo ello, es probable que la economía chihuahuense tenga un ligero crecimiento, que se deberá, no tanto a las políticas gubernamentales desplegadas (tanto del orden federal como del estatal) sino al ritmo de crecimiento de la economía norteamericana y a la elevada dependencia de nuestra economía respecto de ella, mayor que la del resto de México.
Sin embargo, no será suficiente para que la mayoría de los chihuahuenses enfrente en mejores condiciones la difícil situación económica por la que atraviesan. La pobreza se enseñorea en los suburbios de las principales ciudades de la entidad, es creciente, en una magnitud que develó, paradójicamente, la medida gubernamental de regalar pollos, frijol, despensas y otros artículos alimenticios a los más pobres de estas ciudades.
Las multitudes fueron la nota principal de tales actos gubernamentales que, contra el discurso oficial, tenían el objetivo de paliar el hambre, presente en cada vez más amplias capas de la población del estado que se preciaba por contar con tener uno de los estándares de vida más altos del país.
Al paso de los días de la actual administración estatal, no se aprecia el cambio de timón anunciado profusamente al inicio de la misma, las expectativas del crecimiento del empleo siguen fincadas, al igual que las últimas cuatro en la creación de empleos por la industria maquiladora, más allá de que el Gobernador César Duarte fincara sus esperanzas en el crecimiento del empleo en las actividades agropecuarias, lo cual no ha ocurrido, sin contar  con que a pesar de que se contara con un crecimiento inusitado de esta actividad no podría generar, ni la calidad de los empleos, ni de los salarios requeridos por los chihuahuenses.
En todo caso, las esperanzas de una mayor inversión se han depositado, para el próximo año, en el crecimiento de las partidas federales para Chihuahua, lo que significa, en el mejor de los casos, un crecimiento, en cifras reales descontando la inflación, de apenas 2-3%. Nada importante, por tanto.
Pero si las expectativas económicas son bajas para los chihuahuenses, en los aspectos sociales y políticos son peores, la aprobación de las reformas legislativas en el ámbito federal tienen su correlación en el local, casi en la misma tónica, la de no escuchar más que sus propias voces y acrecentando el control sobre todas las instancias y niveles de gobierno.
El rechazo ciudadano a tal tendencia se ha convertido en la nota significativa en todos los actos públicos masivos.

Reaccionar a actitud debiera ser prioridad de un gobierno que pretende alcanzar la continuidad ¿Lo hará?

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