martes, 23 de octubre de 2012

Taxímetros olvidados

El Diario, 23 de octubre de 2012 Luis Javier Valero Flores Pasa el tiempo y los más ambiciosos proyectos de transporte público van quedando en el olvido, de tal modo que al no ofrecer un servicio aceptable, cómodo, accesible y con una amplia cobertura, tanto en tiempo como en extensión, ese factor se ha convertido –además del notablemente inferior costo de vehículos en la frontera- en el más importante para estimular el crecimiento de la planta vehicular en las 2 principales urbes chihuahuenses, hasta ubicarlas en los primeros lugares del número de automotores por habitante en el país. Incentivar el uso del transporte público significa no solamente el poner en funcionamiento modalidades como las que están actualmente en proceso en Juárez y Chihuahua, sino también la de modernizar al resto del transporte público, demanda largamente exigida por la sociedad, tercamente negada por las distintas administraciones estatales, interesadas en más que todo en mantener las “buenas” relaciones existentes con la élite camionera, ofrecedora de muy amplios favores electorales o, quizá, el compartimiento del negocio del transporte público. No descubrimos nada nuevo. Año con año los concesionarios se quejan de los elevados costos para ofrecer el servicio y exigen, tercamente, la elevación de las tarifas del transporte público. Lo mismo sucede en el caso del servicio de taxis. Desde mediados de la administración de José Reyes Baeza se divulgó la puesta en vigor de un programa para dotar de taxímetros a todos los concesionarios, por supuesto, de manera obligada, con el fin de mejorar el servicio, de hacerle accesible, de abaratarlo y, aunque parezca contradictorio, elevar las utilidades de quienes lo ofrecen. Pero la respuesta de los concesionarios fue muy parecida a la de los taxistas de la capital, ahora con motivo de los procedimientos de la aplicación de las nuevas tarifas: el rechazo absoluto. Lo sorprendente, antes, y no sabemos ahora, fue la reacción gubernamental; en lugar de asumir la postura más útil a los usuarios, dada su obligación de prestar el servicio de transporte público, ha reaccionado casi permanentemente favoreciendo las exigencias de los concesionarios del transporte público. Recientemente, en coordinación con la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), pusieron en marcha un programa –Taxi amigo– identificados con logotipo especial y tarifas más baratas, pero que se deja a la voluntad de los prestadores del servicio, bajo el mismo patrón, la de la discrecionalidad en el cobro. Seguramente que muchos de los lectores habrán usado este servicio en otras ciudades y podrán testimoniar que los taxis son infinitamente más baratos y con una calidad muy por encima de la ofrecida en Juárez y Chihuahua; y que en lugar de dejar a la discrecionalidad de quien ofrece el servicio, dejan al taxímetro tal tarea. Y si se cree que con esta modalidad el taxista podría tener pérdidas, la realidad es totalmente contraria. Es lógico, pues la demanda se incrementará exponencialmente, ya que al ofrecer el servicio a precios racionales, un buen número de ciudadanos optarán por él, de rangos socioeconómicos más amplios, por lo que los taxistas incursionarán a nuevas zonas de las ciudades, seguros de que encontrarán demanda de este servicio. ¿Ha probado abordar un taxi en Juárez fuera de la zona hotelera o del centro? Si logra hacerlo -porque nunca pasa alguno- prepárese, el cobro es de 120 pesos en tramos por los que en otras ciudades se cobraría menos de la mitad. ¡Ah, pero es que traen taxímetros y modelos recientes, no los viejos vehículos usados como taxis en el antiguo Paso del Norte que, además, requieren una pipa al lado para dotarles de combustible! Apenas ayer se realizó la Cumbre de Turismo TRAVELAND, un evento en el que se puso el énfasis en potenciar a Chihuahua como uno de los sitios turísticos más importantes del país. Tal pretensión no se puede obtener si las ciudades no cuentan con transporte público de primera calidad, con tarifas accesibles, no solo para el turismo nacional y extranjero, sino para los usuarios locales. Tal cosa se logra –¡en pleno siglo XXI, el de la cibernética!– dotando a los taxis de un instrumento que calcule de manera correcta la distancia y el tiempo transcurridos en el otorgamiento de un servicio ¡Qué cosas! Y eso significa hacer a un lado al grupo, o grupos económicos que le han impedido a los chihuahuenses contar con un transporte público decoroso, obligación gubernamental, que no se olvide, el transporte público se concesiona, no es propiedad de quienes lo ofrecen en la actualidad.

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