martes, 30 de octubre de 2012

Argumentos inventados

El Diario, 30 de octubre de 2012 Luis Javier Valero Flores Es imposible no intentar el paralelismo, sobre todo por sus trágicos resultados, especialmente por lo que tal forma de proceder causó mil y una desgracias sobre miles y miles de familias, muchas de las cuales llegaron a sufrir, no solamente la pérdida de bienes y valores, sino la de seres queridos. George W. Bush, en aras de acceder a las enormes riquezas petroleras del Medio Oriente, en particular las de Irak, además de dejar fuera de la escena a su presidente, Saddam Hussein, inventó que éste había desarrollado cientos, quizá miles de armas químicas para emplearlas, dijo, en contra de Estados Unidos y su aliado en la zona, Israel. El resultado ya lo sabemos. Un país destrozado –Irak, por supuesto–, cientos de miles de muertos, millones desplazados, por lo menos 10 mil soldados norteamericanos caídos, decenas de miles de veteranos de la guerra con graves problemas mentales en Estados Unidos y las empresas de la industria bélico militar en poder de las potentes reservas petroleras iraquíes. Algo semejante realizó Felipe Calderón en México. Durante casi 6 años nos ha repetido que para evitar el acceso de las drogas “a nuestros hijos”, en virtud de la desmesurada alza del consumo de drogas, porque los narcotraficantes decidieron pagar “ahora en especie” y de ese modo, decidieron dejar las drogas en este lado, fenómeno que, fue insistente, originó el salvaje incremento de las ejecuciones. Pero hete aquí que ayer se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Adicciones, la que reveló la detención del aumento en el consumo de drogas, al tiempo que develó el incremento del consumo de alcohol en adolescentes. Lo sorprendente es que el principal incremento en el consumo de estupefacientes se había dado principalmente en el período anterior, es decir, entre 2002 y 2008, cuando se duplicó, al pasar de 0.7 por ciento a 1.4 por ciento, y estabilizarse entre 2008 y 2011, al 1.5 por ciento. Lo que quiere decir, si tomamos como base el último censo poblacional, que quienes consumieron drogas fueron alrededor de 1 millón 700 mil personas, mercado cuyo tamaño de ninguna manera justifica la terrible guerra sufrida por los mexicanos, que para fines de año habrá arrojado el descomunal resultado de alrededor de 100 mil muertos. ¿Por disputarse un mercado de 2 millones de consumidores y que, además, ese crecimiento se dio básicamente en el sexenio anterior? ¿Y entonces, porqué el lanzamiento de una guerra como la declarada por Calderón a los cárteles del tráfico de drogas? No es el único resultado de la encuesta sobre adicciones que desnuda a la actual administración federal, en el marco del Primer Encuentro Nacional de Centros Nueva Vida. Ahí mismo, la doctora María Elena Medina Mora, directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría Doctor Ramón de la Fuente, informó que el consumo de cocaína en México se acerca a la media mundial, por debajo de Brasil y de Colombia y en el caso de la mariguana es inferior a la media mundial. (Nota de Reforma, El Diario, 29/X/12). Pero la autocrítica y la reflexión no son parte del patrimonio de Felipe Calderón. Como si hubiese sido otro quien lanzó durante años las justificaciones arriba señaladas para su guerra, ahora se ufanó de que su gobierno fue el que hizo posible la detención en el aumento del consumo de drogas, cuando todo mundo (bueno, los especialistas, los que saben del tema) aseguran que poco a poco nos acercamos a los promedios mundiales en el consumo, independientemente de las acciones gubernamentales encaminadas a detener o prevenir las adicciones e, incluso, las que ponen el acento en la prohibición y las sanciones al tráfico de drogas. Dijo, en tan memorable ocasión: “Lo que era un incremento creciente y preocupante en el consumo de drogas ilícitas, que se había registrado entre 2002 y 2008 a nivel nacional, se detuvo en su crecimiento. Esto significa que el consumo de drogas ilícitas no se ha incrementado significativamente entre 2008 y 2011”. N’ombre, aquí todo va viento en popa. Ya detuvimos el crecimiento del consumo, ya eliminamos o encarcelamos a casi todos los “capos”, ya destruimos a casi todas las bandas, no importa que nos desaparezcan cadáveres o que perdamos hasta las muestras del cadáver del “Lazca”. Nada de eso importa, hemos ganado el combate a los “malandros”. ¿Y los 100 mil muertos no importan? ¿Ni siquiera el amigo “Iván”, el “inmortal” Juan Camilo Mouriño? ¡Cuánto cinismo!

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