domingo, 5 de diciembre de 2010

Ineficacia e intervención confirmadas

El Diario, 5 de diciembre de 2010
Luis Javier Valero Flores
Lo que durante años para el común de la gente eran patrañas, alucinaciones y paranoias de la izquierda mundial, con la divulgación de los cables cruzados entre los funcionarios de las embajadas norteamericanas y sus jefes, es ahora verdad casi absoluta: Estados Unidos ejerce el papel de policía mundial y determina, o trata de determinar la política de prácticamente todas las naciones en el mundo.

Que ese sea el papel buscado por los norteamericanos es negativo, pero que existan gobernantes prestos a actuar con sumisión frente a los dictados estadounidenses, o peor aún que actúen como agentes pronorteamericanos frente al resto de las naciones no tiene nombre.

Ahora sabemos que Felipe Calderón se ubica en la última categoría. Pasajes enteros de las comunicaciones entre los funcionarios norteamericanos lo retratan de cuerpo entero: “… Calderón también comentó extensamente sobre acontecimientos políticos en América Latina y el papel de los Estados Unidos. Si bien dijo que los Estados Unidos habían recuperado una estatura significativa en América Latina, asimismo, instó a una mayor participación estadounidense en la política de la región”.

Según este cable, el Director de Inteligencia del gobierno norteamericano, Dennis Blair, habría conversado con Felipe Calderón. El informe completo de esa conversación fue difundido y en él “Calderón destacó que el presidente venezolano Hugo Chávez está activo en todo el mundo, incluyendo México. Calderón dijo que México está tratando de aislar a Venezuela a través del Grupo de Río. Calderón también comentó que él está especialmente preocupado por las relaciones de Venezuela con Irán, y que la embajada iraní en México es muy activa. Calderón destacó que la creciente influencia de Irán en América Latina debe ser motivo de preocupación considerable a los Estados Unidos, y Chávez está haciendo todo posible para ayudar e instigar”.

El panista, según esta información, fue insistente en pedirle al norteamericano en que “La región necesita una presencia visible de Estados Unidos, señaló. Chávez, dijo Calderón, también tendrá la oportunidad de hacerlo en un número de elecciones próximas, especialmente las de Honduras. Lo que es más importante, dijo Calderón, los Estados Unidos deben estar dispuestos a participar en la elección del próximo presidente brasileño. Brasil, dijo, es clave para la contención de Chávez, pero lamentó que el presidente Lula ha sido renuente a hacerlo.

Para concluir, Calderón dijo que existe un vínculo entre Irán, Venezuela, drogas, tráfico de estupefacientes y estado de cuestiones de derecho. (Y que) Estados Unidos debería mirar a América Latina desde una perspectiva interconectada”.

Bastan estos párrafos para ubicar el papel jugado por quien detenta la Presidencia de la República, con argumentos tan falsos como el del párrafo anterior ¿Cómo, en dónde está la creciente influencia de Irán en América? ¿Con base en qué Calderón afirmó que ese país, el dirigido por Hugo Chávez (a quien acusa en otra parte de financiar la campaña de López Obrador en 2006) y el tráfico de drogas forman parten del mismo entramado?

Gravísima la postura de Calderón. Con base en quién sabe qué sustento político (y ético) le solicita a Estados Unidos intervenga más en los procesos electorales de América Central y Sudamérica ¿Acaso no sabe que solicitar eso significa, en función de la dinámica del poder norteamericano, que también lo puede hacer en nuestro país? ¿O eso es lo que está en el fondo?

Habíamos tenido presidentes acusados de ser agentes de la CIA (Echeverría y Díaz Ordaz) pero no habíamos tenido la oportunidad de conocer con precisión las conversaciones sostenidas entre esos y los funcionarios norteamericanos. Da pena y dolor ajenos; enerva la sumisión de quien se ostenta como mandatario de los mexicanos.

El mundo entero se ha convulsionado gracias a las filtraciones proporcionadas por el portal de internet Wikileaks y que resolvió otorgárselas a cinco periódicos.

Importa aclarar el origen de las informaciones. Se trata de los registros de los informes de los funcionarios de las embajadas norteamericanas (incluidos los embajadores) y la correspondencia entre éstos y sus jefes en el gobierno de Estados Unidos.

No se trata, entonces, de versiones de terceros sino de los reportes de funcionarios gubernamentales obligados, de acuerdo con el marco legal de Estados Unidos, a dejar el registro de sus actividades (por esa razón el pueblo norteamericano conoció las grabaciones de las actividades de Richard Nixon en contra del Partido Demócrata y que le costaron la pérdida de la presidencia de la república) por lo que la información filtrada por Wikileaks tiene todos los visos de ser veraz pues según la normatividad allá existente, los actos de los funcionarios gubernamentales deben ser del conocimiento –o estar en posibilidades de que puedan ser– del pueblo norteamericano.

Y si la intervención norteamericana es un hecho incontrastable, el fracaso de la “guerra” de Calderón en contra del crimen organizado, en voz de los norteamericanos adquirió certificado de confirmación.

Más aún, las filtraciones dan a conocer las serias divergencias existentes al interior del gabinete. Un asunto en particular lo retrata nítidamente. Blair dijo que el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván, le había informado haber propuesto el establecimiento del estado de excepción (es decir, el cese de las garantías constitucionales) en varios puntos del país, especialmente en Juárez pues esa era, en la visión del militar, una mejor manera de enfrentar la situación en la frontera chihuahuense.

Ese mismo día, en una conversación posterior, el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, habría conversado con Blair y le había desmenuzado sus argumentos para oponerse a la declaración del estado de sitio en el antiguo Paso del Norte.

A lo largo de todos los mensajes dados a conocer hasta ayer, son varios los comunes denominadores, en relación con el combate al tráfico de drogas: la descalificación de la “guerra” de Calderón, el enjuiciamiento al Ejército, las pugnas entre las dependencias encargadas de la seguridad pública y el ensalzamiento de la Secretaría de Marina (“cuyos integrantes han sido adiestrados en el Comando Norte” del ejército norteamericano, sostienen con orgullo en sus cables internos).

Quien se lleva la peor parte es el Ejército Mexicano, de él sostienen que tiene una nula preparación, es lento, sufre aversión al riesgo, está dividido y no es una garantía en la lucha contra el crimen organizado. ¡Ahí nomás

Y a propósito del operativo en el que efectivos de la Secretaría de Marina dieron muerte a Arturo Beltrán Leyva, se desviven en elogios a esa dependencia y critican severamente a la Sedena, colocada en “la difícil posición de explicar por qué han sido reacios a actuar de manera inteligente y dirigir la operación contra objetivos de alto nivel. Nuestros servicios transmitieron la información originalmente a la Sedena, que se negó a actuar con rapidez y reflejó una aversión al riesgo que ha costado a la institución una victoria principal contra el narcotráfico”.

En unos cuantos párrafos acabaron con todos los discursos de los políticos mexicanos hacia las fuerzas armadas. No sólo eso, al igual que todos los críticos al gobierno mexicano, opuestos a la utilización del Ejército en el combate al narcotráfico, los gobernantes norteamericanos coinciden en que las fuerzas armadas no están preparadas para afrontar semejante tarea por su “falta de capacitación para reunir pruebas que incriminen a sus detenidos”. ¡Ah pero en cambio, la Secretaría de Marina, dicen, “está bien entrenada, bien equipada y ha mostrado su capacidad para responder con rapidez a las acciones de inteligencia”

Además, tales filtraciones develan las no tan secretas intenciones de los norteamericanos. Al criticar la falta de “modernización” del Ejército Mexicano, cuyos jefes se opusieron a ser los instrumentadores de los recursos procedentes de la Iniciativa Mérida (otorgados por el gobierno norteamericano), en uno de los cables los funcionarios norteamericanos nos explican claramente cuál es su concepto de modernización de las fuerzas armadas mexicanas, a las que “sugiere” impulsar a una “transición modernizadora” consistente en alentar “a los militares mexicanos a participar más activamente en la arena internacional, así como una mayor cooperación en seguridad en Centroamérica y Colombia, y aun con participación limitada en operaciones regionales humanitarias, y posiblemente de mantenimiento de paz; también será clave en ayudar a la transición militar de una mentalidad de ‘proteger la Revolución’ a una fuerza más activa dinámica y flexible”.

Es decir, que se conviertan en uno de los brazos ejecutores de la política norteamericana en nuestro continente, así como los ejércitos de Inglaterra y España (en tiempos de Aznar) lo fueron en Irak.

¡Ah, y que abandonen cualquier discursito de ser los defensores de la Revolución Mexicana

Y todavía falta el análisis de lo relacionado con el combate al narcotráfico.

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