jueves, 28 de enero de 2016

Pobres expectativas para los nuevos gobernantes

Editorial
Aserto 150-Enero 2016 
2016 es un año clave para la sociedad chihuahuense, es año de renovación de los órganos de gobierno locales, pero desafortunadamente no pareciera ser momento de la renovación, ni de los modos de gobernar, ni del modo de actuar de quienes aspiran a gobernarnos.
A pesar de los dichos de la actual administración estatal, encabezada por el ballezano César Duarte, el relevo no se hará en los mejores términos para la siguiente, independientemente del partido del que emerja el sucesor, pues tendrá serios impedimentos para darle cauce a las numerosas exigencias societarias que debe cumplir el gobierno estatal.
Ciertamente deberán reconocerse algunos de los logros más reclamados por el Gobernador Duarte, alcanzados por su desempeño, pero ellos mismos encarnan serios retos para la siguiente administración. El presupuesto estatal creció de 41 mil 800 millones de pesos, en 2011, el primer año de la actual administración, a 62 mil millones en 2016, el último, con un crecimiento, en términos reales, aproximado al 32%, descontando la inflación promedio presentada a lo largo del sexenio.
Este crecimiento -de una tercera parte- ha servido, según las afirmaciones, tanto del Gobernador Duarte, como de su Secretario de Hacienda, Jaime Herrera, para sustentar el gasto realizado en la construcción de los nuevos planteles y en educación; lo aplicado en materia de seguridad y, finalmente, en salud.
La apertura de los nuevos centros de educación y de salud -que acarrea más gastos de operación- obligará al nuevo gobierno estatal a restringir el ámbito de nuevos proyectos y nuevas obras, porque tendrá un muy escaso margen de crecimiento, tanto en el nuevo endeudamiento, como en el de la búsqueda de ingresos propios.
En el primer caso, de acuerdo con la nueva ley federal de deuda pública, la entidad ha llegado al tope del nuevo endeudamiento avalado por las participaciones federales, parámetro casi único utilizado por las empresas calificadoras y las otorgadoras de crédito, para otorgar nuevos empréstitos -en el caso de las segundas-, y para emitir buenas calificaciones a la capacidad crediticia, en el caso de las primeras.
Y en el segundo rubro, el de las fuentes propias, prácticamente está agotado pues no hay grandes resquicios que pudiera aprovechar el nuevo gobernante, que le permitiera iniciar grandes proyectos de nueva obra pública, ya que deberá emplear más de 3 mil millones de pesos al año para pagar la deuda, tanto la deuda directa, como la del fideicomiso carretero, -que ascenderá a cerca de los 50 mil millones de pesos al término del actual gobierno- lo que le limitará seriamente.
Ahí estriba una buena parte de la argumentación para criticar el desempeño de la actual administración, podrá coincidirse en que el endeudamiento no es malo, el problema está en qué tanto se comprometen los recursos con los que debieran contar las futuras administraciones, además del porcentaje de las finanzas públicas empleado para endeudarse.
Es en esta parte de la administración pública en la que mayores argumentos se pueden esgrimir para criticar el desempeño de todos los partidos políticos en Chihuahua pues una buena parte del endeudamiento fue aprobada por unanimidad, el PAN incluido, conducta que cambió en la segunda parte del sexenio, en la medida que se desataban los escándalos acerca de los supuestos malos manejos del actual gobierno y crecía la crítica a las distintas operaciones del financiamiento del gobierno estatal.
Queda para el rechazo ciudadano el proceso mediante el cual -y no sólo el PRI- se están designando a los candidatos al gobierno de Chihuahua. Adquiere mayor relevancia el del PRI, por obvias razones, pues es el partido gobernante en la entidad y la mayor parte de las alcaldías, además de ser la fuerza mayoritaria en el Congreso del Estado.

El suyo ha sido uno de los procesos más antidemocráticos del que se tenga memoria e hizo recordar, nítidamente, al partido del siglo anterior, el mismo que, fruto de sus errores, debió entregarle el poder al PAN, hoy repite las mismas prácticas. El problema es que el resto de los partidos le compiten seriamente en ese modo del quehacer político.

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