lunes, 25 de enero de 2016

Las razones inexplicables

Mega Radio Juárez, 25 de enero de 2016
Luis Javier Valero Flores
¿Cuál es la razón por la cual un empresario, llegado a las grandes ligas empresariales del país de manera tan cuestionada, José Luis (Chacho) Barraza, decide lanzar su candidatura independiente al Gobierno de Chihuahua, sin contar con antecedentes sociales o políticos que lo llevaran a creer que la ciudadanía se pudiera volcar en su candidatura?
Quien sabe.
¿Qué llevó a otro político de primer nivel en el ámbito local, joven, parte fundamental del grupo gobernante, a renunciar a una promisoria (y no tan promisoria, sino real, tangible) carrera política, Marcelo González Tachiquín, que tenía en sus alforjas la posibilidad de alzarse con la diputación local y la coordinación de sus compañeros diputados, además de tener a la mano de la reelección en 2018 y acariciar la posibilidad de ser candidato de su partido, el PRI, al puesto que hoy tiene César Duarte?
Quien sabe.
¿Cuáles fueron las razones verdaderas del alcalde deliciense, Jaime Beltrán del Río, a renunciar a su partido, el PAN, en protesta por el método acordado por la dirigencia nacional, consistente en el levantamiento de una encuesta y la designación consecuente por el Comité Nacional, luego que, varios meses atrás buscara a las dirigencias de Morena y del PRD, quesque para “conversar” y que ahora, denunciante de los “dedazos” en el PAN va en busca del que le pueda ser favorable en cualquier otro partido, cualquier otro, como dijo?
Quien sabe.
A medida que avanza el actual proceso electoral siguen presentándose hechos, quizá no inéditos, pero sí llamativos, ilustrativos de la profundidad de la crisis política por la que atravesamos, que llega no sólo, como cabría esperar, al interior de los partidos, sino, también, a un buen número de ciudadanos.
Durante muchos años las fuerzas democráticas pugnaron por entregarle a los mexicanos un derecho hasta entonces sólo plasmado en el texto constitucional, el derecho a ser votados.
Se buscaba no solo por llevarlo a la realidad sino también para arrebatarle a los partidos el monopolio de las candidaturas, y por consiguiente, el del ejercicio del gobierno.
Se coincide en que el sistema de partidos es lo más conveniente para la existencia de un régimen democrático, pero los agrupamientos partidarios deberán gozar de esa cualidad, el de ser entes democráticos.
Por desgracia, los partidos mexicanos no lo son. Hoy, con restricciones, con infinidad de candados, las candidaturas independientes son una realidad, pero están hechas de tal manera que sólo quienes cuenten con cierto respaldo económico tienen a la mano la posibilidad de alcanzarlas, por ello es que la mayoría de quienes las buscan son de origen empresarial.
Pero hay otro hecho, apreciable en la mayoría de los aspirantes: La falta de un mínimo de espíritu autocrítico, de una absoluta falta de apreciación acerca de su propia persona. De repente, alguien se creyó que podía contar con la simpatía de sus conciudadanos, sin haber tenido una mínima aparición ciudadana, o de haberla tenido, ésta es mínima y empiezan a hablarnos como auténticos padres de la patria.
Y nos atosigan de su indeclinable vocación de servicio, de su “amor por Chihuahua”, ¡Igual que los políticos! a los que emulan -la mayoría- en su marcadísima egolatría, olvidando que en todo momento, la transformación de la sociedad es un asunto, precisamente, social, que las grandes transformaciones del país sobrevinieron, no por la actuación de los míticos héroes, sino por la masiva participación de los mexicanos.

Ojalá avanzáramos en ese sentido.

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