domingo, 21 de febrero de 2016

Papa secuestrado

El Diario, 21 de febrero de 2016
Luis Javier Valero Flores
El Papa Francisco y la élite mexicana hicieron como la vieja canción infantil de Juan Pirulero -que cada quién atienda su juego-.
Así, Peña Nieto y la élite política y empresarial del país se “lucieron” al lado del Papa mostrándonos su faceta de creyentes y fieles seguidores de la doctrina católica y su representante en la Tierra.
Y recurrieron a todo ¿El resultado? miles de selfies de los políticos mexicanos ocupando las zonas VIP para estar en la cercanía del mandamás de la Iglesia Católica.
A su vez, Francisco (Jorge Mario Bergoglio en la vida cívica) lanzó cuantos discursos pudo, todos genéricos, criticando la forma de conducirnos, la del modo en que se gobierna, con relatos puntuales -generales- de las grandes tragedias por las que transita el pueblo de México (y algunos otros) y aprovechando su condición de latino (por aquello que hasta cuando los cardenales debían nombrar a un papa latinoamericano no se arriesgaron mucho y optaron por nombrar a uno con raíces italianas) fue capaz de hilar muchos momentos de acercamiento con su grey, destacando en ello la misa realizada en san Cristóbal de las Casas en las que el ingrediente indio le imprimió, no sólo una extrema coloridad al evento, sino también una inmensa emotividad y, luego, ya lejos del territorio nacional, lanzó verdaderos obuses.
Si las élites mexicanas fueron capaces de secuestrar al pontífice -para recrearse ellos y sus allegados, aprovechando sus puestos- ¿Qué no podrán hacer, si en algo en lo que debieron mostrar misericordia y humildad, -algo que Francisco ha solicitado insistentemente- no lo hacen y actúan como suelen hacerlo con el erario, de manera patrimonialista, esto es, como si fuera su propio patrimonio?
Los asistentes a las zonas VIP de prácticamente todos los eventos fueron los integrantes de los gobiernos y los más poderosos empresarios. Así fue desde el acto inicial. En el hangar presidencial (construido en la cantidad de mil millones de pesos por la empresa Higa, propiedad, también, de Juan José Hinojosa, el que le “vendió” la casa blanca a la esposa del presidente) quienes lo recibieron fueron invitados de la presidencia, y al pedir las ovaciones al público, de acuerdo a su procedencia, sobresalió la ovación por Toluca. ¿Coincidencia?
Los “invitados especiales” abundaron en todos los eventos, hasta el exceso. ¿Qué hacían, en el acto celebrado en el penal de Juárez, los hijos del empresario Carlos Slim, algunos miembros de la familia Aramburuzabala (los ex propietarios de Grupo Modelo), el cantante Emmanuel, políticos locales y funcionarios?
Pero el secuestro mayor fue en la abundante agenda privada que desarrolló el Papa. 
Evitó reunirse con los padres de los 43 jóvenes desaparecidos y con los padres de los miles de desaparecidos (a pesar de que muchos de ellos son representados o asesorados por las organizaciones derechohumanistas más reconocidas, dirigidas por sacerdotes jesuitas, como él), pero sí pudo recibir en audiencias privadas a cientos de personas (las colas eran inmensas para entrar a la sede de la nunciatura en la ciudad de México, luego de las actividades realizadas en el día), incluidos los directivos y propietarios de Televisa y Tv Azteca.
No son los únicos episodios polémicos de las posturas del Papa, su declaración acerca de que los grupos criminales asentados en Juárez pactaron una tregua de 12 horas para que pudiera celebrarse su visita ha provocado, no ronchas, sino un verdadero ataque anafiláctico en el gobierno: “En Ciudad Juárez, Chihuahua, los criminales alcanzaron un pacto de 12 horas de paz por mi visita. Después seguirán luchando entre ellos, los traficantes”. (Nota de El Diario, 19/II/16).
Ni en eso le falló el jerarca argentino, afirmó que los grupos delincuenciales habían pactado, nunca declaró que las autoridades lo habían hecho, o que éstas no hubieran realizado su trabajo, no, simplemente, con mayor naturalidad que los gobernantes locales, aceptó una cosa real, la de que los grupos criminales, los dedicados especialmente al tráfico de drogas ahí estaban y que seguirían haciendo sus actividades delincuenciales.
Pero las respuestas del mundo oficial nos dejan pasmados y llevará a que la sociedad deba preguntarse a quien creerle, si al Papa o a los gobernantes que lo desmienten cuando éstos aún siguen elogiando su visita y presumiendo sus “selfies”.
Así, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, aseveró: “Para nada, (que) no se distorsione de ninguna manera el tema, no hay ninguna tregua con el narco, nosotros hemos acreditado cada vez que se detiene a cada grupo delictivo, que se les incautan drogas, se les quitan armas, por el delito que sea, no hay tregua alguna”.
Más atrevido, el Secretario de Gobierno (por aquello de que las autoridades, de todos los niveles, se le hincaron al Papa) nos “interpretó” lo que el Papa quiso decir: “Lo que el Papa dice y valoró es que en su visita a Juárez no hubo ningún incidente”. (Nota de El Diario de Chihuahua, 19/II/16).
Y ya puestos en el plano de los excesos, el Fiscal General del Estado, Jorge González Nicolás, afirmó que ”… los eventos celebrados en Juárez por el Papa Francisco sin duda fueron calificados por propios y extraños los mejores de los cinco días, los mejores eventos y con un profundo sentimiento y gran emotividad”. (Nota de Luz del Carmen Sosa, El Diario de Juárez, 18/II/16) 
¡Vóytelas!
Y si faltaba evidencia para acreditar el secuestro de Francisco, él mismo la aportó. Dijo que hubo gestiones de distintos sectores para tener una reunión de los padres de los jóvenes de Ayotzinapa con él, pero “eran muchos grupos, incluso contrapuestos entre ellos, con luchas internas. Entonces yo preferí decir que en la misa los iba a ver a todos, en la Misa de Juárez si preferían o en alguna otra, pero me abría a esa disponibilidad. Era prácticamente imposible recibir a todos los grupos que, por otro lado, también estaban enfrentados entre ellos”. (La Jornada, 18/II/16).
Los padres de los 43 estudiantes declinaron asistir a la misa de Ciudad Juárez porque sólo había tres lugares para ellos y no se había concretado la audiencia privada.
Además, el problema estriba en que no hay evidencia alguna de divisiones entre ellos.
De los numerosos actos realizados y de la multitud de mensajes enviados por el Papa, resaltan -para los fines de esta colaboración editorial- el realizado en el Colegio de Bachilleres, en el acto que eufemísticamente le denominaron Encuentro con el Mundo del Trabajo, pues ahí dijo que “… La mentalidad reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de capitales provocando en muchos casos la explotación de los empleados como si fueran objetos a usar y tirar… Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas”, ante lo cual, el dirigente de la Canaco de Chihuahua capital, Carlos Fierro, afirmó que “en Chihuahua no existe esclavitud laboral”. ¡Válgame dios!, diría mi abuela.
Ahí, frente a prácticamente todos los empresarios más poderosos de Chihuahua, en un acto finalmente dejado en manos de la Coparmex y de los Empresarios Católicos, (pues los que hablaron a nombre de los empresarios fueron Juan Pablo Castañón Castañón, presidente en turno del Consejo Coordinador Empresarial nacional, y Gustavo de Hoyos Walther, dirigente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana) fueron fustigados: 
“¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral o de tráfico de trabajo esclavo? ¿O quiere dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, del techo decoroso y de la tierra para trabajar?… ¿En qué cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a respirar? ¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar renovación o cambio? Generar es ser co-creadores con Dios. Claro, eso cuesta”.
Se necesita ser muy cara dura para soportar tal andanada de conceptos y seguir pagando a la mayoría de los trabajadores (6 de cada 10 registrados en el IMSS) hasta dos salarios mínimos mensualizados.
Pero si de algo debemos dolernos es del abandono de la laicidad por parte de los gobernantes. Así, Enrique Peña Nieto se fue a la misa en la Basílica olvidando que es el representante del Estado Mexicano y que, por tal circunstancia, no puede andar hincándose ante nadie ni besar los anillos papales, como lo hicieron los gobernadores de Sonora, Claudia Pavlovich, y Chiapas, Manuel Velasco.
El cura Solalinde lo retrató de mejor manera: “El Papa es un pastor antes que un jefe de Estado y Peña Nieto su acólito, al igual que todo su gabinete. A un jefe de Estado no le piden bendiciones ni le besan la mano”.
¿Es fervor católico o simples maniobras políticas para manipular el fervor religioso de un pueblo, tan sufridor como el nuestro y tan ávido de, por lo menos, señales de esperanza, razón por la cual se volcó con Francisco?

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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