lunes, 29 de febrero de 2016

La guerra

Aserto No. 151, Febrero de 2016
Luis Javier Valero Flores
Las palabras del senador Javier Corral sonaron durísimas, tronantes, como eco de la cartulina que sostenía en sus manos momentos antes: “He sostenido que es una vergüenza que el Gobernador de Chihuahua participe en esta mesa y venga a hablar de seguridad y justicia cuando está acusado de enriquecimiento ilícito y Chihuahua se hunde en la corrupción”.
Corral acusó al gobernador Duarte de haber incurrido en ilícitos y de poseer un claro “conflicto de interés” por ser, dijo, accionista mayoritario del Banco Unión Progreso (Que se creará a partir de la unión de crédito del mismo nombre).
“Qué vergüenza que en estas audiencias participe el corrupto César Duarte sujeto a proceso penal #VeteDuarte #NoMásCorrupción”, se leía en la cartulina mostrada por el senador panista por Chihuahua.
La respuesta no fue menos ríspida: “Yo no puedo dejar pasar las acusaciones que se me han venido haciendo. No puedo permitir que mi nombre y el de mi familia se señale como se ha venido haciendo. Se dice que soy socio mayoritario de un banco que no existe… El que no reconoce el avance de Chihuahua es no reconocer al Gobernador o al Presidente; sino a los chihuahuenses”.
Y el gobernador soltó la bomba, pretendiendo involucrar a Corral como beneficiario y gestor del Cártel de Juárez, al que nunca se atrevió a mencionar por su nombre:
“Me voy con una duda mayor. El que tiene un conflicto de interés es usted. Me ha acusado en más de veinte ocasiones y la autoridad nunca ha descubierto nada… Hoy me preocupa demasiado el hecho que sus señalamientos lleven otro fondo. Aquí se ha dicho un fondo posiblemente electoral, sería lo menos malo. A mí lo que me preocupa que la afectación que hemos hecho a los intereses del grupo delictivo de la frontera sea lo que a usted le está motivando a pretender desestabilizar mi gobierno… su hermano estuvo al recaudo de la cárcel fronteriza, en donde tiene la mayoría presencia del grupo delictivo de Ciudad Juárez y esos intereses los hemos afectado de frente y su hermano fue procesado por narcotráfico… Y su otro hermano estuvo en una cárcel de Estados Unidos”.
“Que no pasen esos intereses que están pretendiendo cambiar desde aquí la realidad que estamos viviendo en Chihuahua”.
A su vez, Corral Jurado contraatacó: ”Voy a pedir al Gobernador de Chihuahua que fundamente sus dichos y voy a pedir al Senado que se encargue de recoger las declaraciones de ‘pandillero’ del Gobernador. Además de corrupto es un vulgar pandillero… El Gobernador de Chihuahua no tiene ningún elemento para acusarme”.
Todo ello sucedió en el marco del Tercer día de Audiencias Públicas en Materia de Seguridad y Justicia que llevó al cabo el Senado de la República, a mediados de enero del año anterior.
Ahí, Duarte habría sostenido lo que es parte central de sus discursos: ”Chihuahua ha venido avanzando en el tema de la seguridad. Hoy Chihuahua vive otro momento, dejamos de ser la nota roja”.
Sería desmentido por Corral.
La postulación de éste como precandidato único del PAN cambió súbitamente las condiciones, el modo, los ritmos y las expectativas del actual proceso electoral.
No bien se anunciaba oficialmente su designación y ya afirmaba, enfático, que en la elección “le iba la libertad al Gobernador Duarte”. Con ello se encendieron las luces de alerta en Palacio de Gobierno y en la sede del PRI estatal, la participación del ahora senador le añadió un ingrediente de elevada competencia a la campaña electoral y ubicará en el centro de las discusiones la gestión del ballezano.
Corral no sólo arremetió en contra del mandatario, al precandidato del PRI, Enrique Serrano, lo señaló de ser “solo, la marioneta” del gobernador.
El abanderado panista intentará ganar en un escenario completamente distinto al del 2004, -cuando compitió con Reyes Baeza- en el que una parte importante del electorado desaprueba al actual gobierno estatal y en el que, a diferencia de 12 años atrás, habrá una seria disputa por el voto opositor, en primer lugar, y en segundo, por evitar una sangría mayor en el electorado panista.
La postulación de Corral se derivó, sin duda, del curso tomado por la posible candidatura independiente de José Luis “Chacho” Barraza, éste se convirtió, desde ya, en el natural competidor del senador panista por los votos opositores, lo que motivó, primero, a que Corral cambiara sus decisiones, la primera, de no participar; la segunda, que, de hacerlo, lo haría impulsando una candidatura impulsada por el Frente por la Unidad Democrática de Chihuahua que junto a destacados militantes de la izquierda partidaria y de la izquierda social había impulsado.
Ahora es el abanderado del PAN. 

Un cambio estratégico en el PAN
Era obvio, el panismo necesitaba a un candidato con un discurso más “pegador” y que fuera capaz de ser identificado, claramente, como un opositor al actual grupo gobernante. Lo logró en sólo unas cuantas horas, en las calles de Chihuahua son dos las novedades que han despertado elevadas expectativas; la de inquirir si Corral, desde el gobierno, llevaría a  juicio al gobernador Duarte y la despertada por los aspirantes a las candidaturas independientes.
Ambos fenómenos colocaron, por ahora, a la baja, las expectativas del candidato priista, Enrique Serrano.
Aún más, sorprendentemente, la precandidatura de Corral concitó la simpatía de la mayoría de los militantes del PAN y hasta la de algunos dirigentes de la izquierda electoral, entre ellos los ex diputados federales Guadalupe Acosta Naranjo (del PRD) y Gerardo Fernández Noroña, a tal grado que el primero informó que estaba urgiendo a la dirigencia nacional del PRD a establecer un acuerdo a fin de impulsar la candidatura del panista.
Con esa designación, el proceso electoral adquiere nuevos rumbos, será una tremenda confrontación entre Corral y el priismo, especialmente con el Gobernador Duarte, disputa que puede marginar al candidato Serrano.
No será la única contienda; en el primer plano se establecerá una ruda competencia entre Corral y Barraza por el voto opositor, pues si éste se divide, la votación dura del PRI y sus aliados será suficiente para alzarse con el triunfo, amén de los votos que el PAN pierda a manos de los candidatos de Movimiento Ciudadano (Cruz Pérez Cuéllar, ex presidente estatal, ex legislador local y federal) y del candidato del PRD (Jaime Beltrán del Río, alcalde de Delicias y ex diputado local), ambos procedentes del PAN.
Corral lo planteó desde el principio, faltando un mes -“digamos”- para la elección, si Barraza va más adelante, entonces propondré, dijo, que nos sumemos, y en caso de que sea Barraza quien ocupe ese lugar, esperaría la misma actitud, afirmaría.
Claro que muchos, sobre todo desde el ámbito oficial (o del muy cercano a éste) se rasgarán las vestiduras y lamentarán que, otra vez, las campañas se vayan a llenar “de lodo”, a raíz del modo de hacer campaña de Corral o de los serios cuestionamientos realizados por éste al actual mandatario.
Ni una cosa ni la otra, estamos entrando a un proceso electoral, ríspido, es cierto, pero de ninguna manera fuera de lo común en cualquier contienda que se precie de poseer, medianamente, atributos democráticos. De manera muy extendida los chihuahuenses tendremos oportunidad de presenciar y apreciar nítidamente las acusaciones y los alegatos defensivos, además del despliegue de los priistas por mostrarle a la sociedad el alcance de los logros del gobierno duartista.

Crisis partidarias por ausencia de prácticas democráticas
Además, y no es cosa menor, tendremos oportunidad de apreciar los mejores y los peores rasgos de los tres principales candidatos (por lo menos a nivel de las preferencias electorales, de acuerdo con los antecedentes de los partidos y de lo que se alcanza a ver del trabajo de Chacho Barraza), especialmente de Serrano y el candidato independiente, en una campaña en la que el factor común de todos los partidos es que designaron por dedazo a sus candidatos al Gobierno de Chihuahua, los procesos democráticos brillaron por su ausencia; peor aún, en los dos partidos mayoritarios, PAN y PRI, ese método abarcó hasta los abanderados a las alcaldías de Juárez y Chihuahua.
Más allá del número de aspirantes a las candidaturas independientes que pasen a la segunda etapa, y de quienes obtengan las firmas necesarias, este fenómeno es ya significativo de la profunda crisis democrática en la que están los partidos; todos, incluidos los de nuevo registro, el Partido de Encuentro Social y Morena, sus procesos designatorios adolecen de las mismas características del resto, una absoluta falta de mecanismos democráticos.
Fallan en un aspecto crucial para la vida democrática, la de imbuir, precisamente, los valores de la cultura democrática ¿Cómo le pueden pedir a la sociedad que confíe en los procesos democráticos si ellos mismos no son capaces de efectuarlos?
Y ya tienen en sus manos el contra argumento mediante el cual justifican la falta de procesos eleccionarios. Todos los dirigentes aducen que es mejor el método empleado pues entrar a elecciones interna, dicen, desgasta a los partidos, los enfrenta y, finalmente, los divide.
Bueno, pues la respuesta, primero, de los militantes o aspirantes dejados en el camino por este método y, segundo, la de los numerosos aspirantes a candidaturas independientes, son la clara muestra del fracaso del “dedazo” para resolver los asuntos partidarios.
En todos los partidos se advierten las evidencias de la inconformidad de algunos de sus militantes por las designaciones.
La égida panista, fruto de indudables aspiraciones personalistas, pero también de la profunda y alargada crisis en el PAN, no sólo en el ámbito local, sino nacional, ha dejado caer sus consecuencias, quizá no lo afecten mayormente en la obtención de votos, pero puede, si la contienda se cierra, ser al final, la diferencia entre el triunfo del blanquiazul y el PRI. 
Las designaciones provocaron inconformidad en todos los partidos, en algunos en pequeños grupos, en otros sólo provocó “resfríos”, y en el PAN, la salida de algunos destacados miembros, como Jaime Beltrán del Río, presidente municipal de Delicias, y de María Antonieta Pérez, ex candidata a la alcaldía de Juárez en 2013 y ex diputada federal, sin duda, uno de los activos más importantes del panismo de la frontera, pero quien afirmara que si el candidato fuera Corral, lo apoyaría.
Pero lo que más destaca es el hecho de que se advierte una vasta maniobra política para quitarle potenciales votos al PAN.
Pueden decir mil cosas, pero la participación de Beltrán del Río y de Pérez Cuéllar tendrá ese efecto, incluso sin que ellos lo pretendieran ¿Y qué tal si ese era su propósito?

¿Ruptura del empresariado con el PAN?
Además, la participación de los empresarios ligados al grupo de Enrique Terrazas es muy significativa, Luis Enrique, su hijo, que busca la candidatura independiente a la alcaldía de Chihuahua adujo que no se trataba de una ruptura del empresariado agrupado en Coparmex y el PAN, organismos a los que los ha unido más de una liga política.
Sin embargo, los antecedentes de José Luis Barraza, entre los que destaca el hecho de que su ascenso al Consejo Coordinador Empresarial,  a nivel nacional en 2006, sólo se puede explicar en aquella abierta connivencia de Coparmex y el PAN, de lo que se derivó el hecho de que los spots en contra del candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, fueran pagados, aparentemente, por Celiderh, la agrupación más ligada a Enrique Terrazas (formadora de una gran cantidad de dirigentes del blanquiazul en Chihuahua), por entonces uno de los co-dueños de la empresa Cementos de Chihuahua, en la que participaba (probablemente con el 30% de las acciones) Lorenzo Zambrano, propietario de Cementos Mexicanos (CEMEX), uno de los gigantes mundiales de la industria cementera.
Las expectativas despertadas por Barraza motivaron la participación de Corral y seguramente la dirigencia nacional del PAN, en el afán de no perder competitividad rumbo al 2018, decidieron apostarle a quien estuviera mejor calificado en las encuestas, independientemente del grupo al que perteneciera o las críticas o enfrentamientos sufridos con el que emergiera de este proceso.
Tuvieron razón. Por primera ocasión, desde 1998, todos los aspirantes a la candidatura le ofrecieron su respaldo al ungido Javier Corral.
Estamos, así, frente a la posibilidad de que por primera ocasión en Chihuahua aparezca una votación a tercios en donde el tercio mayor pueda  alzarse con el triunfo, si no ocurren cualquiera de las dos cosas: Primero, que uno de los dos candidatos opositores más fuertes resuelvan sumarse al otro, en virtud de saberse en minoría; o, segundo, que, sin haber acuerdo de por medio de los participantes, el electorado, por su cuenta, decida ejercer el voto “útil” y que, así, otra vez, como ha ocurrido desde hace 34 años, la competencia se cierre, a sólo, entre los dos competidores mayoritarios.
Un factor contará: La participación, abierta o no, del gobernador Duarte. La gran pregunta flota en el aire ¿Se involucrará en el debate el gobernador Duarte ante las descalificaciones que le harán los candidatos opositores, especialmente Corral?
Más aún ¿En la campaña, en algún momento, cuando arrecien las críticas al gobierno duartista y se empiece a generar un movimiento en las preferencias de simpatía a los críticos de Duarte, se deslindará Enrique Serrano?
De todo habrá en la campaña. Así, un antiguo colaborador de Corral, Luis Villegas, ahora magistrado del Tribunal Superior de Justicia, gracias a los cuestionados nombramientos realizados por el Congreso del Estado, cuestionó la legalidad de la designación del senador, porque, dijo, no había pedido licencia a ese cargo, en un más que gratuito servicio al partido gubernamental.
Otra, la incongruencia de Jaime Beltrán del Río, quien abandonó al PAN, porque se daría el “dedazo” en su partido y fue al PRD a recibir la designación (por ahora) del mismo modo, en lo que fue un proceso más truculento que en el panismo pues siquiera los blanquiazules designaron a un organismo colegiado para resolver la candidatura de Corral, pero en el PRD tal mecanismo no se apareció, aunque queda en el aire qué órgano dirigente lo resolvió.

Otro damnificado, el Frente por la Unidad Democrática
Otro de los dejados en el camino por las designaciones fue el proceso unitario que dio origen al ahora aparentemente desaparecido Frente por la Unidad Democrática, impulsado por Corral, Gustavo Madero, -entre los más destacados panistas- y varios dirigentes y activistas de izquierda, como Jaime García Chávez, Víctor Quintana, Javier Félix, Lucha Castro y Alma y Gabino Gómez, y cuyo fracaso (en impulsar una candidatura ciudadana, frentista) se debió a que los principales participantes no se deslindaron a tiempo de sus respectivos compromisos partidarios.
Así, dos de ellos, Javier Corral y Javier Félix, son abanderados del PAN y Morena, respectivamente y otro, Víctor Quintana, declinó a la postulación de Morena, debido, dijo, a que condicionó su candidatura a la conformación de un frente amplio ciudadano.
Finalmente ni lo uno ni lo otro, dejó la precandidatura de Morena y el Frente en la práctica se deshizo. 
Durante la última gira del dirigente nacional, Andrés Manuel Lopez Obrador, lo “enfermó”, cosa que no contradijo tajantemente, aunque sí declaró que había algunas indisposiciones de salud, pero no de una magnitud que le impidiera la participación política.
Sin embargo, existe otra versión, la de que durante varias semanas trabajaron en la posibilidad de que el empresario juarense, Miguel Fernández Iturriza, ex tesorero del Comité Nacional del PAN en la presidencia de Luis H. Alvarez, al final, declinó la posibilidad de encabezar una propuesta ciudadana para ser el candidato de distintas fuerzas políticas y sociales, tanto de la derecha, como de la izquierda chihuahuense.

Hoy todo eso historia, entramos de lleno a la que puede ser una de las disputas más ríspidas por el gobierno de Chihuahua.

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