lunes, 22 de junio de 2015

Rechazo generalizado

Aserto 143, junio de 2015
Apabulla el número. Sólo 3 de cada 10 electores fueron a votar en el estado de Chihuahua. A pesar del aparente descontento de una buena parte de la población con el gobierno de Cesar Duarte, el PRI, su partido, obtuvo siete contundentes triunfos, uno cercanamente y sólo perdió en el 06 ante su contrincante más serio los últimos 32 años, el PAN. Así, está preparado el escenario para la siguiente contienda, la que aparentemente le importa más a la sociedad, la elección de gobernador.
¿Se desarrollará como los últimos tiempos? ¿Sólo entre priistas y panistas, o habrá alguna sorpresa?

Luis Javier Valero Flores
Expresado de distintas maneras antes de las elecciones del 7 de junio, el rechazo a la clase política quedó evidenciado palmariamente con los índices de participación.
En las entidades en las que sólo se efectuaron elecciones de diputados federales los porcentajes de participación electoral se ubicaron en la franja del 30 al 40%, entre los que destacaron los presentados en Baja California con el 30% y Chihuahua con el 32.3%.
A su vez, en las entidades en las que se realizaron, de manera concurrente, elecciones de gobernadores, la participación fue muy cercana al 60%, sin aparente diferencia entre las entidades cruzadas por las olas violentas (Guerrero y Michoacán en el 54-55%)  y aquellas (Campeche 59%) con incidencia delictiva y homicida muy por debajo de los promedios nacionales.
Por otra parte, en las entidades en las que la concurrencia fue solamente de elección de diputados locales y/o alcaldías con la elección federal, los porcentajes de participación fueron del 41-42 al 47-48%.
El fenómeno abarcó hasta al DF, entidad que tradicionalmente había presentado altos niveles de participación. Ahora sólo 4 de 10 ciudadanos (41.4%) acudieron a votar, a pesar de que la elección incluía la de las delegaciones, la Asamblea Legislativa y la federal.
Con descensos marcados, como en el caso de Juárez, en el que solamente votaron 28 de cada 100. Es decir, el abstencionismo llegó al 72%, en contraparte con el total del estado de Chihuahua, que fue del 67.7%
Del mismo modo, aparentemente los entornos violentos o de marcada inseguridad no parecen afectar a los procesos electorales, la gente fue a votar en los mismos porcentajes que en otras entidades sin esa característica. Así la participación en Tamaulipas fue del 44.57%, en Veracruz del 45.26, porcentajes parecidos a los de entidades sin este problema, como Quintana Roo y Aguascalientes en los que el índice de participación fue del 34 y 36, respectivamente.
La excepción fue Yucatán, en el que la participación alcanzó el 70.25 ¡Increíble!
Porcentajes semejantes se presentaron en algunos municipios de Chiapas, en donde sorprendentemente el Partido Verde se llevó el carro completo de las diputaciones federales, como preámbulo de las elecciones locales de mitad de sexenio que se realizarán en julio.

Los saldos
En una jornada en la que los perdedores fueron los tres partidos que detentaban las primeras posiciones, fruto de los resultados electorales del 2012, PRI, PAN y PRD, incuestionablemente el mayor perdedor es el PRD, partido al que le costó enormemente haber perdido su perfil de izquierda.
No sólo pierde la mitad de las diputaciones, también 8 de las 14 delegaciones que mantenía en el DF, así como la mayoría en la Asamblea Legislativa, a manos de Morena, y la absoluta mayoría de las diputaciones federales de esa entidad.
Pierde Guerrero y recupera Michoacán y alcanza una sorpresiva elevada votación en la elección a gobernador de San Luis Potosí.
El voto duro del PRI es otro de los derrotados, el partido en el gobierno no logró movilizar a todo su aparato, por primera vez disminuye del 30% de los votos (Una vez que se calcule la Votación Válida, es decir, que se descuenten los votos por otros candidatos y los votos nulos, alcanzará, seguramente, poco más del 31%), mantendrá, incluso, mayoría en la Cámara de Diputados, pero lo será, como en 2012, basado en su aliado, casi compañero permanente, el Verde Ecologista, con lo que se consolida esta alianza, casi orgánica.
Ante los resultados del Verde se explican los elevados niveles de impunidad con los que actuó en la campaña. Violó todas las restricciones legales que garantizan la equidad en la contienda y gozó, además, de la connivencia del gobierno federal.
Lo sabían, necesitaban de una fuerza aparentemente ajena, pero en el fondo más cercana al grupo gobernante y al duopolio televisivo de lo que nos imaginábamos.
No sólo le permitieron de manera ilegal espacios en distintos medios de comunicación sino que postuló a funcionarios de las empresas televisoras y parientes de los propietarios de éstas, para intentar repetir el esquema que priva en la actual legislatura, que el duopolio cuente con sus propios legisladores.
Analizado de manera más detenida, los quebrantos del partido gobernante son varios. 
Pierde Michoacán y Querétaro y recupera Sonora, Guerrero y puede mantener (hasta esta hora) Colima pero cae estrepitosamente en Nuevo León, no sólo en la gubernatura ante el Bronco, sino que pierde casi todos los distritos locales ante el PAN, además de una derrota generalizada en Jalisco ante Movimiento Ciudadano y toda la península bajacaliforniana, pues en Baja California Sur el PAN gana el carro completo en la elección local, además de la federal. Cosa semejante ocurrió en Baja California, el PAN se llevó todos los diputados federales.
El PAN, a su vez, es un frustrado ganador. Ante un panorama tan desolador para el PRI y sus gobernantes, en medio de la peor ola de descrédito que presidente alguno haya alcanzado en la era moderna (Salinas lo obtuvo al final de su mandato ante la aparición de la guerrilla chiapaneca) el PAN no se alzó como el capitalizador del descontento. La oportunidad era de oro.
Se quedará con, prácticamente, el mismo número de diputados. La mayoría del electorado no lo consideró confiable para aparecer nítidamente como la fuerza de oposición necesaria frente al gobierno de Peña Nieto. 
En dos de las entidades que en el pasado fueron las joyas del panismo -Nuevo León y Jalisco- fueron lanzados a la tercera fuerza; pero obtienen mayoría absoluta en el Congreso en Nuevo León, y en Jalisco casi los desaparecen en las elecciones locales, en donde la mayoría de las diputaciones federales fueron ganadas por Movimiento Ciudadano.
El desplome de panistas y priistas en Jalisco es impresionante. De este modo, por lo menos a nivel de las alcaldías jaliscienses más importantes, se da una tercera etapa de la alternancia partidaria pues ya los han gobernado el PRI, el PAN y ahora uno de  los grandes triunfadores de la presente elección, Movimiento Ciudadano, quien obtiene la alcaldía de Guadalajara, además de varios de los municipios más importantes.
No todo es malo para el PRI, obtendrá, junto con el Verde más de los 250 diputados; el PAN pasará a los 105-110; el PRD rondará los 50, Morena los 36-39; Movimiento Ciudadano rondará los 30 y Panal, PES y PT oscilarán entre los 5 a los 8 legisladores.
Además de Movimiento Ciudadano, el otro gran triunfador fue Morena. Superó el 8% de la votación, gana 17 diputaciones federales en el DF, se convierte en la primera minoría de la Asamblea Legislativa, gana 5 delegaciones y su dirigente, López Obrador aparece, a tan temprana etapa política, como el más serio aspirante a la presidencia de la república. “La tercera es la vencida”, aseveró en su primer mensaje después de la elección.
El otro gran triunfador es la figura de la candidatura independiente. A pesar de que la mayoría de ellos perdieron, varios obtuvieron resonantes triunfos, descollantemente Jaime Rodríguez en la gubernatura de Nuevo León, Manuel Clouthier en una diputación federal, Alfonso Martínez en la alcaldía de Morelia y Pedro Kumamoto a una diputación local en Jalisco.

El “nuevo partido”
No todo es malo para el PRI, pero requerirá del concurso del Verde, la votación de éste es indispensable, ya no sólo para la conservación de ser, juntos, la primera minoría en la Cámara de Diputados de la actualidad, sino que ahora, muy probablemente, se alzarán como mayoría relativa con más de 250 diputados, a los que se sumarán los obtenidos por el PANAL.
De ese modo, Peña Nieto ya no necesitará, para ganar votaciones simples, al PRD, pero sí lo requerirá, a éste, o al PAN, dependiendo del tema, para sacar adelante modificaciones constitucionales pues en cualquier caso tendrá mayoría absoluta de por lo menos 300 diputados.
La novedad es que, a diferencia del pasado, desde que perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, ahora necesitará la participación de por lo menos otros dos partidos para ser mayoría calificada.
En ello consiste el triunfo del PRI, no obstante el creciente rechazo de porciones importantes de la sociedad mexicana al gobierno de Peña Nieto -los niveles más altos para un presidente en la era moderna- el elevado abstencionismo le permitió alzarse como el gran triunfador de la jornada, a pesar de haber sufrido derrotas importantes en Nuevo León, Jalisco, Michoacán y Querétaro y de obtener el más bajo porcentaje de votación de toda su historia, con la excepción de la elección presidencial del 2006.
Como atenuante podrán exhibir que recuperaron Guerrero y Sonora y mantuvieron su hegemonía total en más de 7 entidades y cuasi en otras tantas.

Las elecciones en Chihuahua
El fenómeno nacional también se presentó en la entidad, pero acá se recrudece un hecho: Una parte importante del llamado voto duro del PRI no salió a votar, la estructura gubernamental, de los tres niveles en el caso de Juárez y Chihuahua, y la estrictamente partidaria, no tuvieron la capacidad de movilizar a la mayoría de sus electores.
No es cualquier cosa. Sabemos que no se pueden comparar elecciones a distintos puestos de elección popular, pero las cifras de votantes sí se pueden considerar manteniendo como marco el total de los electores.
Si en 2010 se contó con un padrón aproximado de 2.2 o 2.3 millones de electores, ahora fueron, casi, 2.6 millones.
Bueno, con ese universo, que creció en 300 mil votantes, el PRI perdió ¡Más de 340 mil votos, del triunfo de César Duarte a los alcanzados ahora, que fueron, sin los del Verde, sólo 255 mil!
Con ese parámetro, el PAN sufrió un descalabro semejante, perdió la friolera de alrededor de 250 mil votos, pues de los 423 mil obtenidos por Carlos Borruel  en 2010 llega a 180 mil ahora.
Esa es una de las conclusiones, por infinidad de razones, que se irán develando con los meses, ante el electorado chihuahuense, el PAN no fue considerado suficientemente como para que se convirtiera en el receptor de la vasta inconformidad ciudadana, la que en los meses previos se había ido acumulando, a grado tal que se preveían escenarios muy distintos a los que arrojó la votación.
En el pasado lejano, de cuando en el país existía el régimen del partido “casi único, se decía que a menor votación crecía la certidumbre de los triunfos del partido gobernante; hoy asistimos a una especie de regreso al pasado, el voto duro, el que mayor porcentaje de miembros controlados tiene (y controlados por distintos mecanismos, no sólo el de la amenaza o la extorsión, sino el de la creencia que los empleos los otorga la militancia priista; o la de familias enteras que a lo largo de los años han recibido algún beneficio de este partido y sus gobiernos, etc.) ganaría las elecciones. Ese es el PRI.
Estamos frente a ese fenómeno, viejo conocido para los mexicanos de mayor edad, y que se repite pero en un entorno absolutamente distinto.
Según las últimas cifras del PREP, (Estas notas se escriben antes del cómputo de las juntas distritales) con el resultado de casi el 94% de las casillas instaladas, el PRI obtuvo 254,554 votos, equivalentes al 34.07% de la votación.
A su vez, el PAN llegó  al 25.14% de la votación, fruto de los 187,824 votos.
En tercer lugar, el PANAL, con 55,776 votos, 7.46%; en cuarto, Morena, con 48,700 votos, 7.46%; en quinto, el Verde, con 43,038, 5.76%; en sexto, Encuentro Social, con 25,438 votos, 3.4% de la votación; en séptimo, Movimiento Ciudadano, con 24,091, 3.33% de la votación; en octavo, el PRD, con 23,274 votos y un 3.11% de la votación.
Finalmente, abajo del 3% de la votación, en noveno, el PT, con 17,447, 2.33% y en décimo, Partido Humanista, con 15,231, equivalentes al 2.03% de la votación.
Además, los votos nulos fueron 46,845 votos, el 6.27% de la votación emitida.
Ante ese desplome de la votación, y porque la mayor parte de los votos del PAN, a lo largo de toda su historia, son de quienes sólo van y votan y que raramente se involucran en las actividades partidarias; esto es, que la estructura territorial de este partido es infinitamente menos fuerte que la de su principal oponente en Chihuahua, es que los pocos votos obtenidos por el PRI, fruto de esa estructura territorial, gremial, gubernamental o derivado del uso patrimonialista de los recursos públicos, le sirvieron para reponerse frente al vendaval de la crítica social recibido en los últimos meses y que no se tradujo en votos para el blanquiazul.
Explicaría, también, el desplome de la votación del PAN en la mayor parte de los distritos. En Juárez, salvo el 03 (que estará en la disputa, incluso después de la sesión distrital) en los otros 3, el PRI-Verde les pasó por encima. Así, esta coalición obtuvo, en los 4 distritos de Juárez, el 38.54% de los votos, por el escandaloso 18.62% del PAN.
En los distritos rurales, con la excepción del 05, los triunfos priistas son más que holgados; al dos a uno en el 01, 04 (ambos de Juárez) y en el 09; tres a uno en el 02 y en el resto con diferencias mayores a los 10 mil votos. Más aún, en la mayoría de los distritos, salvo el 03, el PRI obtiene ventajas insuperables sin el concurso de la votación por el Verde.

Triunfos del PRI, “falsos positivos”
Llama la atención la amplia diferencia obtenida por el PAN en el distrito 06. Todo le lanzaron en contra a su candidato, el ex alcalde Juan Blanco. Salió avante y hoy aparece como uno de los más serios aspirantes a la candidatura gubernamental, luego de la dolorosa derrota -para la dirigencia panista- de Mario Mata en el 05 ante Antonio Meléndez. Seguramente que para la aparición de ese resultado deberemos contar con la operación “cicatriz” realizada entre el Gobernador Cesar Duarte y el grupo de los Baeza.
Así que rindió frutos el desayuno realizado semanas atrás en la casa del ex gobernador Reyes Baeza con el Gobernador Duarte.
Pero lo que sí se pudo realizar en Delicias, en la capital del estado no. Los eventos en los que se pactó la presencia del ex alcalde Marco Adán Quezada se realizaron en las postrimerías de la campaña y fueron, casi, a puerta cerrada.
Cosa semejante a la de Delicias ocurrió en los distritos 02 y 03 de Juárez. Le fueron encomendados al grupo de Héctor “Teto” Murguía. Lo lograron con holgura en el primero y apretadamente en el 03, por lo menos hasta el momento de escribir estas notas, con una diferencia de 300 votos a su favor.
La obtención de 8 distritos, de los 9 existentes en la entidad, podría llevar al priismo que han pavimentado el camino para refrendar su triunfo en 2016 en la gubernatura del estado.
No pareciera ser así. El grupo gobernante metió todo al asador y se encontró con una nueva realidad, la de la apatía (en el mejor de los casos) de una buena parte de sus activistas, los promotores de la votación. Las indicaciones de la dirigencia partidaria o de la gubernamental no fueron acatadas por una buena cantidad los militantes en los que recae el peso mayor de la “movilización” de sus electores el día de los comicios.
En cambio, la fuerza que en estos momentos aparece como la única que podría capitalizar el descontento hacia el gobierno -Peña Nieto y César Duarte-, el PAN, puede convertirse, al calor de la contienda local, en una fuerza que podría enfrentar con éxito al partido en el gobierno.
Todo ello al influjo de la elección a gobernador pues si bien en los distritos de Juárez, la diferencia de votos entre esas dos fuerzas pareciera ser tan apabullante que no podría cambiar de aquí a la elección, podríamos llevarnos una sorpresa.
No ocurre igual en la capital del estado. El PRI-Verde obtuvo 65 mil 329 por 61 mil 675 del PAN, una diferencia menor a los 4 mil votos, en esta elección no pareciera ser la mejor noticia para el partido de gobierno.
A juzgar por el desarrollo de la actual contienda, de sus resultados, del abstencionismo, de los conflictos internos de los partidos y del hartazgo ciudadano, la contienda por el gobierno de Chihuahua será extremadamente cerrada y no exenta de sorpresas, independientemente del modo en que se resuelva la duración del período del próximo gobernador.
Del análisis de los resultados podría desprenderse que Juan Blanco, por el PAN, y Enrique Serrano, por el PRI, son los que salieron fortalecidos, en el rumbo a la candidatura por el gobierno de Chihuahua. Aparentemente.
De ninguna manera se podrán descartar Javier Corral, por el blanquiazul y Graciela Ortiz, Héctor Murguía y Marco Adán Quezada por el PRI; cada uno de ellos podrá argüir que en algo contribuyeron al 8-1, en el caso del PRI, obtenido por su partido, y la importancia de la participación de Corral en los asuntos de su partido y la presencia en la sociedad chihuahuense. 
Todos son de lo más destacado de sus partidos.
De los partidos “menores”, aparentemente sólo Morena podría emerger en el 2016 como una fuerza protagónica ¿Lo logrará?
La participación electoral, y los triunfos diferenciados en las elecciones estatales realizadas el 7 de junio, fortalecen la idea de que debemos mantener el empate de las elecciones a gobernador con las de diputados federales de mitad de sexenio, del modo que se realizarán a partir del 2021 en Chihuahua, y no con la de elección de presidente de la república, pues la elección de los diputados federales no ejerce la influencia que, contrariamente, sí efectúan las elecciones presidenciales que trastocan las evidentes diferencias regionales ya arrastran a las otras elecciones que se realizan concurrentemente con la presidencial.

Ese será el debate del próximo mes, lo atenderemos.

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