jueves, 4 de junio de 2015

Guerra sucia

El Diario, 4 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Ayer culminaron las campañas electorales en su fase proselitista, y como suele suceder en las elecciones federales de mitad de sexenio, el interés de la población es menor que en el de otros procesos. La actual, por lo menos en el caso de Chihuahua, no fue la excepción, la contienda despertó poco interés en la mayoría de la población.
Sin embargo, uno de los aspectos, entre otros, que más intentaron endilgarse unos a otros, especialmente entre los dos partidos que han hegemonizado el poder en Chihuahua, PRI y PAN, fue el de ser los autores de la “guerra sucia”.
Por otra parte, y habrá tiempo de reflexionar sobre ello, aparentemente de nueva cuenta los triunfos en la entidad habrán de repartirse entre aquellos dos partidos. Es posible que en alguna región, cualquiera del resto de los siete restantes (porque el PVEM va en alianza con el PRI) pueda alcanzar una votación medianamente importante, pero no pondrá en riesgo la hegemonía partidaria que ha gobernado Chihuahua a lo largo de los últimos 32 años.
La novedad es que la clase política chihuahuense mostró en este proceso varias de sus facetas más desagradables. Reacios a sostener verdaderos debates fueron incapaces de generar condiciones para celebrar alguno que medianamente se le pudiera denominar de ese modo.
A lo más que llegamos fue a celebrar auténticas pasarelas en las que, como siempre, los temas ríspidos fueron abordados de manera tangencial, como si fueran bromas, a manera de chunga, con comentarios brevísimos y sin que se abordaran los aspectos controversiales.
Una de las facetas más deplorables es que ante los ataques de candidatos y partidos por sus contrapartes les denominaron parte de la “guerra sucia”, como si, por ejemplo, los señalamientos en contra de Juan Blanco, o de Tony Meléndez (candidato del PRI al VII distrito), o en contra de Carlos Hermosillo (candidato priista del IX distrito) pudieran denominarse de ese modo.
Y tampoco puede recibir tal denominación la intempestiva e inesperada participación de las instancias gubernamentales en las controversias electorales, eso tiene otro calificativo y está sujeta a distintas regulaciones, las que, de violarse, merecen un tratamiento judicial.
Más aún, en el caso de la detección de volantes con críticas a los candidatos del PRI, detectados en la capital del estado, supuestamente elaborados y distribuidos por órdenes de los candidatos y dirigentes del PAN, detectados el martes anterior, la autoridad tendría que valorar si ese material, primero, viola las regulaciones electorales y, segundo, demostrar fehacientemente que sus autores son los señalados anteriormente, pero aún en este caso difícilmente en otros países estas acciones podrían ser catalogadas como guerra sucia.
Ese es el meollo de la controversia con la que estas dos fuerzas cerraron sus actividades proselitistas: Obtener que el electorado ubicara a su adversario como el autor de la guerra sucia.
¿Quiénes son más sucios en la lucha por alcanzar la mayoría de votos?
Por desgracia, esta cuestión se convierte en un elemento más para reforzar los ánimos abstencionistas de la mayoría de la población: -¡Son iguales todos!
No, en cualquier otro país con un mediano desarrollo democrático estos aspectos, o no se presentan, o no forman parte de las estrategias electorales debido a los elevados niveles culturales en materia democrática de la población y, por ende, de sus dirigentes políticos.
Al crecimiento de la apatía ciudadana han contribuido como pocos, panistas y priistas, al resto de los partidos les toca parte de ello, pero su responsabilidad es menor, no así los vicios y defectos que adquirieron tan rápidamente al acceder a los escasos del poder político que han alcanzado, cosa que a los nuevos partidos habremos de evaluar.
¿Por qué asignar tan grande responsabilidad a priistas y panistas?
A los primeros, porque gobernaron -y aún lo hacen- de la peor manera. Para hacerlo se aliaron, o formaron parte de los beneficiarios de esa forma de gobernar; o produjeron -o ayudaron eficientemente- varios de los entes a los que no les importaba el desarrollo del país, tan solo la apropiación de las riquezas nacionales y las generadas por la sociedad.
Ejemplo descollante de tal forma de gobernar lo constituyen dos hechos, aparentemente sin relación entre ellos. La conductora estelar de Televisa, Laura Bozzo intentó hacer escarnio del asesinato del niño Christopher Márquez, que no lo hiciera no fue producto de la intransigencia del gobierno de Chihuahua, o de las comisiones Nacional o Estatal de Derechos Humanos, ni de la Fiscalía General del Estado; no, fue la decisión de la empresa televisora la que paró tales intentos.
El otro, es que el actor de Televisa, David Zepeda, se convirtió en la “llave” utilizada por los candidatos del PRI para convencer a los chihuahuenses de votar por ellos.
En otro sentido, los panistas, como si los gobiernos federales de Fox y Calderón no hubiesen emanado del PAN, criticaron el elevado precio de las gasolinas y prometieron ¡Bajarlos si se convierten en mayoría en la Cámara de Diputados!
Y no desmantelaron el viejo aparato de gobierno, mejor se sirvieron de él, de la manera más vergonzosa posible en el caso de la dirigencia sindical del magisterio, fallando estrepitosamente en la construcción de la alternancia democrática.
Y luego, unos a otros se acusan de practicar la “guerra sucia”.
¿Cómo les podemos creer?

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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