domingo, 18 de agosto de 2013

Reforma “cardenista”

El Diario, 18 de agosto de 2013 Luis Javier Valero Flores La reforma propuesta por Enrique Peña Nieto es regresiva y contraria al interés de la Nación. Dicho así podría encuadrarse, esta opinión, en la postura ideológica de alguien que pretende una mayor -y mejor- participación del Estado en las cosas sustantivas del país, pero ni siquiera bajo la óptica de los negocios sería uno bueno para el país. Vayamos al diagnóstico. México produce la escalofriante cantidad de 2 millones 600 mil barriles de petróleo diarios, bajo la operación y conducción de Pemex. Esta empresa ocupa el 4o. lugar mundial en producción; posee el lugar 13o. en reservas de petróleo crudo y el 14 en ingresos (ventas de 125 mil millones de dólares anuales). En el continente americano es la empresa No. 13 y la 34 en el mundo. Sus utilidades -antes de Hacienda- superan los 75 mmdd y aporta la tercera parte del presupuesto federal. Además, Pemex invierte más que lo invertido por todas las empresas mexicanas juntas y más del doble que la América Móvil (la empresa de Carlos Slim). (Información de Pemex, ExpoForo Pemex, julio 2012). ¿Es una empresa quebrada que necesite urgentemente la participación de socios capitalistas? Más aún ¿De acuerdo a las necesidades de desarrollo del país, necesitamos producir esa cantidad de petróleo? La pregunta es necesaria porque México es el tercer mayor exportador de petróleo a los Estados Unidos. Lanzadas, así, las cifras y las preguntas alrededor de la reforma energética llevan a plantearse el porqué la propuesta no se hizo de manera global. Si se pretende modificar el régimen bajo el cual actúa Pemex, y dada su importancia en el mercado y en las finanzas públicas ¿Por qué no se presentaron, también, las leyes reglamentarias derivadas de las propuestas de reforma constitucional realizadas por Peña Nieto? Del mismo modo ¿Por qué no haber presentado la reforma fiscal, no sólo la derivada del cambio de régimen fiscal de Pemex, sino, también del total de la regulación fiscal? A la mayoría de los ciudadanos -no versados en el críptico lenguaje legislativo- los cambios propuestos no podrían aportarles muchos datos, pero toda iniciativa de ley debe presentar, en la exposición de motivos, las razones de la propuesta, las ventajas que arrojaría, los mecanismos que echarían a funcionar y el rumbo de la legislación secundaria que debería aprobarse para dar cauce a las reformas constitucionales aprobadas. A lo largo de la exposición de motivos hay un argumento central, la necesidad, no sólo de “modernizar” a la empresa, sino de obtener las inversiones necesarias para elevar la producción de petróleo, de la refinación, de aumentar la producción y capacidad de almacenamiento del gas natural, mejorar la red de distribución, construir la necesaria para el crecimiento económico que, dicen, tendrá el país. No hay dinero, dicen. No es buen negocio que nosotros tengamos una producción elevada de crudo sólo para venderlo y a cambio debamos comprar prácticamente todos los productos obtenidos del petróleo, y no sólo los combustibles. La principal empresa petrolera del mundo -Exxon- no posee una sola gota de petróleo y obtiene, por ventas, 452 mmdd al año ¿De dónde los obtiene? Ah, po’s de comprar petróleo crudo y vender productos refinados. El problema está en la elevada dependencia de las finanzas públicas de los ingresos petroleros, si estos desaparecieran, el país entero entraría a una gravísima crisis, a menos de que efectuáramos una profunda reforma fiscal y no solamente la que contuviera la elevación del IVA y el ISR, o que a todos los comerciantes informales les cobráramos impuestos y que el IVA se extendiera a alimentos y medicinas. Por la vía del régimen de consolidación fiscal, usado por todas las empresas mayores para eludir el pago de impuestos, el país deja de percibir alrededor de 40 mil millones de dólares anuales, cantidad que deja muy lejos los 50 mil millones de pesos que se podrían recibir, de aprobarse el IVA a alimentos y medicinas. No hay dinero para invertir en Pemex, dicen los apologistas de la reforma; se necesitan 32 mmdd para construir las 6 refinerías necesarias. Bien. ¿De veras no hay dinero mexicano para invertir en Pemex, en las aguas profundas, en las aguas someras, en la modernización de las redes y ductos, en la refinación e industrialización de todos los productos petroleros? ¿No hay dinero? ¿Y las reservas internacionales del país, que son, hasta el último reporte del Banco de México, 169 mil 325 millones de dólares, de las cuales “alrededor de 40 mil millones están invertidos en bonos del Tesoro de Estados Unidos, es decir, están financiando la economía del país vecino”?. (Columna Dinero, Enrique Galván Ochoa, La Jornada, 15/VIII/13). ¿Por qué no echar mano de una parte de las reservas, porqué sólo usarlas para financiar las pérdidas de las empresas privadas en la Bolsa de Valores o en las devaluaciones? Durante años nos dijeron, los que ahora gobiernan, que las Afores servirían para financiar el desarrollo de México. Bien. Tenemos 153 mmdd en ellas ¿Por qué sólo podemos pensar en los dólares de las empresas petroleras extranjeras para potenciar a Pemex? El otro gran argumento para la reforma de Peña es el de la falta de tecnología para llevar al cabo la explotación del petróleo del mar profundo, pero llevamos años recibiendo la correspondencia y el intercambio de conocimientos ofrecidos por la Asociación de Ingenieros Petroleros de Brasil para que nuestro país acceda a la tecnología de éstos, pero, además, como todas las cosas, también es una mercancía ¿A poco no la venden? La reforma de Pemex pasa, necesariamente por la reforma de muchas cosas, es así porque el petróleo no solo fue, es vital para el desarrollo nacional, pero ahora, sin cambiar la propiedad del crudo, se pretende “invitar” al gran capital privado a que participe de la riqueza petrolera, bajo un esquema novedoso: Que Pemex deje de ser la empresa del Estado Mexicano en materia de petróleo y que participe, entonces, al mismo nivel que el resto de las empresas y que las utilidades obtenidas sean “participables” al Estado Mexicano. Y ese esquema, contra toda la propaganda, se haría válido en todas las actividades petroleras, no solamente en las de la exploración y explotación del petróleo de las aguas profundas, pero ¿Qué empresa privada, del mundo, con utilidades del orden del 60-75% necesita de socios capitalistas? Dice la iniciativa peñista que su reforma es cardenista y que no entraña la pérdida de la propiedad. Pues sí, podemos seguir siendo los dueños del petróleo, del mismo modo como lo somos de las minas de oro, sólo que del metal sólo alcanzamos a ver el brillo y algunos cuantos pesos. Algo semejante quieren hacer con el petróleo, nada más que ahora por la vía de los contratos de “utilidad compartida”. Las modificaciones constitucionales hasta parecen insignificantes, en el 27o. Constitucional se quitarían las palabras “ni contratos”, porque ahora dice así: “En tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones, ni contratos, ni subsistirán los que en su caso se hayan otorgado (negrillas de LJVF) y la Nación llevará a cabo la explotación de esos productos...”. Al suprimirse lo entrecomillado, quedaría así: “Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos no se expedirán concesiones y la Ley Reglamentaria respectiva determinará la forma en que la Nación ...”. Algo semejante sucede con el 28, pero aquí es más grave porque a partir de la fecha se le quitaría la exclusividad a Pemex para explotar el petróleo. Así dice el texto vigente: “… No constituirán monopolios las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en las siguientes áreas estratégicas: correos, telégrafos y radiotelegrafía; petróleo y los demás hidrocarburos; petroquímica básica; minerales radioactivos y generación de energía nuclear; electricidad y las actividades que expresamente señalen las leyes que expida el Congreso de la Unión...”. Sencillo, proponen cambiar muy poco, quitan unas cuantas palabras: petróleo, hidrocarburos, petroquímica básica y electricidad ¡Ay nomás, diría Clavillazo! Así quedaría, según Peña Nieto: “No constituirán monopolios las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en las siguientes áreas estratégicas: correos, telégrafos y radiotelegrafía; minerales radioactivos y generación de energía nuclear; y…”. Y luego dicen que es cardenista, es pura demagogia. asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

No hay comentarios:

Publicar un comentario