domingo, 4 de agosto de 2013

Del estilo personal de gobernar y las estadísticas

El Diario, 4 de agosto de 2013 Luis Javier Valero Flores Conforme pasan los días crecen las dudas acerca de la certeza acerca de las cifras de participación electoral, pero también acerca de la certidumbre de las cifras proporcionadas por los distintos organismos gubernamentales. Hay una contradicción general que llama la atención. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en Chihuahua vivían, según el censo de 2010, 3 millones 406 mil personas. Bien, pero de acuerdo con el IFE existen 2 millones 560 mil electores. De acuerdo con tales cifras, querrá decir que sólo hay 846 mil chihuahuenses menores de 18 años, si partimos de la idea que todos los mayores a esta edad fueron credencializados por el órgano electoral. Esto es, que solamente el 24.8% de la población no tiene edad para votar. ¿Será cierto? Eso, en todo el estado. En las ciudades de Chihuahua y Juárez se repite tal esquema. Así, en la capital, de una población de 816 mil personas, 616 mil son mayores de edad (repito, las que obtuvieron su credencial de elector); y en Juárez, de 1 millón 333 habitantes, existe un padrón de 1 millón 5 mil electores. Su importancia, para estas elucubraciones, es que la participación electoral se ha calculado con base en tales estadísticas. Así, con un padrón estatal de 2 millones 560 mil electores, la participación electoral fue del 39.8%, casi la misma de 2010, que fue elección general en la que se presentó el 41% de los electores y por encima de la de mitad del sexenio anterior, la del 2007, en el cual la participación fue del 37.5%. ¿Dónde está el diferendo? El Inegi informó que la población de cero a 14 años del 2010 constituía el 29.7% de la población, equivalente a 1 millón 12 mil personas, y si calculamos en 5.2% los jóvenes entre los 15 y los 18 años, que equivale a 177 mil la suma de tales estratos de la población es de 1 millón 188 mil habitantes. Si se los restamos a los 3 millones 400 mil, nos quedan 2 millones 218 mil. Hay, por tanto, una diferencia, con el padrón, de 342 mil electores “de más”, esto es, que “nos sobra” ese número de electores, que no son reales, o que migraron. De ese modo, si el cálculo de la participación electoral se hace con el número de personas por encima de los 18 años, entonces llegaría al 45.94%, una cifra más cercana a los promedios mundiales de abstencionismo. En la práctica, uno de cada dos chihuahuenses no fue a votar, o 5 de cada 10. Al hacer el cruce de tales estadísticas con las de la matrícula escolar nos encontraremos más contradicciones. De acuerdo con las “Estimaciones de población realizadas por Conapo 2012”, los inscritos en el estado de Chihuahua para el ciclo 2012-2013 en los niveles de preescolar, primaria, secundaria y media superior fueron 886 mil educandos. Si a estos le agregamos el diferencial entre nacimientos y defunciones de 2011 y 2012, 45 mil por año, entonces el número de los chihuahuenses en la escuela de estos niveles y los de 1 a dos años de edad son 976 mil ¿Y los que no estudian en las edades de medio superior, calculados en 70 mil, tan sólo en Juárez? Ah, po’s ya son más de 1 millón 40 mil, y si sumamos unos 50 mil más del resto del estado, entonces la suma puede llegar al millón 100 mil. Pero si la cobertura es, en primaria del 89%, del 92 en secundaria, del 67 en prepa y del 55 en preescolar, entonces quiere decir que quedaron fuera de estas estadísticas una buena cantidad de chihuahuenses menores de los 18 años y que, por tanto nos hacen que deduzcamos más inconsistencias en el número real de electores ofrecidos para esta elección. Lo mismo ocurre en los municipios mayores de la entidad. En Chihuahua se inscribieron 209 mil -para el ciclo escolar que recién terminó- y el padrón dice que solamente 200 mil son menores de 18 años pues registró 616 mil electores en una población de 816 mil. En Juárez se inscribieron 342 mil escolares de los niveles mencionados y el padrón es de un millón de una población de un millón 300 mil habitantes. No cuadran, quiere decir que el padrón está inflado, o mejor dicho, muchas personas ya no están en Chihuahua, sin embargo, su “lugar” electoral ahí está. Explicaciones hay muchas. A las ya conocidas de la migración “natural” de la frontera y la causada por la ola de violencia, fuentes del IEE aseguran que un buen número de connacionales y de extranjeros, (en este caso, sobre todo los procedentes de centro y Sudamérica) se registran en el IFE para tratar de obtener una credencial con residencia en Juárez y así, en el caso de la deportación las autoridades migratorias los regresen a esta ciudad, para, luego, hacer lo que el vaquero, buscar una segunda oportunidad. En tanto, las cifras reales de la participación electoral seguirán siendo un dolor de cabeza para los estudiosos del tema, para las autoridades electorales y quizá no tanto a los partidos políticos, pero seguirá siendo factor de legitimidad electoral y política. En tanto, queda en el aire si las recientes elecciones fueron un parámetro para medir la calificación que la sociedad hizo a la actual administración estatal ¿Salió bien librado el Gobernador Duarte? Porque una calificación es la que hacen los partidos opositores -¿Cuáles?-, sus militantes más críticos, los ciudadanos más informados y más cuestionadores de la función pública y otra la que emiten una buena parte de los ciudadanos no necesariamente encuadrados en tales apartados y, por supuesto, los que votaron por el PRI y sus partidos satélites. Vistos los resultados, se podría llegar a la conclusión que el PRI no necesitaba de alianza, ni candidatura común alguna para ganar en la mayoría de los municipios y distritos, habría alcanzado las 18 diputaciones de mayoría y ninguna plurinominal (por el candado de la sobrerrepresentación), pero el PAN habría obtenido entre 5 o 6 diputaciones más, que sumadas a las 4 de mayoría alcanzaría los 9 o 10 diputados y en un descuido hasta los 11. En cambio, con alianzas y candidaturas comunes (a un alto precio en las prerrogativas pues se quedará con poco menos del 18% de ellas) dejó al PAN solamente con 7, las 4 de mayoría y tres pluris y se agenció los restantes 26 diputados y quizá, también, a un muy elevado costo en materia de prebendas en el Congreso del Estado para los legisladores de los partidos coaligados. Saldrán muy caros, no solamente a la administración estatal, también a la sociedad chihuahuense. La nueva legislatura puede significarse como una de las peores que hayamos padecido desde la época de las elecciones competidas y con órganos electorales ciudadanizados. Así, la segunda mitad del gobierno de César Duarte transcurrirá en condiciones ideales, o por lo menos en muchísimas mejores condiciones que las padecidas por sus 3 antecesores inmediatos -Francisco Barrio, Patricio Martínez y Reyes Baeza- quienes enfrentaron elecciones intermedias verdaderamente difíciles y de las cuales salieron muy “raspados”. Barrio perdió la mayoría legislativa y 52 municipios. Seis años después, Patricio sufría cosa semejante, no perdió la mayoría en el Congreso del Estado, pero sí Juárez y un buen número de municipios. Luego, en 2007, Reyes Baeza perdía la capital (nuevamente) y se consolidaba el “corredor azul” del sur del estado. Ahora, Duarte y su partido ganan la friolera de 55 municipios, con las dolorosas derrotas de Cuauhtémoc y Delicias, pero dejan al PAN con su más pequeño grupo parlamentario y en medio de una verdadera crisis. Si la interpretación de que la mayoría de los votantes que acudieron a las urnas en julio le refrendaron su apoyo al gobernador Duarte es cierta, éste tiene un paquete mayor en sus manos; deberá gobernar sin más limitante que sus propias convicciones y capacidades, pues aunque el grupo de diputados panistas se comportara con inteligencia y se convirtiera en el contrapeso que necesita un gobernante como Duarte, su fuerza en el Congreso no bastaría, a menos que desde la sociedad surgiera un ánimo vigilante, fiscalizador y participativo para imponer los controles que toda sociedad democrática le impone a sus gobernantes. La disyuntiva está ahí, o se ejerce el gobierno abriéndolo a la participación de la sociedad, escuchando a las variadas y distintas voces existentes en el Estado Grande, y llevando a sus amigos en el corazón, y solo a los muy capaces en la administración, o podrá ejercer el gobierno sin más límites que los que personalmente se imponga, con todas sus consecuencias. asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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