martes, 21 de mayo de 2013

Debacle perredista

El Diario, 21 de mayo de 2013 Luis Javier Valero Flores Que la dirigencia del PRD en Chihuahua aprobara las candidaturas comunes con el PRI en varios municipios, particularmente en Chihuahua, no fue, quizá, la razón principal para que se presentara la renuncia del conjunto de militantes que la dieran a conocer el pasado fin de semana, pero seguramente fue la gota que derramó la ya muy aletargada militancia de varios de ellos en el partido fundado por Cuauhtémoc Cárdenas. Con su renuncia, y las presentadas a lo largo de los últimos años, prácticamente ya no existirán en su interior corrientes políticas identificadas con los ideales socialistas -sería mucho soñar-, ni con otras modalidades del pensamiento de izquierda. Es de tal magnitud el proceso de decoloración ideológica de este partido que ninguno de sus dirigentes estatales de la última década del siglo XX milita en él. Para desgracia de sus electores, con la renuncia de Jaime García Chávez, Víctor Orozco, Alma y Gabino Gómez, Lucha Castro y Gustavo de la Rosa se van algunos de los más representativos de la izquierda chihuahuense. Antes que ellos, Antonio Becerra, Víctor Quintana y el escribiente lo habían dejado. Más aún, otro dirigente emblemático en el noroeste chihuahuense, Dagoberto González, meses atrás había optado por militar en Morena, al igual que Becerra y Quintana. Otro tanto han realizado dirigentes regionales de Delicias, Nuevo Casas Grandes, Parral, Jiménez, Camargo, Cuauhtémoc, etc. La sangría es enorme. De ahí que pocas explicaciones racionales se pueden encontrar en la decisión del PRI de buscar el apoyo de un cascarón, que en eso se ha convertido el PRD en Chihuahua, para que les otorgue sendos espacios que les podrán servir para darle respiración artificial a tal agrupación política pero que no pasará de eso, salvo, obviamente, la obtención de jugosas prebendas para su pequeña dirigencia y, también para quienes accedan por esta vía a las regidurías pues seguramente pactaron la inclusión de algunos de ellos en la planilla de regidores. Quizá sea difícil de entender para los estrategas electorales del PRI, pero de entre los electores que no se identifican con alguno de los partidos -el llamado voto switcher- existe un alto porcentaje que sí se identifica, en cambio, con el pensamiento de izquierda. Ahí es en donde se encuentra el mayor porcentaje de los votantes del PRD; pero son aquellos que muy difícilmente se les convencerá de votar por el PRI, como en el pasado fue convencerlos de hacerlo por el PAN, cuando contendieron juntos en 2004. De ese modo, se puede asegurar que la alianza política, expresada en la postulación de candidaturas comunes, entre el PRI y el PRD, se circunscriba sólo a las dirigencias; incluso, deberán tomar en cuenta que un buen número de priistas podrán no votar por el perredista Héctor Barraza, candidato a Síndico, y que otra parte importante de los electores “switcher” optarán por el candidato del PAN y que quienes votaron por López Obrador con mucha dificultad se les convencerá a votar por el candidato del PRI, Javier Garfio, candidato común del PRD. Pero tales especulaciones serán confirmadas, o reprobadas (afortunadamente) por los electores, ya que en el caso de las candidaturas comunes el ciudadano está en condiciones de votar por el candidato de su preferencia en el emblema de su partido favorito. El problema para los perredistas es transformar esas preferencias en votos para sus candidatos a diputados y alcanzar el 2% de la votación, necesario para acceder a una diputación plurinominal. Tendrán una ventaja, al grupo gobernante le interesa, sobremanera, que lo alcancen, mejor ellos, que ya están en la “buchaca”, que alguno del PAN, dirán en las oficinas priistas, y así lograr que la segunda parte del gobierno de César Duarte transcurra sin la “preocupación” de lo que ocurra en el Congreso del Estado, y manteniendo el control en los principales ayuntamientos chihuahuenses. No todo está dicho. Aparentemente la documentación presentada por el PRD para que se les aprobara las candidaturas comunes con el PRI, pudiera ser objeto de impugnación, tanto por el PAN, como por militantes perredistas, ya que el objetivo central de la resolución del Tribunal Electoral de la Federación era oponerse a la alianza electoral, pero que ahora, por la vía de la candidatura común los dirigentes perredistas pretenden evadir. Sólo falta que les demuestren que presentaron documentos apócrifos. Y con ellos pretende el PRI ir juntos. ¡Qué cosas! asertodechihuahua@yahoo.com.mx; http://luisjaviervalero.blogspot.com; http://twitter.com/LJValeroF

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