domingo, 17 de junio de 2012

Una oportunidad a la izquierda

El Diario, 17 de junio de 2012 Luis Javier Valero Flores Prácticamente nunca, en más de 10 años de colaborar en esta época con El Diario (de Juárez, y de ahí con la cadena estatal, en la que también publican mis trabajos), tan privilegiada tribuna ha sido usada para dirimir asuntos, filias o fobias personales, por eso la muy esporádica aparición del uso de la primera persona en singular. Por supuesto que nadie se puede separar, (y menos en una labor como ésta, la de elaborar análisis para el público mayor) de las concepciones ideológicas y políticas construidas a lo largo de la vida. De ahí que en muchos de los trabajos aquí publicados habrán encontrado (espero que fácilmente) los indicios de que el escribiente está como “El caballo blanco” de José Alfredo: cojea de la pata izquierda... Pero que hace casi 10 años dejó de ser militante del PRD. Hoy es el momento de la gran definición del país. Estamos inmersos en la peor de la crisis de seguridad pública, combinada con una severa crisis económica. Más allá de ellas, o derivada de las mismas, nos encontramos en uno de los peores momentos de la vida nacional pues las instituciones atraviesan por una difícil situación y a punto de la desaparición de la gobernabilidad en amplias zonas del país. El crimen organizado controla inmensas regiones, rutas y ubicaciones geográficas; y se ha enseñoreado en la mayoría de las agrupaciones policiacas. Ha llegado a corromper hasta algunos de los más altos mandos de las fuerzas armadas. No se trata de una situación cualquiera. La elección presidencial no es un mero trámite para cambiar de ocupantes en los edificios gubernamentales de la federación. Al contrario, es la oportunidad, histórica, de reiniciar la larga transición a la democracia, interrumpida abruptamente por los gobiernos emanados del PAN durante la última década y que de ninguna manera garantiza el retorno del PRI; su desempeño en los gobiernos estatales así lo muestra. Puestos en el dilema de votar por la continuidad, o votar por la izquierda, en 2006 millones de votantes del PRI –y otros que no lo eran– resolvieron hacerlo por el proyecto del blanquiazul. Ahora, conforme pasa el tiempo un cada vez mayor número de protagonistas políticos empiezan a reconocer que el ganador de aquella contienda fue López Obrador, como recientemente lo hiciera Patricio Martínez (Palabra propia, en Antena FM, 13/VI/12) cuando aseveró que en ese año “las aritméticas no se les dieron a quienes dijeron ser los triunfadores de la elección presidencial”. El pago efectuado por los mexicanos ante tales resultados es catastrófico. Hemos sufrido uno de los peores gobiernos en la historia. Lanzó al país a una ola de violencia sin límites, y sometió a los mexicanos a una economía de ficción: tenemos los mejores índices macroeconómicos, la economía tiene estabilidad, el peso no se ha devaluado, y a cambio la mitad de la población vive en la pobreza; la deuda exterior se catapultó a más de 5 billones de pesos; decenas de millones no tienen trabajo y otras decenas tienen trabajos informales. Este es el resultado de la aplicación de una política económica contraria a los intereses de la gran mayoría de la población. Ha sido aplicada en plena alianza con los gobiernos y legisladores priistas. Durante cinco años, criticado por muchos, López Obrador se dedicó a construir una fuerza popular de oposición. Nos tildaron de locos a quienes dijimos que para el 2012 estaría otra vez con posibilidades de ganar la Presidencia de México. Ha debido enfrentar una acción envilecida: la construcción de un candidato a través de la manipulación de las más altas esferas del poder y el dinero en México, propietarios como lo son del duopolio televisivo, artífices de una forma de ser y pensar, especialmente en un pueblo con tan escasos niveles educacionales, y en el cual la televisión es determinante. Para la aparición del movimiento estudiantil #YoSoy132, la tendencia en favor de López Obrador ya existía; los jóvenes le dieron un impulso insospechado. Hoy está en la posibilidad de ganar –por segunda ocasión– la Presidencia de México. ¿Por qué votar por él? Si quienes nos leen pudieran hacer una abstracción de los ataques contra el tabasqueño podríamos llegar a coincidencias. López Obrador ha sido el mejor gobernante de los últimos cincuenta años en el país, no es una exageración, y esa, a ojos del escribiente, es su mejor carta de presentación, pues de su obra de gobierno se derivaron infinidad de cosas buenas para los habitantes de aquella zona del país, luego copiadas por infinidad de gobernantes de todos los colores. El establecimiento de pensiones a los ancianos; a las madres solteras; la entrega gratuita de útiles escolares a los alumnos de primaria y secundaria de todas las escuelas públicas; las becas para todos los alumnos de bachillerato (600 a los de promedio 6; 700 a los de 7; 800 a los de 8, etc.); la entrega de desayunos escolares a todos los alumnos de primaria; la construcción de 16 mega escuelas de bachillerato; la creación de la Universidad de la Ciudad de México; la modernización de la plantilla de taxis; la construcción del segundo piso del periférico, la multimillonaria inversión en el corredor de la avenida Reforma, con la llegada de decenas de miles de millones de dólares de inversión; la disminución de los salarios de los funcionarios de los primeros niveles; bueno, hasta la entrega de sillas para los boleros, y un largo etcétera. Tales logros gubernamentales convirtieron a esa ciudad, la capital mexicana en la ciudad con mayores índices de seguridad. Es de tal magnitud ese logro que quien fuera secretario de seguridad pública, Marcelo Ebrard, es hoy el Jefe de Gobierno, después de alcanzar una de las votaciones más altas, y el ex procurador de justicia, Miguel Mancera, encabeza las preferencias electorales rumbo a las elecciones de Jefe de Gobierno ¿Casualidad? ¿Por qué en el resto del país no postulan a puestos de elección popular a sus procuradores de justicia? La respuesta es obvia. La obra de los gobiernos de izquierda en el DF es ejemplar, cuyas bases sentaran los gobiernos de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, de ahí las elevadas cifras en las preferencias electorales rumbo a la elección del 1o. de julio. Por esa razón el título de la presente colaboración, si los gobiernos de izquierda demostraron que realizaron su tarea con parámetros por encima de la media de sus homólogos de los otros partidos ¿Por qué no darles la oportunidad de hacerlo en el país? ¿Miedo a que se vayan las inversiones privadas? Hace rato se fueron ¿A qué el peso se devalúe? Por todos lados nos dicen que está sobrevaluado en el 30 por ciento, es decir, que el dólar debiera rondar los 18 pesos ¿Miedo a que Hugo Chávez se convierta en el asesor número 1 de AMLO? Por favor, que tal patraña asuste en internet está bien, pero que a la luz del raciocinio alguien se asuste, hombre, más nos debimos asustar con la amistad de Fox y Bush. ¿Miedo a que se cree el caos y la inseguridad nos inunde? ¿Después de casi 70 mil muertos en una guerra que no es guerra y que no acaba, ni con los narcotraficantes, ni con el tráfico de drogas y nos lleva a que todos los días nos amanezcamos con las noticias de las relaciones, por lo menos sospechosas, entre algunos de quienes se dedican a eso y quienes detentan el poder. Hasta por descarte, debemos darle una oportunidad a los de izquierda. Y si quien encabeza ese proyecto –como ya lo reconocieron hasta los de “Tercer grado” – es un hombre honesto, mejor; y si además nos propone un grupo de lujo para gobernar ¿Por qué no hacerlo? Digo. DIALOGOS CON JOSE DIAZ: Siempre será atractivo responderle a José Díaz (“¡Excelente amigo Valero... AMLO y los ‘violentos útiles”, El Diario, 16/VI/12). El martes tendremos esa oportunidad.

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