jueves, 21 de junio de 2012

El problema no es abajo

El Diario, 21 de junio de 2012 Luis Javier Valero Flores Ante una muchedumbre arremolinada frente al edificio de la antigua Aduana de Juárez, el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, reiteró insistentemente ayer al mediodía, en la parte final de su discurso de cierre de campaña en el estado de Chihuahua, que el problema no es con los priistas y los panistas “de abajo”, sino con los de “arriba”. Seguramente que muchos de sus detractores encontrarán en tales expresiones otros motivos para acusarlo de encubrir su verdadero lenguaje y forma de pensar. Al describir que el país está peor que en tiempos de don Porfirio (Díaz) –en el número de quienes detentan el poder–, pues en aquel entonces, sostiene desde hace mucho tiempo en sus discursos, eran 300 hombres los que controlaban a México y ahora “son cuando mucho 30 o un poco más”, López Obrador describe de manera cruda la salvaje concentración de la riqueza producida en la última década, coincidentemente la de los gobiernos emanados del PAN. Pero en lugar de lanzar ásperas y riesgosas diatribas para enconar los ánimos en contra de quienes participan de buena fe en los partidos rivales, López Obrador recupera la esencia de los discursos pronunciados a lo largo y ancho del país, a lo largo de casi seis años, en los que reiteradamente explicó que para él y su movimiento la lucha para transformar a México es por la vía pacífica y democrática y de ninguna manera llamando a la confrontación entre los militantes y simpatizantes de los partidos contrarios. Que el principal dirigente de la oposición en México insistiera en tal argumentación deberá tenerse en alta estima. Más consideraciones deberá tenerse a tal postura si tomamos en cuenta que en tanto él recorría el país para difundir tal forma de pensar, el país se hundía en una vorágine de violencia desenfrenada cada vez más salvaje, que no era fácil llamar a la vía pacífica en tanto cerca de 70 mil personas caían abatidas por las balas, y en tanto él mismo sufría el más severo linchamiento mediático jamás sufrido por líder alguno. Asumir tal postura no puede dejar de lado el alertar a la posibilidad de la comisión de diversas conductas ilícitas que pueden configurar el fraude electoral ¿Qué querían, que se acepten las distintas formas de coacción del voto, o de las posibles formas de efectuar un fraude electoral? Por supuesto que el sistema electoral mexicano ha impuesto infinidad de candados para evitarlo (de ahí una parte del elevado costo de las elecciones), pero de ninguna está exento de que pudieran presentarse prácticas fraudulentas, a pesar de todo el desgarramiento de vestiduras de los panegiristas del poder. ¿Por qué, por ejemplo, los representantes de los partidos han llegado, en distintos momentos, al acuerdo de firmar las boletas electorales? ¿Cómo explicar, otro ejemplo, la aparición de miles de duplicados de boletas electorales en Oaxaca? ¿Cómo explicar el rumor tan extendido en la internet acerca de los supuestos arreglos para que el elector fotografíe su voto y así pueda mostrar que efectivamente votó por el candidato del PRI? Bueno, pues si no es cierta tal especie, adquiere visos de certidumbre si tomamos en cuenta las mil y una maniobras realizadas para presionar a los trabajadores a efectuar tareas partidarias en la campaña. De ahí que llamar a la transformación de México por la vía pacífica y democrática, centro de la propuesta lopezobradorista, no sea solo responsabilidad de este potente movimiento popular –y electoral– sino, fundamentalmente, de quienes detentan el poder en todos los niveles, y no solo el político. Quizá tal postura sea uno de los principales factores del acelerado crecimiento de las preferencias electorales por López Obrador en el norte del país, la más azotada por la ola homicida del enfrentamiento de los cárteles de la droga, y que sometió a una buena parte de las entidades fronterizas a los estragos de la peor crisis de seguridad pública de la historia contemporánea, porque, hartos de esa violencia sin fin, ahítos de encontrar una autoridad competente, han encontrado en el mensaje y postura de López Obrador la posibilidad de un profundo cambio en la conducción del país, de manera pacífica y ponga fin a tanta violencia e impunidad. Ayer a mediodía, con un calor que derretía, miles de chihuahuenses así lo demostraron en el acto del tabasqueño.

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