jueves, 10 de junio de 2010

¡Nos vamos al mundial!

El Diario, 10 de junio de 2010
Luis Javier Valero
Ellos sí tienen que festejar, ellos sí pueden, por distintas razones, tener sustento en su alegría, y en presidir la de millones de terrícolas que mañana esperarán festivos el inicio del Campeonato Mundial de Futbol en Sudáfrica. Ellos son los que presidirán la inauguración de tal evento: Jacob Zuma, Presidente de Sudáfrica; Joseph Blatter, presidente de la FIFA y Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU. Ellos sí tienen bastantes razones para asistir alegres a tan esperado evento, Felipe Calderón no.
Zuma por ser el primer país africano en ser anfitrión de la fiesta futbolera, Blatter por ser quien la encabeza y el dirigente de la ONU por impulsar un evento que finalmente, a pesar del excesivo mercantilismo desarrollado alrededor del campeonato, contribuye a la disensión internacional y a volver los ojos a ese continente, sin duda alguna el más salvajemente explotado por las potencias colonialistas de todos los tiempos.
Debe reconocerse que, tradicionalmente, los mandatarios de los equipos participantes del partido inaugural asisten al mismo, pero ¿se imaginan al mandatario de cualquier nación en guerra poniendo a votación si asiste o no a esa ceremonia?
Por favor, que alguien le diga a Calderón que México sufre los efectos de una guerra, que las bajas definitivas rebasan las 23 mil, que los efectos devastadores abarcan extensas zonas del país, que las instituciones relacionadas con la procuración de justicia y las dependencias policiacas padecen una crisis estructural, que alguien le diga, por piedad.
En el colmo del cinismo y la frivolidad, (ni modo, que me perdonen los simpatizantes y miembros del PAN) pero no hay otros calificativos, Calderón resolvió finalmente asistir a un acto al cual no está obligado. Ante la andanada de críticas, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), mediante un boletín, justificó la gira de Calderón. Ahora resulta que su visita a Sudáfrica significará una “oportunidad única para posicionar a México como un importante interlocutor en la región” pues sostendrá, “además”, una reunión bilateral con Zuma, “con el objetivo de construir una relación que potencie las diversas áreas de interés entre ambas naciones”; que la visita “tiene el interés de ambos países de construir una relación prioritaria”.
¿Quién se cree semejantes patrañas?
N’ombre, no es todo, ya que vamos hasta allá, ahora resulta que Calderón lleva la intención de convertir a México “como un importante interlocutor en la región”. ¡Ah, es que nomás nos estaban esperando para darnos tan destacadísimo papel en el mundo!
Ay Calderoncito.
Y si creyeron que es todo, vean lo que sigue. La SRE, a casi cuatro años del inicio de la actual administración, nos desvela que ésta tiene una “estrategia de acercamiento de México con Africa”, la cual se iniciará con la conversación de Calderón con Zuma, “debido al peso político y económico que tiene ese país a nivel regional e internacional”.
¡Híjole! ¿Y por qué no nos habíamos dado cuenta que la administración tenía una estrategia de acercamiento a Africa? Ah, po’s es que no se había celebrado el campeonato mundial.
¿A quién pretenden engañar con semejantes argumentos? Una visita de Estado, que tenga como objetivo el establecimiento de más profundas relaciones comerciales, se prepara con muchos meses de preparación y Calderón lo decidió la semana anterior
¡Cuántas mentiras! ¡Cuánta hipocresía! ¡Pobre país!
¿Qué importa la puesta en vigor de la ley antiinmigrante de Arizona –que los gobernadores fronterizos repudian y en razón de lo cual decidieron no asistir a la reunión fronteriza que se celebraría en esa entidad? – ¿Qué importa el asesinato de Sergio Adrián Hernández Güereca, el adolescente asesinado por un agente de la Patrulla fronteriza de Estados Unidos, o el operativo en contra de los mineros de Cananea, o las protestas de los trabajadores electricistas, o la matazón del país que gobierna?
N’ombre, como el estribillo de hace unas semanas –“nos vamos al mundial, nos vamos al mundial”– el hombre al que se le cae el país (y no es una frase) no tiene más preocupaciones que irse a la fiesta futbolera.
¡Pobre México con estos gobernantes que nos prometieron el cambio!

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