domingo, 20 de marzo de 2016

Cruje la estructura

El Diario, 20 de marzo de 2016
Luis Javier Valero Flores
Exultantes, los integrantes de la cúpula del poder priista en Chihuahua -que en el acto realizado en el auditorio Manuel Bernardo Aguirre el sábado anterior fueron colocados en la parte inferior- aún no terminaban de vanagloriarse por la asamblea de ratificación de Enrique Serrano como candidato del PRI a la gubernatura, cuando, repentinamente, les cayó encima el mundo: El coordinador de la campaña, Javier Garfio, intempestivamente, renunció a ella, y ¡Se regresó a la alcaldía de Chihuahua! con lo que provocó una minicrisis en el seno de la administración municipal de la capital, cuyo rasgo principal fue la evidente molestia del alcalde en funciones, Eugenio Baeza, el propietario de la poderosa empresa Bafar.
A los evidentes problemas de falta de entusiasmo de la base militante del PRI por su candidato, evidenciada de muy sombría manera en la referida asamblea, se agregó el que es un, por lo menos, repentino diferendo entre Enrique Serrano, César Duarte, Eugenio Baeza y Javier Garfio.
Podrán hacer mil y una declaraciones diciéndonos que no pasó nada, la realidad es más que terca; el coordinador de la campaña, por alguna razón, la deja justamente a unas horas de la definición de las candidaturas de alcaldes, diputaciones, regidores y síndicos, luego de un proceso no exento de apretones, minirrupturas y, ahora sabemos, serios distanciamientos.
La decisión de Garfio provocó serias consecuencias en dos ámbitos, el de la campaña de su partido y en la administración municipal.
¿Qué llevó al alcalde Javier Garfio a regresar?
Como todos los asuntos más controversiales de la actual administración estatal muy probablemente la sociedad chihuahuense se quedará sin respuestas. Igual le sucederá a la militancia del PRI.
No sólo eso, el regreso del alcalde develó las serias deficiencias discursivas de muchos de sus compañeros, usadas para justificar de una y mil maneras un regreso polémico, seriamente cuestionado por la sociedad chihuahuense, que está reclamando, en todos los tonos, la incongruencia del presidente municipal de la capital.
Frente a la realidad -al irse Garfio de licencia a buscar la candidatura gubernamental, 9 de sus colaboradores fueron sustituidos, a su regreso, por lo menos seis renunciaron- diversos actores políticos del priismo nos endilgaron una cantidad inmensa de declaraciones en las que el principal enfoque está orientado a "tranquilizarnos", a enfatizar en que no hay problemas, que la marcha del municipio no está alterada, que los programas tienen continuidad y hasta se atreven a afirmar que Garfio y Baeza siguen siendo amigos como siempre.
¿A qué sociedad creen dirigirse?
Por supuesto que algo muy serio ocurrió al interior del grupo gobernante, como para que el coordinador de campaña renuncie a 5 días de la ratificación de Enrique Serrano como candidato del PRI y que lo haga sorprendiendo, no sólo a la sociedad chihuahuense, sino también al alcalde en funciones, Eugenio Baeza, (“El regreso de Javier como Presidente, me tomó por sorpresa como cuando me anunciaron que yo asumiría el cargo de Alcalde de Chihuahua”, declaró el mismo día del relevo, ahora sabemos, inesperado. Nota de la redacción, El Heraldo de Chihuahua, 18/IIII/16) que contrasta con la de Garfio ("Se tomó esta decisión en  común acuerdo”. Ibídem).
Inútilmente, los dirigentes priistas intentaron realizar un control de daños por medio de simples declaraciones, a todas luces ineficaz, en medio de una situación de auténtica crisis.
Así, la coordinadora de los regidores, Patricia Hernández dijo que Garfio “Le dará continuidad a los programas”; el síndico, Héctor Barraza, ubicado en los nuevos tiempos, dijo que “los chihuahuenses votaron por un proyecto que encabezó Javier Garfio…”; el nuevo dirigente municipal, Andrés Pérez Howlett: “El relevo (sic)… fue consensuado en el afán de que el Ing. Javier Garfio concluyera proyectos que tenía pendientes; esto no va a afectar a la ciudadanía”.
Ya estaba hablado, dice Francisco Salcido, vocero de Serrano, desde hace días se había pactado la renuncia y el regreso a la alcaldía, pero, entonces ¿Porqué dijo Eugenio Baeza que lo había tomado de “sorpresa”?
En lo que es, hasta ahora, la única declaración del equipo de campaña y de la dirigencia del PRI, Salcido sostiene que ahora Garfio tendrá la oportunidad de “cumplir los compromisos con los chihuahuenses". ¿Entonces Eugenio no lo podía hacer y por eso se regresó el ballezano?
A su vez, Rodrigo de la Rosa, líder de los diputados locales, declaró que no sabe, pero que “seguramente quedaron (Baeza y Garfio) en los mejores términos”. Bueno, pues no dejan de ser encomiables sus deseos, pero no tienen que ver con la realidad, Eugenio ni siquiera esperó en la sesión de cabildo para saludar al alcalde Garfio; se fue antes, para no encontrárselo.
Al irse Garfio en busca de la candidatura al Gobierno de Chihuahua, había la duda de su regreso, cuando lo confirmaron como coordinador de la campaña (nunca se dijo que de la precampaña) tuvimos la certidumbre de su separación definitiva del cargo pues se convertía en el segundo hombre más importante de la campaña (eso son los coordinadores en el priismo, recuerden que hasta llegan a suplir al candidato) y, por extensión, si el PRI se alzara con el triunfo, sería uno de los más importantes hombres del hipotético nuevo gobierno, el de la continuidad.
Y participar en el nuevo gobierno le daría la posibilidad de intentar, nuevamente, en el 2021, convertirse en el candidato.
De ahí que asegurar que el regreso obedece a su deseo de rehacer el equipo en la alcaldía no parece ser correcto, ni, tampoco, el de que se regresaba para evitar el desenmascaramiento de Baeza por las irregularidades supuestamente encontradas en su administración, pero ¿Quién se atrevería al inicio del nuevo gobierno a levantarle cargos a quien hubiese sido el coordinador de campaña?
¿De veras Eugenio Baeza estaba haciéndole la campaña a Luis Enrique Terrazas, como asienta más de una columna política interesada?
No parece haber evidencias de ello, al contrario, la declaración de Baeza, en la que acepta haber impulsado al regidor Andrés Pérez Howlett a la dirigencia municipal priista descarta aquella especulación.
Además, si Serrano ganara, Eugenio podría aspirar, también, a la candidatura al gobierno pues la amistad y cercanía, además del impulso recibido por el Gobernador Duarte lo hacían candidateable para cualquier posición en el futuro inmediato; nada lo llevaba, priísta como lo es de hace rato, a enlazar su futuro político al “independiente” Terrazas.
Quizá una de las explicaciones del regreso de Garfio, si es cierta la ruptura en las alturas, se encuentre en su declaración, cuando pidió licencia, al expresar que se iba “con tranquilidad, porque había un gran equipo (en la alcaldía)”.
Bueno, ese equipo fue desmantelado por el suplente, luego de efectuar una de las más severas críticas, sin discursos, con hechos, de dimensiones tales como el del despido de 500 empleados y decir que lo hacía en aras de la eficiencia administrativa.
Más indicios acerca de las verdaderas razones de todo este embrollo en el partido del gobierno nos las ofrece cuando aseveró haber dejado “una campaña estructurada a Serrano” y sentir que cumplió con la tarea pues, dijo, “el compromiso inicial con el candidato Serrano fue apoyarlo, para buscar fortalecer la unidad en torno a su proyecto y esto se cumplió”.
Sin duda que el PRI está en problemas. Su candidato se queda, así sea momentáneamente, sin coordinador de campaña. En el aire se percibe la seria disputa al interior del grupo gobernante, la designación del sustituto de Garfio deberá ser -o debiera- consensuada, ya no solamente en el seno del grupo gobernante sino, también, con el resto de los grupos al interior del PRI y como se aprecia, deberán buscar la aquiescencia de muchos de los grupos empresariales pues la manera en que “desocuparon” a Eugenio Baeza no agradó a muchos de ellos.
Y deberán apurarse pues, a diferencia del acto del PRI realizado el sábado anterior, el del PAN -la toma de protesta de Javier Corral-, celebrado el jueves pasado, el júbilo de los asistentes fue la nota principal. El entusiasmo revelado en el primer acto efectuado en la capital del estado, días atrás, después de su designación, ha crecido en la base del blanquiazul y esa puede ser la diferencia.
Sí, porque en tanto el triunfo del PRI depende de la capacidad de la cúpula partidista para arrastrar a la base y a su electorado (literalmente, jalar la carreta), en el PAN ocurre lo contrario, sus militantes están tan entusiasmados como hace tiempo no ocurría.
Y es que en la Convención del PRI -con la presencia de más de 8 mil personas- fuera del ruido de las porras de los grupos juveniles y de algunas de las centrales sindicales, los asistentes no se entusiasmaron con los discursos, parecía como si el acto les fuera totalmente ajeno, a pesar de que era evidente su militancia.
No es una exageración, es el peor inicio de campaña del PRI, de 1998 a la fecha.
Será una competencia extremadamente reñida, porque el PAN tiene a un candidato con mayor prestancia discursiva y porque el entorno le es sumamente favorable.
asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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