lunes, 9 de noviembre de 2015

Paradojas sangrientas

MegaRadio 860, Juárez, Chih.
Luis Javier Valero Flores
La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) al otorgarle el amparo de la justicia federal a los 4 integrantes de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Tolerante y Responsable (Smart), que en 2013 solicitó a la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) un permiso para ejercer derechos correlativos al autoconsumo de mariguana, desató una serie de opiniones en las que lo central es, o el pleno desconocimiento de la realidad del México de hoy o el hipócrita rechazo, sólo, porque, dicen, esta resolución abrirá el camino al acelerado incremento en el consumo de esta droga.
La presidencia de la república se apresuró a “precisar” que lo aprobado por la SCJN no se trataba, en modo alguno, de la legalización de esta droga, pero ni antes, ni después ha esbozado la idea de lanzar una vigorosa campaña de prevención a las adicciones ni, por supuesto, a poner en vigor un programa nacional de rehabilitación de los adictos.
Además del aspecto relacionado con el ejercicio de los derechos de los individuos, cosa que la SCJN privilegió al determinar que la prohibición absoluta al consumo era inconstitucional, la otra parte de la argumentación de quienes promovieron los amparos es el relativo al combate violento a las adicciones y al tráfico de estupefacientes.
El incremento de la violencia y del número de asesinatos están ligados, sí, a las drogas, pero la parte mayoritaria no la aporta el consumo sino el tráfico de las drogas, pues la mayoría de los jóvenes involucrados en las ellas mueren, no porque sean consumidores, sino por ser traficantes de una actividad que es, finalmente, para ellos y sus patrones, solamente un negocio.
Hipócritas, los gobernantes no reconocen tal realidad y nos espetan discursos y discursos acerca del combate al narcotráfico y de la recuperación de los “valores”,  cuando en realidad no les importa la suerte de millones de jóvenes -la absoluta mayoría, pobres- que, o mueren en las calles y rancherías de todo México, o viven, recluidos en los penales.
Y, además, nos están llevando, poco a poco, a una terrible paradoja.
En tanto que en los Estados Unidos, aquí, apenas cruzando la línea fronteriza, las personas pueden -podrán- adquirir la mariguana, en cualquiera de las modalidades de acuerdo a la regulación existente en los estados vecinos, Nuevo México y Texas, distinta a la de California, los jóvenes mexicanos se seguirán matando por los mercados, las rutas y los accesos a la producción, distribución y venta de ella.
Y crece la indignación al saberse la magnitud de la hipocresía gubernamental. Pocos sabíamos, por ejemplo, que la Secretaría de la Defensa Nacional no tiene la capacidad para monitorear con radar la frontera norte del país.
¡Sí, lo oyó bien!
No hay radares en esta zona del país.
¿Quién es la fuente de tal información? 
¡La misma Secretaría! Está pidiendo dinero para comprarlos.
La resolución dará pie al establecimiento de un gran debate, que puede llevar, por lo menos, a combatir una buena cantidad de los mitos atribuidos, en general, al consumo de drogas, y en particular, al de la mariguana.
Es que desde la óptica oficial es más fácil atribuir al consumo de drogas los elevados niveles de delincuencia, que a los profundos desequilibrios sociales y a la extendida pobreza en el país.
De acuerdo con la información disponible, en México sólo el 10% de las personas que cometieron algún delito lo hicieron bajo el influjo de alguna droga, y de éstos sólo el 11% había consumido mariguana”. (Nota de Reforma, 19/X/15).
Otro mito es el del incremento en el consumo de drogas. La Encuesta Nacional de Adicciones reveló que se ha detenido el aumento en el consumo de droga y ha crecido el del alcohol en adolescentes. (Nota de Reforma, 29/X/12).
Las evidencias del fracaso las aportan distintas fuentes. A principios del año pasado, el Jefe de la Región Militar 11, General Cuauhtémoc Antúnez, sostuvo que “se han logrado avances en el combate a los grupos del crimen organizado, pero la realidad es que la siembra de droga tiene décadas y no podrá ser erradicado”. (Nota de Orlando Chávez Echavarría, El Diario, 11/II/14).

Es, apenas, el inicio del debate, de ahí que parezca pertinente el señalamiento de César Gaviria, el ex presidente colombiano: “Hemos abandonado en manos criminales un mercado de 300 mil millones de dólares. Hay que acabar con la prohibición, el Estado debe regular el mercado de la droga”. (El Universal, 7/XI15).

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