lunes, 17 de agosto de 2015

El PRI se divide

Mega Radio, 17 de agosto de 2015
Luis Javier Valero Flores
Sorpresivamente, mediante una conferencia de prensa, el ex alcalde capitalino, Marco Adán Quezada, no sólo denunció que se le pretendía inhabilitar de sus derechos políticos, sino que, además, señaló al Gobernador César Duarte de ser el autor de tal pretensión.
A los señalamientos de Quezada respondió el Gobernador Duarte de inmediato: “A mí me parece que es quererse vacunarse en salud…. 
Lo dicho por Marco Quezada es un verdadero obús político. 
Dijo que “manipulando la ley y los procedimientos legislativos, se buscará limitar mis aspiraciones y derechos políticos mediante la inhabilitación… Estoy convencido de que la motivación de esta intención no obedece ni a la justicia ni a la legalidad”.
La ruptura cruza íntegramente el documento: “Es lamentable se recurra a las peores prácticas autoritarias y que sea a través de las instituciones del Estado como se pretenda a eliminar a los adversarios políticos.”
“Si su meta es inhabilitarme, la mía es defender mi libertad y mis derechos políticos frente a la sinrazón y el abuso de poder”.
Los señalamientos del ex alcalde fueron más que directos al gobernante, aseguró que políticos y legisladores fueron presionados por el Ejecutivo estatal para que lo inhabiliten a él y a los demás funcionarios involucrados en el Aeroshow 2013.
Así, de modo tan ríspido y tan escabroso, el PRI parece encaminarse a un proceso en el que las cosas pueden no presentársele tan favorables como en el proceso electoral de junio pasado.
El lenguaje usado por Quezada y Duarte es de ruptura, devela las soterradas diferencias de cuando coincidieron en el gobierno. El sorpresivo anuncio del ex alcalde pareciera ser el intento de adelantarse a un posible “madruguete” del gobernador Duarte y evitarlo.
Para evitarlo, Marco Adán Quezada obtuvo un amparo a fin de que el Congreso del Estado no lo inhabilitara y logró que, como lo debieron hacer muchos meses atrás, el pleno legislativo acordara ordenarle a la Auditoría Superior del Estado escuchara los argumentos de descargo, no sólo de Quezada, sino de todos los ex funcionarios señalados en el dictamen de esa dependencia e iniciara, apenas, el cumplimiento de la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), algo que todavía no han realizado a cabalidad el Poder Ejecutivo del Estado, ni el ayuntamiento de Chihuahua, que ordena investigaciones y de ninguna manera, como lo dijeran Duarte y de la Rosa, en el curso de la semana, sanciones que podrían llegar a la inhabilitación.
La pretendida inhabilitación de Quezada le acarreó al Gobernador Duarte dos cosas, ambas altamente negativas para su imagen ante la nueva dirigencia del PRI y ante el equipo gobernante.
Por una parte, el que el priismo, no sólo de la capital, ahora está dividido y ese hecho le originó a Duarte la pérdida, ante el equipo de Peña Nieto, de un factor que presumía extremadamente, el de la plena gobernabilidad y la gran unidad del PRI en Chihuahua.
Había, hubo, diferencias mayores entre los principales grupos del PRI en Chihuahua, pero siempre las habían mantenido de manera soterrada; ahora no, Marco Quezada señaló que la inhabilitación era motivada por la sinrazón del poder y, con la concurrencia de varios cientos de simpatizantes suyos frente al edificio del Congreso del estado el viernes anterior, la disputa la ha llevado a todo lo alto del partido gobernante en Chihuahua.
El Gobernador Duarte tiene un nuevo escenario, nada favorable para su pretensión de designar -o “sugerirle” al Presidente Peña, con posibilidades de obtener una respuesta positiva- a su sucesor en la silla principal de Palacio de Gobierno. Ya no podrá “presumir” de la “gobernabilidad política” existente en Chihuahua, y mucho menos, de la unidad al interior de su partido.
La pretensión de inhabilitar a Quezada lo llevó al peor de los escenarios, para el mandatario chihuahuense, luego de que Manlio Fabio Beltrones se alzara como el candidato de “unidad” para dirigir al PRI y lo dejara fuera de la dirigencia nacional.
Los acontecimientos de la última semana lo pueden dejar fuera, también, de otra de sus aspiraciones, la de integrarse al equipo presidencial. Le estallaron, con repercusiones nacionales, el paro del transporte urbano en la capital y se enfrentó al, quizá, más poderoso grupo al interior del priismo chihuahuense, en lo que es, a no dudar, un episodio más de la dura lucha por el poder en la entidad.

Y, luego, el accidente, del que esperamos se recuperen todas las víctimas, con bien, y pronto.

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