jueves, 24 de julio de 2014

Las visitas presidenciales

El Diario, 24 de julio de 2014
Luis Javier Valero Flores
La pospuesta visita del Presidente Enrique Peña Nieto a la capital del estado, que se realizaría el martes pasado, vino a poner de relieve el anquilosamiento de los rituales políticos del pasado reciente y el del no tanto.
¿A qué venía el presidente a la capital del estado?
Como acto central, a inaugurar el Hospital Infantil de Especialidades, que tenía en funciones ya varios meses, y en segundo plano a "entregar" un total de 80 vehículos, entre patrullas, camionetas y ambulancias, amén de otro acto con las mismas características de los ya señalados.
En total, la visita presidencial se reduciría a poco más de dos horas y de regreso a la Cd. de México, en un viaje que le llevaría poco más de tres horas de vuelo, más el tiempo empleado en los traslados terrestres.
¿Tiene objeto gastar el tiempo presidencial en tales afanes? La respuesta es obvia, y más si le sumamos las cifras millonarias gastadas en la recepción del "primer priista" del país.
Pasan los años y la clase política sigue haciendo lo mismo, en la creencia -¿De veras?- de que tales actos les reditúan política y electoralmente. Sirva de comparación que hace algunos años, la esposa de Fox, Marthita, fue a Sisoguichi a entregar un equipo de Rayos X al hospital de esa población; aparatos que tenían un valor, entonces, ligeramente por encima de los 100 mil pesos.
Bueno, pues esa suma fue la empleada solamente para el traslado de los colaboradores de los secretarios del gabinete estatal, ya no pensemos en el costo del traslado de la “primera” dama del país.
Sólo para tener otra referencia de los inútiles gastos en las visitas presidenciales de Peña Nieto, anótese que los organizadores del acto están obligados a rentar una carpa -con un costo superior a los 400 mil pesos- y que sólo pueden usar esa carpa, con una determinada empresa que les señaló el Estado Mayor Presidencial (EMP) -lo que le otorga un innegable tufo de corrupción a los actos presidenciales- más los gastos generados por la movilización de cientos de personas, todas designadas de antemano, ninguna que pudiera generar "problemas" al desarrollo de los actos, concepto en el que debe incluirse hasta los medios de comunicación no preferentes para los estrategas del EMP, es decir, todos los que no son Televisa, empresa que tiene la exclusiva de las visitas presidenciales. Y si se duda de esto, sólo recuérdese que Carlos Loret de Mola (y sus camarógrafos) fue el único que tuvo acceso al edificio de departamentos en donde aprehendieron a Joaquín Guzmán. ¡Ah, y además, fue trasladado en una camioneta de la Secretaría de Marina!
Idos ya los tiempos de la existencia de la partida secreta, eufemismo para designar el uso absolutamente discrecional de los recursos federales por el presidente de la república en turno, ha perdido toda razón de ser esta prebenda de los mandatarios (dicho esto desde la óptica de la conveniencia) pues ahora los mandatarios ya no van a las giras repartiendo dinero a manos llenas como antes, aunque todavía lo hacen a menor escala, otorgando discrecionalmente recursos económicos extraordinarios para obras no presupuestadas.
¿Son positivas las visitas? La respuesta parecería obvia, pero más nos valdría que tuvieran otros objetivos, otros fines y otras dinámicas.
¿Con quienes se reúne el presidente en la apretada gira? Prácticamente, en la realidad, con nadie, salvo el gobernante en turno en el que atropelladamente éste le plantea los asuntos que más le importan, que pueden ser, o no, los del interés de la sociedad, o de un segmento de ella.
¿Dónde están las reuniones en las que el presidente se reuniera con representantes de la sociedad, de los sectores, de los gremios, de las organizaciones de la sociedad civil -como sucedió con Felipe Calderón, en Juárez, obligado por los juarenses y la masacre de Villas de Salvárcar a escuchar de viva voz los reclamos y planteamientos de quienes pudieron acceder a esas memorables sesiones?
Los gobernantes ¿De veras creen que tienen trascendencia esos actos en los que sólo pueden acceder quienes forman parte de la clase política, siempre y cuando pasen por uno y mil filtros de seguridad y no porten material alguno que pudiera servir para la elaboración de un escrito de protesta y/o reclamo al presidente?
¡Ah, claro, también acuden aquellos a quienes previamente se les asignó sólo el papel de asistentes a ese acto, generalmente empleados y funcionarios de todos los niveles de gobierno y, por supuesto, militantes del partido gubernamental! De ahí que el Presidente Peña Nieto obtenga en esos actos innumerables muestras de fervorosa y agitada simpatía.
¿A quién le sirve toda esa parafernalia simuladora?
Más aún ¿Qué caso tiene traerlo para inaugurar una obra, o un edificio que lleva meses funcionando? ¿O como a Felipe Calderón, a inaugurar sólo un puente de la super carretera Durango-Mazatlán?
¿Por qué no traerlo, mejor, a plantearle proyectos, programas, etc, que le interesen a la sociedad y en la que representantes de ésta, no solamente los de la clase política o los empresarios, le puedan expresar algo más allá de las alabanzas tan comunes en estos actos?
Escuche, de lunes a viernes a las 6 pm, en Chihuahua, Aserto Radio 102.5FM, o por www.antenafm.mx

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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