domingo, 9 de junio de 2013

Debates, ¿Hasta cuándo cambiarán?

El Diario, 9 de junio de 2013 Luis Javier Valero Flores El debate de candidatos a la alcaldía de la capital, celebrado el viernes, con el que se iniciaron los debates a realizar entre los candidatos a diputados, síndicos y alcaldes, mostró tajantemente el agotamiento del formato con el que se realizan, de tal manera que el acto central de la campaña -por lo menos eso debería ser- se convertirá en otro acto de campaña de los candidatos, y no como el evento que más le ayudara a la ciudadanía para normar su criterio al momento de votar. Más aún, inmersos en la tarea de estimular al máximo la participación ciudadana, los órganos electorales no fueron capaces de entender -o la dinámica del poder no se los permitió- que los debates son de los eventos que más contribuyen a ello y que el formato elaborado es la antítesis de tal objetivo. Ante procesos electorales tan cortos, en los que la concepción de la comunicación no va más allá de la presentación spots radiofónicos y televisivos, que poco le ayudan a los ciudadanos a conocer a los candidatos, la máxima difusión del debate debió ser la consigna central de los órganos electorales, y no solo los locales, con la incorporación de todas las radiodifusoras posibles y las repetidoras locales de las cadenas nacionales. Bastaba con ahorrarnos dos días de spots y así probablemente todas las difusoras hubiesen podido transmitir el acto central de la campaña. Para ello se necesitaba -se necesita- contar con una sólida concepción de que se deben priorizar los debates de los candidatos, como herramienta fundamental para la más amplia difusión de los programas de gobierno de los candidatos y, cosa no menor, para conocer de mejor manera la preparación, conocimientos, inteligencia y capacidad de improvisación, así como de la capacidad para transmitir sus ideas, de todos los candidatos, y no sólo de los que reciben la mayor atención de los medios de comunicación. Si para eso se necesita adecuar el marco legal para efectuar la transformación de las reglas electorales y de la difusión de los actos de campaña, concepción que deberá abarcar el tema de los debates, entonces debe convertirse en uno de los temas de la siguiente reforma electoral, al fin y al cabo que cada tercer día tenemos una nueva. Por ley (artículo 144 de la Ley Electoral de Chihuahua), todos los órganos electorales están obligados a organizar por lo menos un debate; y todos los candidatos están obligados a “debatir públicamente con sus contrincantes”. Pero el formato no ayuda a tal fin. Basado esquemáticamente (y seguramente con el fin de impedir que los candidatos pudieran caer en los dimes y diretes) en plantearles a los candidatos distintas temáticas, la exageración llega cuando a cada candidato se le hace una pregunta distinta, y luego, en el colmo de la contradicción a cada uno se le otorga un tiempo para la “réplica” ¿Pero de qué, de lo preguntado al que le toca responder, o de lo planteado por los otros candidatos? ¿O de qué? No obstante lo anterior, hay otro espacio de “contrarréplica”. Bueno, pues ahora sí que es para locos ¿Ese tiempo se lo dedico a qué, a quién, a cual tema de los cuatro (cuando son cuatro los candidatos) que plantearon en la exposición inicial? ¿O lo que dijeron, alguno de los cuatro, en la réplica; está bien, pero cual? Seguramente que no se necesitan muchos argumentos, pero bastaba con que a todos los candidatos se les preguntara lo mismo para que, de manera natural, se diera el debate, lo que todo mundo entiende como debate, es decir, la discusión sobre un tema, una cosa, una pregunta, pero que quienes participan deberán aportar su propia versión, quizá hasta opuesta a la de los demás, pero eso es lo que queremos, que nos muestren cuán distintos, o cuán parecidos son, los candidatos y sus propuestas y cuan preparados están para defender y explicar su forma de pensar o de abordar determinados temas y problemas. Pero con este formato no se puede; que permite, por ejemplo, que a un candidato se le pregunte una cosa y éste se ponga a leer sobre un asunto distinto, o que reanude su lectura, interrumpida en el segmento de réplica, en el de la contrarréplica ¿Y entonces, po’s que no dijimos que era, precisamente, de contrarréplica? Vamos, hasta con tal falta de “manejo de cámaras”, a ese candidato, que se le veía pasar las páginas de la lectura, incapaz de armar una sola idea improvisadamente, ni siquiera cuando se le cuestionó abiertamente de sus mensajes racistas y discriminatorios a través de Twitter. Eso hizo en el debate el candidato del PAN, Miguel Riggs. El formato se lo permite. Y este tema viene a cuento porque una de las cosas que más se le critican a los órganos electorales es el hecho de que no contribuyen al abatimiento del abstencionismo. En opinión del escribiente, esa no es la tarea fundamental de estos órganos, vamos, ni siquiera la principal de manera directa, su contribución a tal objetivo se obtiene con una actuación intachable en la conducción, preparación, celebración de la jornada electoral y el cómputo realizado en las casillas y órganos electorales distritales y municipales. Si lo hacen bien, es su mejor contribución al alejamiento del abstencionismo, pues no hay nada que aleje a los ciudadanos de las urnas electorales que la falta de certidumbre en los procesos electorales y en el cómputo de los votos; que se respeten lo votos, fue la consigna de los mexicanos durante décadas. El abstencionismo es obra de los partidos y los gobernantes emanados de éstos. Y de los debates que protagonizan. El de la capital se convirtió, finalmente, en la arena de la discusión sobre la crisis en el PAN y en la revancha política de quienes salieron de este partido para aceptar las candidaturas del PT y Movimiento Ciudadano, Manuel Narváez y Emilio Flores, respectivamente, que se convirtieron, por tales circunstancias, en las mejores armas -a lo mejor involuntariamente- del candidato priista, Javier Garfio. En las pocas oportunidades que se les aparecieron le dieron con todo, al candidato Riggs y al PAN y aquel solo alcanzó a criticar la poca calidad moral de quienes se salieron de este partido, criticables, entonces, ¡sólo por abandonar un partido y no por cualquier otra conducta inmoral! Válgame dios. Sacado de este debate, Garfio aprovechó el formato y el que lo excluyeran de esa discusión para abundar en sus propuestas, coincidentes, por lo demás, en las presentadas por todos, con algunos matices, pero que en lo general, por ejemplo, compartían la opinión sobre la policía municipal, aunque a nadie se le ocurrió abordar, extrañamente, el tema del tiempo de respuesta ante las llamadas de auxilio. Pero Garfio habría de ser tocado por Emilio Flores con el tema del ViveBus. Y este es uno de los temas que con otro formato hubiera servido para aclarar posturas, realidades y mitos sobre el nuevo sistema de transporte urbano de la capital, y ayudar al debate sobre el de Juárez. Flores preguntó acerca de la fecha en que se pondría en marcha el ViveBus, en lugar de criticar solamente las molestias que genera esta obra como lo hizo Riggs, sin que ninguno criticara la bondad o no de la obra, simplemente se hicieron eco de las molestias de la ciudadanía sobre el retraso de ella, pero nadie criticó la enorme suma millonaria gastada para beneficio, no solamente de los ciudadanos, sino también, y sobre todo, de los concesionarios del transporte. Garfio respondió que ahí estaba la obra y que éstas hablaban por sí solas poniendo de ejemplo la sede del debate (Salón de Seminarios de la FCA de la Uach). Pero nadie planteó la municipalización del transporte, o la del agua, o la de tránsito, rubros que son facultad exclusiva de los municipios y que, por otra parte, le podrían allegar a las arcas municipales no pocos ingresos; nada más hay que imaginarse los ingresos por las sanciones de tránsito, rubro que ha llegado a aportarle al gobierno estatal ingresos parecidos a los generados por la desaparecida tenencia vehicular. La perla del debate de los candidatos chihuahuenses: Riggs propuso que aviones no tripulados vigilen la ciudad, los mismos que se usan en las áreas de guerra debido a los riesgos que correrían los pilotos de aviones tripulados. No queda de otra, deberá cambiarse el formato de los debates, no le sirve a la ciudadanía para medir a los candidatos, ni nos sirven de referencia para otorgar el voto, y menos si son cuasi clandestinos y todavía peor si se celebran a la hora del fútbol o de las telenovelas. asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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