lunes, 4 de abril de 2016

El reto de los “independientes”

Editorial, Aserto 152, marzo de 2016
Ya estamos inmersos en el proceso electoral. A pesar de que sólo se realizaron las precampañas, la intensidad de las críticas, descalificaciones y controversias entre los distintos actores políticos ya serán parte importante de las conversaciones de los chihuahuenses.
No obstante el enorme descrédito de los partidos políticos, y en general de la clase política, un buen número de ciudadanos se involucra en los procesos electorales que les son más cercanos, esto es, la disputa por las alcaldías y la gubernatura.
Así, no obstante que un mayor número de ciudadanos se alejan de la política, es probable que alrededor de 6 de cada 10 electores acudan a las urnas. Esto es lo ocurrido en las elecciones a gobernador celebradas a lo largo de 2014 y 2015 en el país, alrededor del 56 al 58% de los inscritos en el padrón electoral acudieron a las urnas el día de las elecciones.
Si bien es un número importante el que no acude a votar -ya sea por realizar un acto consciente de repudio al sistema político, o por simple desinterés o ignorancia- no deberá desestimarse -o subvaluar- el número de quienes se involucran y participan en las campañas electorales es mayoría. 
Así ocurrió en entidades tan dispares como Colima o Guerrero, o Nuevo León y Michoacán; en todas ellas -a pesar de las diferencias en la calidad de vida, de los niveles de seguridad pública, o de los partidos gobernantes- el porcentaje de participación electoral fue muy semejante. 
Nada nos lleva a concluir que los chihuahuenses seamos muy distintos al resto de los mexicanos en el comportamiento electoral, quizá, solamente 1 o 2 puntos por debajo del promedio nacional. De ese modo, es probable que más de 1 millón 200 chihuahuenses voten el 5 de junio próximo, máxime que se están acumulando los ingredientes necesarios para hacer de la elección de la gubernatura, y de varias alcaldías, las más importantes, una intensa disputa.
Y si ya había esas posibilidades antes de la aparición de las candidaturas independientes, a las que un segmento importante de la sociedad le ha dado una buena acogida, es natural esperar que las elecciones de este año se conviertan en unas de las más atractivas que los chihuahuenses hayan protagonizado recientemente.
Pero el atractivo deriva no sólo de la intensidad de la contienda, sino de la posibilidad de que la renovación de los poderes acarree mejoras sustanciales a la calidad de vida de la mayoría de la población.
Hoy existe una marcada polarización -variante en las diversas ciudades y poblaciones- entre quienes descalifican a la actual administración estatal, y quienes la aprueban. 
Se da por sentado que en amplias capas de la población existe un rechazo al gobierno de César Duarte, y por extensión al PRI, lo que abriría, hipotéticamente, un escenario favorable a la repetición de la alternancia partidaria en Chihuahua, del mismo modo que en 1992, con el PAN, a menos que el candidato independiente (seguramente Chacho Barraza habrá superado la cifra de 76 mil ciudadanos que respaldaron su candidatura) ascienda en las preferencias electorales de los chihuahuenses y logre, por primera vez en la historia electoral reciente de la entidad, que las preferencias se dividan a tercios.
No es la única novedad en ese sentido, casi medio centenar de ciudadanos colmaron los requisitos para que el IEE les aceptara la condición de aspirantes a las candidaturas independientes, estamos a días de que sepamos quienes alcanzaron las firmas necesarias para obtener sus respectivas candidaturas independientes.
En ellos recae una enorme responsabilidad, la de evitar que las expectativas acerca de esta figura no decaigan, deberán comportarse como ciudadanos ejemplares -lo que significa, solamente, guardar las buenas formas, sino fundamentalmente representar los mejores valores cívicos- para que pueda convertirse, la obtención de este derecho, el de ser votado, en una auténtica opción de buen gobierno.

Ese será el reto, no precisamente menor.

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