jueves, 27 de julio de 2017

“Holiday time”


El Diario, 27 de julio de 2017
Luis Javier Valero Flores
Tradicionalmente, los trabajadores del gobierno de Chihuahua se turnan para disfrutar de un período vacacional en el verano. De ese modo no se paralizan las actividades del principal ente administrativo de la entidad.
La regulación de las vacaciones están contenidas en el Código Administrativo (Art. 94). Para gozar de ellas -20 días anuales- el trabajador deberá tener una antigüedad laboral de por lo menos seis meses. Los funcionarios y empleados de confianza del Poder Ejecutivo -desde el Secretario de Gobierno hacia abajo en la estructura jerárquica- también están  contemplados en las regulaciones del Código.
De ahí que tengan razón -jurídica- los funcionarios de primer nivel del gobierno que ahora gozan del presente período vacacional y que hasta hagan extensiva su alegría y bienestar por los agradables momentos que pasan, lejos de Chihuahua.
El problema es ése, que tales funcionarios se van de Chihuahua -e insisto, con todo derecho, si se tratase de un conjunto de trabajadores cuya función no fuese la de las más elevadas responsabilidades en la entidad- y que, al hacerlo, refuerzan dramáticamente la percepción que sobre ellos tiene la absoluta mayoría de la sociedad.
Los rasgos prácticamente son comunes a casi todos los que arriban a esos puestos. En primer lugar la frivolidad; en segundo, la enorme ignorancia respecto de las verdaderas condiciones de pobreza de sus gobernados, así sea de los integrantes de las capas medias-medias, cuyos ingresos son apenas suficientes para sufragar los gastos de la sobrevivencia.
Ya no digamos de las capas más pobres, que ni siquiera alcanzan a figurarse que algún día pudieran irse de vacaciones y que, en cambio, se quedan deslumbrados, boquiabiertos, pasmados, molestos, airados, al saber -y ver- de los verdaderos festines de quienes ahora gobiernan Chihuahua, los que llegaron a la administración pública diciendo que trabajarían por los que “menos tienen, menos saben y menos pueden”.
¿Cómo irse alegremente de vacaciones si la entidad que gobiernan “disfruta” ahora, bajo su administración, de una tasa de homicidios de alrededor de 50 por cada 100 mil habitantes -y en la zona serrana de una cifra increíblemente más alta-, y que enfrenta condiciones adversas, que posibilitan -y potencian- la actividad criminal?
¿Cómo irse de vacaciones -y presumir su estancia en los más bellos lugares playeros del país- en momentos en que los productores del campo enfrentan graves problemas, o que necesitan del apoyo especial de gobierno para aprovechar las actuales condiciones climáticas, o cuando los gobiernos municipales,  particularmente los de las áreas rurales, requieren el apoyo, ya sea para  el desarrollo agropecuario o el del impulso a las actividades económicas?
Podrán haber mil respuestas y más justificaciones; una cosa es cierta, deberán actuar de una muy distinta manera, que no refleje frivolidad, ni burocratismo. 
Ya lo sabían, lo dijeron en todos los tonos en la campaña electoral: El estado de Chihuahua está devastado por la corrupción y el mal gobierno.
Y eso encontraron. No hay una área del gobierno sana, en todas existen incomprensibles e injustificados rezagos, olvidos, fallas, actos de mala fé y la secuela del mal gobierno, fruto no solamente del enorme endeudamiento, sino de las malas prácticas de gobierno, la mayor parte de ellas generadas por la corrupción y el compadrazgo.
Entonces, no pueden comportarse como los gobernantes de un país desarrollado, democrático, en el cual sus funcionarios pueden vacacionar -por supuesto sin la pompa de los nuestros- sin que ese hecho le choque a la mayoría de los ciudadanos.
No, llegaron a gobernar la entidad que durante varios años fue la más violenta del mundo y que aún ahora se conserva en el “top ten” de las más violentas en el país, característica generada no solamente por su localización geográfica, sino por el escaso desarrollo económico (y eso que somos de los líderes en el país) y por el conjunto de factores predisponentes locales a la creación de conflictos sociales.
Quizá el error sea de quienes pensamos que al verlos llegar, combatiendo verbalmente, sin denuedo, a la corrupción duartista, no se comportarían como el resto de los integrantes de la clase política mexicana.
Y que pondrían distancia de los privilegios de la clase política, incluidos sus viajes con costo al erario, o los derivados de las abultadas percepciones que ellos mismos se fijan. 
O que, de no ser así, al llegar al gobierno, sólo atinan a justificarse: -No, po’s los salarios así estaban cuando llegamos!

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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