¡Qué inicio!



                 «En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la             disciplina militar…».  Art.  129 Constitución General de la República (1917)

«En tiempo de paz ningún militar puede exigir alojamiento, bagaje ni otro servicio real ó personal, sin el consentimiento del propietario. En tiempo de guerra sólo podrá hacerlo en los términos que establezca la ley.». Art. 26 Constitución Política de la República Mexicana (1857) 

Luis Javier Valero Flores El Diario, 6 de octubre de 2024

Es impactante el recuento de los hechos, de todo tipo, ocurridos al inicio del mandato de la primera mujer en asumir la presidencia de México. Es un inicio por demás escabroso.

En algunos de ellos solo reflejan el desastre que le hereda López Obrador a Claudia Sheinbaum: Exorbitante e histórico crecimiento de la deuda pública; el sistema de salud colapsado; innumerables regiones del país -incluidas zonas de muchas ciudades y poblaciones en general- además de algunas áreas de la economía sometidas a la extorsión; con una crisis constitucional en ciernes, en la que los protagonistas son los integrantes del Poder Judicial Federal que han sostenido el paro de ese poder durante 47 días; dos de las bandas criminales más poderosas del país enfrentadas a muerte, con un saldo superior a las 200 víctimas mortales y la cuasi paralización de las actividades económicas de Culiacán y Mazatlán.

Una profunda crisis migratoria en la frontera sur.

Además, la presión gubernamental norteamericana por su molestia ante la reforma Judicial, además de la torpeza de López Obrador en el manejo de esa relación.

 A querer y no, el conjunto de tales factores es un problemático  inicio de quien, no solo es la primera mujer en asumir la presidencia de México, sino también, la primera integrante de las agrupaciones de la izquierda en acceder a ese cargo pues, si bien López Obrador militó muchos años en el PRD y dio origen a Morena, su primera militancia política fue en el PRI.

La llegada de Claudia explica el hecho de que los militantes de la antigua y añeja izquierda socialista de México se mantengan en Morena, a pesar del tsunami de «chapulines» arribados a su partido, que los ha sepultado y de que la ruta del gobierno en el cual participan poco tenga que ver con el legado, no sólo de principios, sino de los programas políticos que durante décadas enarbolaron.



Importan, también, los simbolismos usados, tanto por López Obrador, como por Claudia, en la toma de posesión. Que fueran los primeros senadores de la capital del país, Porfirio Muñoz Ledo en 2018 e Ifigenia Martínez en 2024, emanados de un partido ubicado a la izquierda del espectro político de fines del siglo pasado, que iniciaron la demolición del viejo régimen, quienes le colocaran la banda presidencial a ambos, es un homenaje a quienes protagonizaron, al lado de Cuauhtémoc Cárdenas, la ruptura inicial y, quizá, la más importante sufrida por el viejo partido, del viejo régimen, que lo llevó a la actual condición, la de haberse convertido en un partido testimonial.

También de la misma Claudia, procedente de las diversas y plurales izquierdas de los últimos 20 años del siglo XX, que tuvieron un boom, sobre todo entre los universitarios de la CdMx, incluso en las universidades privadas, justo cuando, pocos años atrás, en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) había estudiado y enseñado quien saltaría a la fama como el Subcomandante Marcos, al frente del EZLN.

Muchos de aquellos de la izquierda se habían transformado ideológicamente, a diferencia de sus antecesores ya no comulgaban con las viejas ideas de los partidos comunistas y sus planteamientos, tenían más cercanía con la socialdemocracia europea.

Pero en México las capas dirigentes del PRD y Morena después, en la práctica se subsumieron a la ideología del nacionalismo revolucionario, la emanada de los triunfadores de la Revolución Mexicana, el priismo ‘de izquierda’ al que tanto se apeló y cuyos mejores representantes fueron los de la Corriente Democrática del PRI.

Nada de las banderas de la nueva izquierda fue asumida por la dirigencia morenista, al contrario, salvo algunos brochazos, en especial el impulso a la pensión de adultos mayores, que se pensó podría ser general y la política salarial.

Pero nada de construir el nuevo entramado social, de empoderar a la sociedad civil, el de mejorar en un sentido democrático los contrapesos del poder, combatir al presidencialismo e impulsar la  creación de un régimen parlamentario, así como sentar las bases en dos de los temas más candentes de la sociedad mexicana: 

El de enviar de vuelta a los militares a los cuarteles -de manera coordinada, con los tiempos y ritmos adecuados- en tanto se construía la policía federal necesaria para actuar en un país con las características del nuestro, cruzado por dos necesidades y una realidad: La de los traficantes de droga y la del principal mercado de ellas en el mundo y la de ser el país, al sur de Estrados Unidos, que comparte frontera con él.

El discurso -los discursos- inicial y sus primeras manifestaciones fueron una continuación de AMLO, pero esa terquedad (la de ambos) le está poniendo el mayor reto a Claudia y a su gobierno, el de respetar o no el estado de Derecho o erigirse en el único poder, por encima de las instituciones.

Podría la Suprema Corte de Justicia resolver que la reforma judicial atenta en contra de uno los principios rectores de la Constitución y anularla.

Aunque la SCJN no tiene una facultad explícita para revisar el contenido de las reformas constitucionales, algunos teóricos sostienen que existen principios fundamentales de la Constitución, como los derechos humanos, el sistema democrático o la soberanía nacional, que podrían ser considerados irreformables. En este sentido, si una reforma constitucional vulnera estos principios, la SCJN podría intervenir bajo el argumento de proteger el orden constitucional fundamental.

En ese caso ¿Qué haría Claudia? ¿Desobedecer la resolución?

A la Corte la tienen que obedecer todos los mexicanos, no hacerlo llevaría al país, y a su gobierno, a una crisis que puede evitar.

Además, como ha quedado evidenciado, la pretensión de López Obrador era minar a la Corte. La 4T ya tiene a 3 ministras, de 11, y a partir de noviembre podrá contar con otro pues Luis María Aguilar termina y Claudia podrá proponer al sustituto, de ese modo, al contar con 4 ministros la Corte ya no podrá declarar inconstitucional, o fallar una controversia constitucional en contra de la 4T.

Hace agua por todas partes la aplicación de la reforma judicial. Pongamos un ejemplo. Claudia dijo que se revisarían todas las concesiones del agua. 

Bien, ahora existen los mecanismos para que los afectados pudieran defenderse y eventualmente lograr que se les respeten. Con la elección popular de jueces eso se acabará.

Morena tiene mayoría calificada en el Congreso de la Unión. A partir de diciembre la tendrá -muy seguramente- en la Corte y tiene el Ejecutivo. 

¿Quiénes harán las propuestas que cada poder debe mandar de candidatos a los miles de cargos a elegir en el Poder Judicial? 

Obvio, será el partido de la presidenta. La manera en que selecciona a sus candidatos ya la conocemos.

¿Cómo se puede pensar que será distinto en la elección de jueces?

Más. 

En tanto, la ‘bufalada’, antiguo término para describir la ‘cargada’, se acentuará. El gobierno y el partido serán, solamente, el receptáculo de los integrantes de la clase política que ya no tiene fronteras políticas ni ideológicas.

Ejemplo de esa diáspora es lo ocurrido en Chihuahua.

En la misma semana se anunció que dos destacadas integrantes del equipo del candidato del PRI a la gubernatura del 2016, Enrique Serrano, Mayra Chávez y Adriana Terrazas, alcanzaban dos destacados cargos, la primera como delegada de la Secretaría del Bienestar en Chihuahua y la segunda, como representante del gobierno de Chihuahua en la CdMx.

Claudia tendrá encima la crisis de la seguridad pública. Trasladar la GN al ejército no la resolverá y, al contrario de lo que sostiene, sí militarizará, aún más, al país.

Tanto AMLO, como Claudia ahora, dicen que su estrategia está basada en atender las causas que, según ellos, originaron la ola de violencia. 

Al hacerlo las circunscriben a las condiciones económicas de pobreza de muchos jóvenes, concepción que criminaliza la pobreza, enfoque clasista si lo hay, en lugar de combatir la que puede ser la gran causa de la extrema violencia, la inmensa impunidad prevaleciente.

Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Cd. Juárez (APCJ): 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023

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